『3』

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No quería interferir en esa escena pero estaba sorprendido. Siempre había juzgado a todos los deportistas iguales, de la misma forma que todos lo juzgaban a él por los jodidos rumores que corrían en vez de conocerlo.

¿Acaso Jimin podía ser diferente a sus amigos?

Sentía algo extraño en su interior cuando miraba a ese chico, desde que lo vió en aquella aula de música, tuvo la intuición de que no era como los demás.

Sonrió.

"Malo en ciencias" podía imaginarse al enano pese a sacar buenas notas.

—Gracias —susurró la chica algo más tranquila.

—No hay de qué. Nos vemos.

Su sonrisa era tan infantil que haría que cualquiera se sintiera a gusto al verla. Eso es lo que Jungkook pensaba de Jimin. Incluso esa chica se había relajado tras el mal trago que había pasado.

¿Qué tenía Jimin para conseguir que todos lo admirasen y lo quisiesen?

Apoyo su espalda contra el marco de la puerta y sonrió con mayor énfasis "Era diferente a sus amigos, era diferente a todos los jodidos idiotas que estaban en ese equipo de fútbol"

Tan sólo sacó la cabeza para ver como el castaño se iba por el pasillo en dirección a su casillero. La chica, en cambio, venía andando hacia él, revisando la tarjeta de la biblioteca y sonriendo cuando encontró el nombre de Jimin allí escrito.

Era cierto que había consultado el libro.

Salió de su escondite y caminó por el solitario pasillo, torció dos esquinas y justo frente a sus ojos, se encontró a Jimin guardando unos libros en su casillero.

En el banco de madera bajo él, habían dos cartas, que Jungkook supo, serían de alguna admiradora o algo así. Era típico. Los deportistas solían tirarlas, ni la leían. Salen con animadoras o chicas que tienen cierto estatus social, pero Jimin las guardo en la mochila. No hizo más que cerrar su casillero cuando al girarse, se encontró con el rostro del moreno muy cerca del suyo.

Aquello hizo que se echase hacia atrás, golpeándose la cabeza contra el metal, sin embargo, Jungkook no se movió ni un milímetro.

Su brazo apoyado contra el casillero por encima de la cabeza de Jimin era intimidante, y para mayor problema, todo su cuerpo estaba en medio, por lo que no le dejaba escapatoria.

—¿Puedo ayudarte? —preguntó el castaño.

Jungkook sonrió al notar que su voz tembló ligeramente y su cuerpo se tensaba.

—No me esperaba que alguien como tú leyera a Johann Wolfgang Von Goethe.

—¿En serio? ¿Me abordas para hablar de literatura? ¿Por qué no lo dejamos para otro momento? Tengo prisa.

Se movió para rodear el cuerpo del moreno, pero éste tomó su brazo con fuerza, con el que no tenía apoyado en su casillero, y lo devolvió al sitio; escuchando el ruido metálico producido cuando la espalda del más bajo chocó contra el casillero.

—¿Por qué has recogido ese libro? No era asunto tuyo.

—¿Tengo que tener una explicación para ayudar a alguien?

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Jungkook al escuchar aquello.

Jimin era muy simple. Le quedó claro que hacía lo que le daba la gana cuando quería. Ni siquiera creía que sus compañero o amigos pudieran exigirle algo, seguramente él pasaría de todo.

¿Qué narices le ocurría con ese chico? Desde que lo vió en el aula de música, su cabeza no dejaba de pensar en él.

Llegaba al colegio y miraba a todos lados buscándolo, sonreía como un idiota cuando lo veía, y peor, es que teniéndolo frente a él en ese instante, embriagándose de su varonil aroma, con sus labios tan cerca... sentía la necesidad de terminar de acortar aquella diminuta distancia.

Listen to me [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora