Amor por defecto -RENESLEC-

Cap. 26 «¿Qué hubiera sido?»

ALEC P.O.V.

Me odia, definitivamente Renesme me odia por todo lo que cree que hice. Y lo peor es que tratar de arreglarlo es tirar por la borda todo lo que me he sacrificado por salvar. Empezando por la propia Renesme. Hará como media hora que dejé de escuchar ruidos en su habitación, por lo que supuse que la habrían despejado. Otra vez.

Una de los bebés se había puesto a llorar otra vez y yo no podía soportar seguir oírlo llorar sin moverme de aquí y tratar de acceder a la habitación para calmar a cualquiera de los dos bebés estaba llorando. En lo que me ponía en pie, dos llantos diferentes se unieron en una rara melodía, que me dio a entender que no pararían de llorar si alguien no los acompañaba y tomaba en brazos. Salí de mi habitación y, por segunda vez consecutiva en unas tres o cuatro horas, me colé nuevamente en la habitación de Renesme para calmarlos.

Ya no lloraban en mis brazos cuando noté que la puerta se abría y está vez si me giré con la sensación, no la eludí como antes. Ya me esperaba otra bronca por parte de Ren, pero ahí no estaba ella. En su lugar estaba Edward, el padre de Renesme. No me desmayé porque tenía a los bebés conmigo. Estaba acojonado del miedo y de lo que intimidaba Edward al igual que lo hacían sus hermanos. Pero aún así, yo tan solo deposité a cada bebé en su cuna y traté de alejarme levantando mis manos en señal de rendición. Pero él en vez de gritarme, insultarme o darme una ostia, se sentó sonriente en la cama de su hija y me invitó a acompañarlo. Por un momento temí hacerlo, pero después temí más el que pasaría si no lo hacía, que si lo hacía.

Aún así, él no hizo nada en mi contra, tan solo se quedó ahí sentado mirando fijamente hacia la puerta del baño de Renesme -que estaba justo enfrente de nosotros-, en completo silencio. Yo me quedé mirándola también, a la espera de que Edward hablara.

-¿Sabes por qué estoy aquí?- me preguntó por fin, para romper el tensó silencio que nos rodeaba.

Yo lo miré y vi que él se giraba también con una expresión que no supe reconocer- lo que no me calmaba lo más mínimo-.

-No- contesté con un hilo de voz.

-Bueno, pues tendré que decir todo yo. Sé exactamente lo que le hiciste a mi hija y, antes de que me digas nada, tengo ambas versiones de la historia por lo que se perfectamente como juzgarte en estos momentos.

¿Me estaba advirtiendo? ¿No me haría nada al lado de sus nietos, verdad? Descarté esos pensamientos al instante, pero un solo instante le fue suficiente como para percibir mis pensamientos.

-No, no tengo la más mínima intención de matarte- eso me hizo soltar el aire que por el estrés había estado conteniendo-. Pero sé lo que hiciste y que sepas que por ello vas a sufrir. Al igual que lo está haciendo mi querida Renesme. Porque sé cómo se miran, y tras todo ese dolor mutuo entre vosotros, sigue habiendo amor-. El pareció frenarse al ir a decir algo, mirando hacia sus nietos que no comprendí y me resultó raro, pero lo dejé estar para seguir escuchando lo que tenía que decir. Pero no dijo nada, por lo que yo intervine.

-¿Por lo que no me vas a causar una muerte lenta y tortuosa por haber hecho daño a Renesme?

Él negó con la cabeza y casi se puede decir que se río de mi comentario.

-No. En el fondo me sorprende que arriesgaras todo lo que sentías por ella y lo que tenían juntos, por el hecho de que tanto ella como tu hermana estuvieran a salvo. Pero...no te puedo asegurar que ese sea el método correcto. En su momento yo también tomé una decisión como la tuya y terminé al punto de auto condenarme para que ustedes me mataran. ¿Lo recuerdas?- yo asentí.

Era cierto. Como no lo había recordado. ¿Me habría condenado yo de la misma manera que lo hizo el hace unos años. Estaba claro que sí, porque sino, no estaría en el estado en el que he estado desde que se fueron. ¿Realmente hice lo correcto? Y peor todavía... ¿Dejaré de arrepentirme por ello algún día?