『44』

5.6K 764 57
                                    

El comedor era un autentico bullicio y por ese mismo motivo, Jungkook solía alejarse de allí. Le gustaba comer en solitario, frente al gran estadio de fútbol americano, en las gradas desiertas donde se sentía tranquilo y sabía que no tendría ningún problema, pero hoy, estaba en la cafetería fingiendo escuchar la conversación de los amigos de Jimin.

En realidad, miraba a Jimin mientras comía.

De vez en cuando, la mirada de su chico pasaba de la comida a él y entonces, surgía una sonrisa cómplice entre ambos antes de volver a desviar las miradas a sus respectivos platos.

Era un gesto inocente, pero íntimo entre ambos que no pasó desapercibido en la mesa. Donde Felix suspiraba con anhelo de encontrar un amor así de dulce al ser consciente de ese primer amor que flotaba en el ambiente de mesa y Whono les miraba incrédulo por lo cursi que parecían los dos. Como si fueran chiquillos enamorados, así estaban. Se miraban sin decirse nada. Al menos no podía quejarse demasiado, los dos se estaban comportando frente a ellos.

No se abrazaban, no se daban besos en público y parecían tomarlo lo más calmado posible pese a esas miradas que los delataban.

Por otro lado, el resto de estudiantes que normalmente comían en la cafetería miraban extrañados a la mesa donde solían juntarse los jugadores de fútbol americano. El pandillero estaba allí, y ése, desde luego, no era su sitio habitual.

Era una novedad que captaba la atención de todo el mundo. Nadie era capaz de entender lo que ocurría ese día para que Jeon Jungkook, alguien a quien consideraban peligroso excepto los estudiantes que lo conocían como un auténtico friki de la ciencia, estuviera en la mesa de los deportistas comiendo con ellos, como si fueran amigos de toda la vida.

Nadie era consciente de cómo había ocurrido algo semejante. El agua y el aceite no se juntaban y, sin embargo, hoy todo parecía congeniar rompiendo
toda regla social y científica que pudiera existir.

También fue inusual para los estudiantes ver a Jungkook acompañando a Jimin hasta su clase para luego, marcharse a la suya. Sin duda alguna, hoy era un día diferente y raro para todos los presentes.

*

El estruendoso ruido de la moto de cross de Jungkook se silenció pese a que nada llegó a los oídos de Jimin. Sin embargo, el castaño supo que debía bajar en cuanto la mano de Jeon se colocó sobre su rodilla indicándole que podía hacerlo con total seguridad.

Jimin bajó de la moto y buscó con sus dedos el anclaje del casco para poder quitárselo. Por otro lado, Jungkook colocaba el caballete y dejaba la moto estacionada antes de empezar a quitarse también los guantes y el casco. Como todos los días de entre semana, Kook acudía una vez más a la sesión de estudio aunque hoy algo había cambiado: era la primera vez que le traía a casa desde el colegio.

Quizá todo el mundo les considerase una pareja extraña. Que el quarterback del equipo de fútbol americano saliera con un friki de las ciencias (pandillero) como él no era lo habitual, pero... aunque no les considerasen una buena pareja, ambos tenían la sensación de que serían a la larga una muy estable. Se entendían bien y contaban el uno con el otro para resolver los problemas.

Si, Jeon estaba convencido de que aquello podía funcionar muy bien.

Tras liberar su rostro y dejar que el frescante aire meciera su revoltoso cabello, el moreno se fijó en Jimin. Estaba serio y se colocaba mejor la mochila sobre sus hombros dispuesto a caminar hacia el portal de su casa. Por un instante, como si Jimin fuera consciente de que su novio le observaba en silencio, se giró hacia él y sonrió al percatarse de que era cierto.

—'¿Qué ocurre?' —movió sus manos el castaño para crear la frase que Jungkook entendió al instante.

Tras unos meses tomando clases de lengua de signos, ahora les resultaba a ambos bastante más sencillo comunicarse pese a que todavía se trababan en algunas frases o palabras.

Listen to me [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora