- Danielle -
El teléfono sonó haciéndome saltar de la cama, pensé que me había quedado dormida, pero no. Eché un vistazo rápido al reloj las 4:30 de la madrugada, cogí el teléfono de prisa con un miedo atroz en mi interior.
- ¡Niñaaa! Estás aquí y eres incapaz de llamar a tu pobre y vieja abuela
Oh, no, no podía estar pasándome esto.
Era mi abuela, Susan, la madre de mi padre.
Esa mujer y yo nunca nos habíamos llevado bien, estoy casi convencida de que me detestaba y por supuesto yo si lo hacía.
Aún recuerdo los veranos en los que mis padres me mandaban con ella a su casa de California, discutíamos por todo, por mi ropa, por lo que comía, porque había engordado, porque me había salido acné, sin duda me hizo pasar los peores veranos de mi vida.
No teníamos absolutamente nada en común, ella odiaba todo lo que yo amaba, por ejemplo, a mí me encantaba el cine y siempre quería ir a las salas a ver cualquier estreno y ella simplemente se limitaba a decir que eso solo eran unos idiotas haciendo el idiota para que gente idiota los viera. Con el tiempo incluso descubrí que fue la causante de mis problemas alimenticios, no puedes dejar a una niña de 12 años con una arpía cómo era ella y pretender que vuelva igual.
- Hola, Susan - respondí - ¿sabes qué horas son?
- Bobadas, ¿cuándo vas a venir? - preguntó callándome - Desde que murió el abuelo no has vuelto
Ni intención tenía.
Mi abuelo era un bendito, era mi único amigo en esos veranos de tortura. Siempre salíamos juntos a todas partes, pescábamos, andábamos en bici, íbamos a bañarnos, jugábamos a cartas y siempre presumía de mí ante sus amigos, no como mi abuela que simplemente se avergonzaba de mí.
A día de hoy todavía no entiendo cómo es que estaban casados y cómo es que de esa unión nació mi padre.
- Susan, estoy trabajando y ando muy ocupada - le dije finalmente
- Siempre la misma excusa, llevas así años. De verdad me gustaría que vinieras, eres la única familia que me queda y no sé cuanto tiempo más me quedará aquí - Dijo comenzando a llorar
La mujer hecha drama, como no. Tendría que ir o esto no acabaría nunca, así que me arme de valor y bueno...
- Intentaré tener unos días libres en el trabajo y si hay un vuelo y algo de alojamiento barato, iré
- ¡Qué alegría niña! - respondió, podía ver su sonrisa de victoria - Del vuelo no te preocupes pago yo y a dormir te quedas en casa, obviamente - no pude evitar rodar mis ojos cansada
- Está bien - dije derrotada
Después de aquella horrible conversación y de rememorar otros tiempos, pedí unos días libres para volar a Los Ángeles, así que cuatro días después estaba en el avión camino a ver a mi abuela favorita, nótese mi ironía.
En cuanto llegue tuve el impulso de volver a cogerme el avión de vuelta a Nueva York, pero fui fuerte. Cogí un taxi de camino a la casa de Susan, total ella pagaba. Al cabo de más de media hora estaba timbrando en la casa de aquella mujer.
- ¡Niñaaa! Por fin estás aquí - salió de la casa con su más caro vestido, sus joyas más grandes y como no, con la cartera en la mano
- Hola, Susan, tienes que pagar al taxista - dije sin ninguna emoción
Susan pagó al taxista y me hizo pasar adentro, una vez nos sentamos en el jardín comenzó la misma historia de siempre.
- Ay niña, no te podrías haber arreglado más para venir a visitarme, ese chándal es horroroso
- Para viajar optó por la comodidad - dije sin un atisbo de expresión
- Y has engordado, ¿no? - dijo observándome muy atenta y altiva - Cuando te llame después de lo de tu padre estabas estupenda
- En ese entonces ni siquiera comía - confesé, pero a ella le dio igual
- Pues estabas muy guapa, deberías volver a ese peso, estabas ideal - sonrió
Opté por cambiar de tema o esto acabaría mal antes de siquiera empezar.
- Bueno, ya estoy aquí, así que dime, ¿para qué me has hecho venir?
- Bueno, hija, quería pasar un tiempo agradable contigo, como en los viejos tiempos - dijo, al parecer recordábamos muy diferente esos viejos tiempos - Además hoy tendremos una cena con mis amigas, pero bueno tendrás que ponerte algo que yo elija viendo que tus gustos no han mejorado en absoluto - prosiguió mirándome de arriba a abajo - A y bueno se me olvidaba lo más importante, quiero traerme las cenizas de tu padre aquí, así que tendrás que ayudarme con tu madre
Me quedé sin palabras, no podía ni siquiera reaccionar, así que hice lo único que mi cuerpo pudo hacer, huir. Salí huyendo de esa casa, dejando todas mis pertenencias en ella. Cómo tenía la tan poca vergüenza de decirme todas aquellas cosas y encima pedirme las cenizas de mi padre.
Corrí a mi mejor refugio, el mar.
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Esté capítulo, es algo más corto, pero espero que lo disfrutéis igual. El de mañana tal vez sea mi capítulo favorito por el momento.
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"QUÉ PUEDE SALIR MAL"
RomanceElla era maquilladora, el era actor ¿Qué podría salir mal entre ellos?