Cap. 25 «Apostando»

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RENESME P.O.V.

Ya en los aposentos pude volver a sentirme tranquila. Lo cierto es que lo había pasado muy mal ahí, en la sala de tronos, porque por más que lo lograra ocultar perfectamente temía que en todo momento que Alec hiciera algo que supiera que me haría daño, que le pasara algo a mis bebés -aunque habían prometido mientras antes Alec parecía estar perdido en una onda completamente diferente no acercarse a ninguno de ellos, ni hacerles nada- o que estallara una pelea que nos matase a todos como la que casi crea Jane -porque aunque en un principio la apoyara, a medida que la tipa esta que se va a casar con Alec se acercaba, me iba poniendo más de los nervios e instintivamente había puesto a mi hermana y a Jaime, que tenían a mis bebés, detrás míos para protegerlos.

A Jane y a mí nos habían dado nuestras viejas habitaciones, por lo que otra vez volvía a estar cerca de la habitación de Alec, lo cual maldecí. Conseguí que Aro mandara a alguien del clan a por un par de cunas y ahora mismo las estaban habilitando mientras yo deshacía nuestras maletas.

La habitación seguía exactamente igual que como lo habíamos dejado y, tras  deshacer mi maleta mientras mis bebes dormían, yo fui a la habitación de Jane. Llamé a la puerta pero nadie reaccionó y la abrió, por lo que supuse que no habría nadie en su interior. ¿Dónde podría estar?

Tras asegurarme de que Sofía y Enzo dormían profundamente, cerré la puerta en silencio y deseé que nadie de la familia fuera capaz de atravesar esas puertas. Pasé  por la sala de música en la que tantos recuerdos había acumulado por meses, pero ella no estaba ahí. Aún así entré a echar una ojeada al lugar y parecía que nadie había vuelto a pisarla desde que nos fuimos. Los instrumentos estaban llenos de polvo y el suelo un tanto sucio. Pasé la mano por el piano cerrado y esta dejó la marca, por lo que retrocedí y me fui de la habitación antes de dejar más constancias de que estaba en esa sala sin permiso.

Seguí mi camino en dirección a la recepción, pero el sonido de unas voces discutiendo en la sala de tronos llamaron mi atención. Yo me apoyé en la puerta y puse mi oído en la conversación.

-No me lo puedo creer. A estas alturas de la boda y nos fallan los músicos ahora. Y encima esa Cullen y su grupito ya me tienen hasta las narices- reconocí la voz de la estúpida esa que se va a casar con Alec-. Además, donde esta Alec ahora. Se supone que debería  estar aquí para los invitados.

-Te recuerdo que el no sale nunca de su habitación durante el día desde que firmamos el trato -reconocí la voz de Félix-. Ya mucho hicimos para que no estuviera encerrado las veinticuatro horas del día en la oscuridad y soledad de su cuarto, como lo hizo los dos meses siguientes tras la ida de su hermana. Y ahora, si no les importa, yo también quiero irme.

-De eso nada, todavía tenemos que resolver lo de los músicos- esta vez no reconocí la voz de la hablante, pero supuse que sería la prometida de alguno de los otros dos candidatos al trono, como me había enterado por Jane.

-Sí.  A ver como vamos a conseguir unos músicos con tan poca antelación- dijo otra voz femenina.

-Nosotros sabemos tocar, podemos ser vuestros músicos sustitutos- salió de mi boca antes de que pudiera controlarlo, mientras abría la puerta con suavidad.

Todos se giraron a mirarme expectantes, porque obviamente no esperaban mi presencia en la habitación, pero Aro fue el primero en poner una sonrisa e intervenir.

-Mi querida Renesme, eso es increíble pero... ¿Quiénes son esos músicos que tu sugieres? Además, ¿les va a dar tiempo de prepararse para la boda?

-Seríamos Irina, María, mi hermana, mi prima, Jane y yo- les dije-; y opino que somos completamente capaces de ello.

Amor por defecto -RENESLEC-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora