Anhelo

130 15 9
                                    

- Danielle -

Los días posteriores a nuestra escapada a la montaña fueron un tormento.

Recuerdo perfectamente aquel domingo, recuerdo levantarme tarde y desnuda sobre el colchón, recuerdo vestirme una camiseta y llegar a los brazos de Joe, recuerdo esconderme un rato en su abrazo, recuerdo el aroma a café inundando el espacio, recuerdo la ducha de agua caliente eterna, recuerdo pasear abrazada a Joe con Sirio corriendo entre nosotros, recuerdo estirar los momentos felices en aquel lugar hasta que el día dio paso a la noche.

Una vez en el coche de vuelta a casa cogí el móvil que había abandonado en la guantera durante todo el finde semana, Joe me insistió en que lo dejara allí más tiempo, yo aunque lo intente no pude evitarlo.

Me recuerdo a mi misma sentada en el asiento del copiloto con varias lágrimas cayendo sobre mis mejillas, cientos de mensajes autodestructivos se amontonaban en mi pantalla, nadie me conocía, pero todo el mundo me criticaba.

Esa noche las palabras de todos aquellos desconocidos se adueñaron de mis pensamientos.

Me abracé a Joe más fuerte que de costumbre, con el miedo de que un día pensara igual que aquellas personas, como si supiera perfectamente que llegaría el día en que no lo volviera a abrazar nunca más.

Estaba tan convencida de ello, que no pude evitar llorar de nuevo.

La mañana siguiente no fue mejor, de camino a una reunión para un nuevo proyecto cinematográfico, varios fotógrafos me persiguieron por las calles de Los Ángeles, preguntas sobre cómo llevaba la situación, se disparaban de sus bocas.

No llevaba la situación de ninguna manera, era imposible gestionar aquella situación caótica e imprevisible, el odio recibido hacía mella en mí, la cabeza no paraba de darme vueltas con todos aquellos comentarios.

"Eres poca cosa para Joe" "Eres fea" "Se merece mucho más que tú" "Aprovechada" "Puta" "Estás gorda" "Como se ha podido fijar en esto" "Seguro que es buena en la cama y ya"

Nunca me había gustado a mí misma, no del todo, siempre me había sentido inferior en cuanto a belleza y carisma al lado de mis amigas, pero aprendí a darle la vuelta a todo aquello, aprendí a quererme, pero ahora sentirme inferior en todos los aspectos estaba más presente que nunca.

- Cómo ha ido el día? - dijo Joe sentándose a mi lado en el sofá

- Mal, quiero meterme en la cama y desaparecer en ella 

- No digas eso, son solo unos pocos imbéciles opinando sobre la mejor chica que podía tener a mi lado

- No me siento mejor - le confesé

Yo no quería respuestas y él lo sabía, redujo la poca distancia que separaba mi cuerpo del suyo y me abrazo, me sentí a salvo en ese instante hasta que mi mente voló de nuevo a los comentarios y fue entonces cuando estaba a su lado, pero estaba sin él.

Los días y las semanas siguientes a aquella bomba no mejoraron, las críticas hacia mí no hacían más que multiplicarse, los miles de comentarios negativos no paraban de repetirse en mi mente y Joe y yo cada vez hablábamos menos, en parte porque siquiera estábamos viviendo juntos.

Joe se encontraba en Chicago grabando un nuevo proyecto de televisión, yo por mi parte seguía en Los Ángeles maquillando en otro proyecto. Los kilómetros de separación estaban haciendo daño, pero el daño era aún mayor con toda la presión social sobre nosotros, sobre mí.

No se nos había visto juntos en semanas y los comentarios no hacían más que dispararse. "Ya se ha cansado de ella" "Normal que la haya dejado" "Está mejor solo" "Se le ve mucho más feliz ahora" eran unos de los pocos mensajes que recibía cada día. Y aunque Joe y yo habláramos cada día, había algo diferente en nosotros, cosa de la distancia supongo.

"QUÉ PUEDE SALIR MAL"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora