Silencio

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- Danielle -

Sus labios tocaron mis labios haciéndome temblar como la primera vez que me beso.

Continuó depositando pequeños besos por mi mandíbula hasta llegar al punto bajo de mi oreja, aquel último beso me hizo gemir. Yo inconscientemente ascendí mis manos hasta su pelo, me perdí en él por varios segundos mientras él descendía por mi cuello llenándolo de besos húmedos.

Entonces paro al instante haciéndome volver a la realidad, abrí mis ojos para encontrarme con los suyos, estaba de pie ante mí tendiéndome su mano. Sin mediar palabra estiré mi brazo hasta él, sus ojos calor café ardieron al instante en el que lo rocé. Agarrados de la mano me guio hasta su habitación.

- ¿Estás segura de esto? - me pregunto ansioso

- Sí - el tono de mi voz había cambiado y el calor de mi cuerpo había ascendido

Sin pensarlo mucho avance lentamente hasta encontrarme a unos pocos centímetros de su boca, la comisura de sus labios se elevaba curva mientras me observa, yo me humedecí mis labios ante su atenta mirada.

Lo deseaba.  

Su mano agarró el dobladillo de mi camiseta y sonrió, una sonrisa maliciosamente sexy apareció en su casa. Tiro de él hacia arriba para deshacerse de ella. Me miro, me miro de un modo en el que me hizo perder la cabeza, fue como si después de mucho tiempo me volvieran a ver por primera vez.

Mis manos ascendieron hasta su cuello y lo besé, fueron besos llenos de pasión y deseo emergente entre nosotros. En mi valentía y deseo por él, me deshice de su camiseta, observe inmóvil su cuerpo por varios segundos, era musculoso, pero no exagerado. Tire de él hacia la cama y lo observe caer en ella. Ante su atenta mirada clavada en mí me deshice de mi pantalón, para segundos después colocar todo mi peso sobre él.

Nuestros labios se fundieron de nuevo, en un acto de debilidad por mi parte, él giró mi cuerpo dejándome abajo, sus labios comenzaron a bajar despacio por mi cuello y mi pecho, eso hizo que gimiera de placer.

A medida que bajaba más, mi cuerpo ardía más y quería más de él. Una de sus manos se posó en mi cadera, mientras que con la otra se deshizo de mi parte interior, sus labios se amoldan a mi cuerpo, mientras que mis manos recorrían mi cuerpo lleno de placer. Con sus caricias un gemido escapo de mis labios.

- Me encanta esto

Una enorme ola de calor recorrió todo mi cuerpo al escucharlo y entonces, sin previo aviso, su lengua llego a mi núcleo. Lo recorrió con lentitud haciéndome temblar con cada movimiento, yo me aferraba a la sábana como podía, pero mis piernas temblaban con cada una de sus caricias.

Mi vista comenzó a nublarse, mis ojos se entrecerraron y grité su nombre de placer. Con mi pecho acelerado y mi voz entrecortada después de varios intentos pude hablar.

- Desnúdate - salió de mi boca

Joe siguió mis órdenes y en cuestión de segundos ninguno teníamos nada encima.

La lujuria ardía en nuestras miradas.

Esta vez yo tomé el control quedándome arriba, nuestros cuerpos se pegaron sin dejar separación, encajábamos, parecíamos diseñados para estar juntos.

Él me agarro con firmeza de las caderas para sentirlo aún más cerca, estaba a punto de dejarme ir cuando abrí los ojos para verle, me miraba con los ojos más llenos de amor que había visto nunca y su boca se tornaba alegre, estaba tan guapo aún con el sudor cayendo por su pelo.

Me abracé aún más a él, necesitaba sentirlo lo más cerca posible por si fuera la primera o la última vez que lo hacía.

Y entonces, entre sus besos y sus caricias, mi cuerpo explosionó con el suyo.

Caí en la cama junto a él, cansada y feliz. Ninguno dijimos nada, pero Joe paso su brazo por mi hombro acercándome a él, yo seguí su idea y me abracé a su pecho desnudo. Nuestras respiraciones antes aceleradas se habían calmado, pero nuestro momento romántico no podía durar más.

- Joe, he de irme, mañana trabajo - dije separándome de su cuerpo, él ni siquiera reaccionó

Estaba a punto de salir de su cama cuando agarro mi mano.

- Quédate - dijo casi suplicante - Quédate y mañana te llevaré a donde necesites ir

Sin pensarlo dos veces volví a acostarme junto a su cuerpo, el cuerpo más perfecto que nunca había visto. Estaba tan jodidamente enamorada de él, que a mi vista él siempre sería la más pura perfección.

Desperté sola en aquella enorme habitación, me vestí lo más deprisa que pude y salí al salón, Joe no estaba allí. Lo llamé varias veces, pero el único que apareció ante mis reclamos fue Sirio. Me sentí destrozada, usada y sola.

Mi mente soñadora nunca hubiera imaginado que las cosas serían así.

Cogí mis pertenencias y el poco amor que sentía hacia mí misma y me fui de allí.

El camino a casa fue triste y solitario.

Escribí a Joe para avisarle de que me había ido y de que necesitaba mi maletín de trabajo que seguía en su coche, lo vi en línea, escribiéndome y entonces nada.

Silencio al otro lado de la pantalla.

Hubiera esperado cualquier otra cosa de él, incluso que todo hubiera quedado en una buena noche, pero esta cobardía por su parte, me destrozo.

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Espero que os guste el capítulo, es la primera vez que escribo algo así jeje

Gracias siempre por leerme 💘

"QUÉ PUEDE SALIR MAL"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora