Papá llegó ese fin de semana con nuevos ánimos. Al parecer, el viaje a Francia era un hecho y mamá era la más contenta de todos con esa noticia. Yo y mi hermano en cambio solo lo creeríamos cuando el auto se pusiera en marcha con todos nosotros dentro.
Ahora estaba ayudando a mi papá con las luces navideñas de la entrada mientras mi hermano sacaba la nieve con una pala, despejando el ante jardín lo máximo posible. Mañana era la víspera de navidad y recién ahora estábamos decorando la casa porque siempre papá se encargaba de esa tarea, por ende había que esperarlo aunque lo hiciera a última hora. Las casas de todo el vecindario estaban iluminadas desde hace semanas, incluso un mes. Mamá se encontraba limpiando el interior de la casa, ella ya se había encargado de armar el árbol hace una semana, el cual estaba ubicado en el salón.
Con papá ya casi terminábamos, había sido una larga tarea poner luces de colores por todo el borde de la fachada. Ahora terminábamos de poner las luces del techo y él estaba encaramado en la escalera mientras yo le iba pasando las luces. Era una tarea que hacíamos todos los años y cada uno tenía sus tareas preestablecidas pero esta vez para mí era algo completamente monótono, ni siquiera lo estaba disfrutando.
Lucas no había aparecido en todo este tiempo, como era de esperar. Realmente no sé porqué seguía esperando que apareciera, después de todo lo había rechazado y tratado pésimo para que se alejara de mi lado. Como no me había vuelto a sentir perseguida y mucho menos vi a un Nephilim sabía que ambos estábamos a salvo. Eso era lo importante.
Pero Lucas no apareció nuevamente cerca del camarín de hombres, ni en ningún otro lado de la escuela o cerca de mi casa. Tampoco iba a llamarlo, eso era impensado. Ni como último recurso a mi triste vida iba a llamarlo. Ellos probablemente esperaban eso.
–Dame mas luces –Desperté de mi estupor cuando papá estiró su mano hacía mi insistentemente.
Recogí la última tira de luces en la caja a mis pies y se la pase de a poco, tirando a medida que él las iba posicionando al borde del techo. Unos cinco minutos después papá había conectado las luces, las cuales brillaban hermosamente. La casa al fin estaba vestida de navidad. Mamá salió a la calle para apreciar su hogar con una sonrisa orgullosa, mientras que Dave hacía lo propio apoyado en el mango de la pala. Ayudé a papá a bajar las escaleras y antes de llegar al último escalón pegó un salto.
–Más cuidado, querido –Mamá lo miró asustada.
Era divertido verlos demostrarse ese cariño después de tantos años de matrimonio, a veces la rutina mataba aquellos apelativos amorosos, los abrazos, los besos e incluso la intimidad. Ahora, de eso último no quería saber.
–¡Piensa rápido! –Al girarme una enorme bola de nieve cayó justo en el centro de mi frente. Me tambaleé hacia atrás antes de enfocar mis ojos en la cara sonriente de Dave, quien se apretaba el estomago y llegaba a atorarse por la risa.
–¡Oye! Cuidado con tu hermana.
–La reina del baile –Bufó–. Lo siento, milady –Hizo una fingida reverencia. Mamá meneó la cabeza pero también sonrió, igual que papá.
–Cabeza hueca –Le lancé una bola de nieve pero él la tapó con el brazo.
–Ya, entremos o terminaremos congelándonos.
Papá parecía ser el más sensato. Todos entramos al interior de la casa, todo estaba muy calentito gracias a la calefacción central, pues la chimenea solo estaba de adorno. Aquellas casas tenían sus años y en algún tiempo la chimenea sí había servido para calentar el ambiente.
–Oye, tengo que hablarte de algo –Mi hermano se acercó y me susurró al oído, sin que mis padres lo notaran.
La verdad es que su tono de voz denotaba un dejo de preocupación, lo cual me impresionó bastante. Es decir, que me hablara directamente era raro pero además me estaba hablando confidencialmente. Lo miré expectante pero él me indicó con un gesto que subiéramos.
ESTÁS LEYENDO
Un novio de otro mundo #1: Destinados
Storie d'amoreAmy es una chica que sufre los maltratos en la escuela junto a su mejor amiga Fanny. Después de clases, ambas se olvidan de su penosa realidad y escriben historias que luego suben a la web, como terapia para olvidarse de los malos ratos. Un día, Am...