De vuelta

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- Danielle -

Dos días después de no presentarme al trabajo, mi jefe me llamó para comunicarme mi despido, pero no me hundí, en vez de eso salí a festejarlo junto con Paul. Sí, seguía en Wilmington y así sería hasta al menos el 3 de enero, ese día sería mi vuelta a la normalidad, a la rutina que ya no existía.

Los días en Wilmington eran tranquilos, me despertaba cuando quería, visitaba cada rincón con mi cámara en mano y siempre regresaba a la hora de comer para pasarla junto a Paul. Las tardes las pasábamos juntos, pintábamos, veíamos películas, escribíamos poesía, incluso llegamos a navegar una vez.

Ya a penas pensaba en el chico del local o cualquiera de todos los demás extraños que había conocido estos últimos meses, llegue incluso a plantearme la idea de que el amor no era para mí, pues todo aquel que conocía siempre terminaba huyendo tarde o temprano, últimamente demasiado temprano, casi al instante.

Centre todas mis energías en disfrutar el momento y preocuparme después.

La noche vieja fue bastante entretenida, cenamos en un restaurante del paseo marítimo, coloraron velas y pétalos de flores por todas partes como si de San Valentín se tratase, cenamos cada plato que nos sirvieron e incluso comimos cada postre de la carta. Luego de eso terminamos en una discoteca local, bebimos, cantamos y saltamos como unos locos a los que el mundo les importaba una mierda, y en definitiva era así. Paul se sentía igual de perdido que yo, escribía cada día en su novela, sí, pero todas las noches terminaba borrando lo escrito. No se había enamorado en seis o siete años, no tenía una buena relación familiar más halla de su padre. Había pensado en abandonarlo todo varias veces en su vida, por suerte sigue aquí, junto a mí y espero que por mucho tiempo.

Paul era uno de los chicos más dulces que había conocido nunca en mi vida, me contó tantas cosas de su vida, de su infancia que en a penas un segundo, solo pude quererlo. Me contó que de pequeño había sufrido bullying por su aspecto físico, que de adolescente las chicas ni siquiera le miraban a la cara. Que en la escuela le iba mal y también fuera de ella. Su madre había amenazado con irse de casa varias veces después de sus intentos de suicidio, lo hizo, se fue, pero por suerte para él pudo cambiar sus pensamientos y hacerse fuerte con todo ese vacío que alguna vez había sentido.

- Danielle, hay una chica observándonos - me susurró Paul al odio sacándome de mis pensamientos, por instinto seguí su mirada hasta dar con dicha chica. Es cierto, nos miraba.

No le quisimos dar ninguna importancia, la noche transcurrió y el día de la despedida llegó.

Me encontraba en la estación de tren de Wilmington con un Paul apenado por mi partida y conmigo completamente perdida.

- Te voy a echar mucho de menos - dijo él poniendo pucheros

- Yo a ti también - confesé - Han sido los mejores días, ojalá pudiera quedarme - dije abrazándole fuerte - Prométeme, que nos llamaremos cada día, ¿sí?

- Dalo por hecho, no te vas a librar tan fácil de mí - dijo apretándome más fuerte

Subí al tren, por suerte tenía mi asiento junto a la ventana. Me despedí con la mano de Paul y finalmente partí. Me puse los cascos con mis canciones favoritas, últimamente me había enganchado a Dermot Kennedy un cantautor Irlandés, pocas paradas más tarde una chica se sentó a mi lado. No le presté ninguna atención por varias horas, me entretuve con el móvil y el libro viejo que Paul me había regalado por navidad.

Estábamos a la altura de Baltimore cuando comenzamos a hablar.

- Perdona, por casualidad no irás hasta Nueva York, ¿no? - me pregunto un poco cabizbaja

- Sí, ¿por qué? - he de decir que me extraño dicha pregunta, pero respondí como a cualquier otra

- Uf que alivió, es la primera vez que viajo allí y estoy bastante nerviosa, por cierto me llamo Vanessa, soy de Jacksonville, ¿lo conoces? La verdad no me gusta mucho, pero en fin, perdóname hablo mucho cuando estoy nerviosa - dijo volviendo la vista hacia mí

- Tranquila, yo me llamo Danielle - la sonreí - Es normal que estés nerviosa, yo también lo estaba la primera vez que viaje allí

- Encantada - dijo muy sonriente - Entonces, ¿vives allí? ¿O vas de vacaciones? Perdona, parece un interrogatorio - rio y yo reí con ella - Yo voy a estudiar, estudio, digamos que letras para luego poder trabajar en una editorial escribiendo libros o corrigiendo a nuevos autores

- Eso suena genial, yo, bueno ahora mismos no tengo nada que hacer allí, pero si vivo allí con un amigo

- Vaya, seguro que te va muy bien en muy poco tiempo. No sabrás si la zona de Park Slope, ¿está bien?

- Ojalá, gracias - respondí con una sonrisa nuevamente - Creo que sí, está más o menos cerca de donde vivo, pero aún no lo he visitado

- ¿En serio? - gritó de alegría y yo reí - Entonces seremos vecinas o casi vecinas - dijo muy emocionada, yo asentí

Y aunque pareciera raro e inusual, nos hicimos amigas en ese mismo instante. Pasamos todo el viaje hablando de nuestras vidas, Vanessa era la menor de cuatro hermanos, había nacido en Jacksonville y nunca había salido de allí. Su pasión por los libros comenzó desde muy pequeña, según me contó, era la única forma de evadirse de la escuela y de su casa.

Cuando llegamos a Nueva York la vi tan perdida que me ofrecí a acompañarla hasta su nueva casa, compartiría piso con otras dos chicas y eso le tenía bastante asustada. Yo al contrario que ella sabía que le iría bien. Llegamos y si, en definitiva, le iría bien, era dos chicas de lo más encantadoras, Candice y Brooke.

Ayude a Vanessa a desempacar un poco sus cosas y me despedí de ella, no pude evitarlo y le di mi número para que necesitara lo que necesitara me tuviera ahí, sabía muy bien lo difícil que es llegar sola a una ciudad en la que te dan portazos en la cara y de verdad nadie merece eso.

Por fin, después de demasiadas horas llegué a mi casa y ahí estaban mis chicos con el ceño fruncido mirándome como entraba, los había echado tantísimo de menos

- No se suponía que llegabas hace - miro su reloj y grito - TRES HORAS, ¿Dónde estabas Dani? Estaba superpreocupado por ti - me dijo Álvaro abrazándome

- Tenía unos asuntos por resolver, pero ya estoy aquí, sana y salva - dije devolviéndole el abrazo

Pedimos unos Kebab's de cenar y nos pusimos un nuevo capítulo de la serie que cada semana veíamos juntos. Y así fue como volví a Nueva York con mis mejores amigos.

Mañana sería un muy buen día, me dije a mí misma justo antes de cerrar los ojos para por fin dormir.

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Perdonar mi tardanza en subir nuevos capítulos, pero estaba bloqueada y no sabía cómo seguir. Ahora si volvemos a la carga, espero. Gracias por leerme 💘

"QUÉ PUEDE SALIR MAL"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora