Capítulo 29: Año nuevo, una batalla nos espera

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Como era de esperar luego de la visita de Ian no pudimos conciliar el sueño. Nos quedamos abrazados observando el amanecer desde la terraza, un bonito panorama antes que se desatara la tan esperada batalla entre Kachinas y Nephilim.

Yo estaba abrazada al cuello de Luke, con mis piernas sobre su regazo mientras él me mecía tierna y lentamente de vez en cuando. Sus labios descansaban en mi frente y ocasionalmente me daba un beso corto mientras yo le respondía con otro en su cuello o mentón. Parecía que ninguno de los dos quería hablar. Era un momento tranquilo de paz infinita y estábamos los dos solos, nos teníamos el uno al otro y con eso bastaba. Quise detener el tiempo en este momento.

Bajé mi mano suavemente por el pecho de Luke hasta su lado izquierdo, donde sentí su palpitante corazón a través de nuestras pieles. Era excitante y lleno del más puro amor al mismo tiempo.

Lucas levantó una de sus manos, la que descansaba sobre mis muslos, para encontrarse con la mía, apretándola un poco. Luego la elevó hasta su boca y besó mi palma, contadas veces hasta que me causó cosquillas.

–¿Qué sucede? –preguntó extrañado.

–Me haces cosquillas.

–Ah, cosquillas –sus ojos se iluminaron, seguro recordando la vez que le enseñé lo que eran.

Comprobé que sí estaba recordando cuando su mano soltó la mía y me apretó sobre la rodilla, entonces tuve que mover mi pierna para zafarme de su agarre mientras reía como una salvaje.

–No, no, no sigas… Lucas, por favor.

–Es divertido hacerlo.

Me crucé de brazos cuando dejó de torturarme. Lo miré con el ceño fruncido. Lucas puso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja antes de besar la punta de mi nariz y luego mis labios, succionando con cautela mi labio inferior. Obviamente destensé mis facciones, es más, solté una sonrisa mientras correspondía su beso.

Soltando una risa de suficiencia, casi mofándose de mi reacción, Luke me tomó en brazos y me llevó directo a su habitación, sin despegar nuestros labios. Sin duda él podía generar esos drásticos cambios de humor en mí.

Desperté sintiendo un cansancio inmenso sobre mi cuerpo pero al mismo tiempo me sentía llena de felicidad. Abrí los ojos, pestañeando varias veces hasta acostumbrarme a la luz del sol que estaba en lo más alto, iluminando la habitación. Estiré mi brazo para tocar a Luke pero él no estaba en la cama conmigo. Rápidamente me senté y observé la gran estancia, pero yo estaba sola.

Me acerqué al ventanal que daba a la terraza pero tampoco se encontraba ahí. Soltando un bufido me encaminé al baño. Me llevé una gran sorpresa cuando vi a mi dios griego dándose una ducha, ajeno a mi mirada. Tuve que contener una exclamación mordiendo mi labio inferior.

Mis mejillas se colorearon al recordar todos nuestros encuentros que pasaron como una diapositiva de fotos en mi mente, al mismo tiempo que lo contemplaba frente a mí, duchándose desnudo, todo perfección. Sus manos pasaban por su cabello mojado y luego por sus hombros, sacándose la espuma del cuerpo.

Apoyada todavía en el marco de la puerta no me di cuenta cuando Lucas detuvo su tarea de limpieza y me observaba con una sonrisa de medio lado, una sonrisa que debería estar prohibida por muchas religiones del planeta. Sus ojos llameando. ¡Este Kachina era insaciable!

–Acompáñame –abrió la transparente puerta corrediza de la ducha y me extendió su mano, la cual tomé gustosa.

Me ayudó a entrar, comprobé que era bastante espaciosa para dos. Sin duda todo el edificio había sido construido pensando en compartir. Levanté mi mentón para observar sus hermosos ojos morados. Lucas me sonreía nuevamente de ese modo que hacia mis rodillas flaquear. Sus manos se cerraron alrededor de mi cintura y me empujó un poco para que el agua tibia chocara contra mi cabeza. Eché la cabeza hacia atrás y cerré los ojos, respirando al mismo tiempo por mi boca. Mientras me mojaba el cabello Lucas pasaba jabón por mi cuerpo, el cual a pesar de la ducha, estaba ardiendo bajo su tacto.

Un novio de otro mundo #1: DestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora