La madrugada caía a los pies de la tierra, oscureciendo todo el entorno, siendo iluminado solamente por los faroles callejeros y el singular brillo de la luna menguante que se asomaba en el centro de el entorno gélido.
Volviendo a Seattle y su clima tan temperamental, que lleva el frío a cada rincón de la intrépida cuidad. Aquel aire helado del cual no se esconde nada, ni nadie, fuere donde se encontrase, no se podía huir de el.
Tarde o temprano quebraría tu alma sin retornos, haciéndote figurar en el eje de lo que alguna vez creíste que sería, lo que vivirías.
Hasta lo más profundo, de los cuerpos, desnudando el alma de los individuos que caminaban bajo la nevada que iniciaba. Los copos de nieve manchando el asfalto, comenzando a cubrir los árboles y los finos bordes de aquella ventana de hospital.
Tras aquellos círculos cristalinos llevados para mejorar su visión, su larga melena azul añil con algunas canas, los años marcaban un ciclo en ella aunque no el más antiguo.
Lilith Clawthorne era uno de esos seres transparentes ante el invierno que se colaba entre la brisa por su cuerpo, revelando hasta su más profunda debilidad escondida bajo aquella coraza de secretos, muchos, con los que había tenido que cargar, sin embargo el cyan de sus irises seguía perdido en la belleza de aquella noche, preguntándose el porque había olvidado su propósito.
Entonces rememoró y sus ojos se volvieron en la incertidumbre, de no saber y de no entender las similitudes de aquel manto blanquecino y frío de nieve que cubría los bordes del cristal, aveces sentía tanto y a la vez tan poco que no conciliaba ser o no ser quien hoy manifestaba. Era un personaje poco relevante según ella misma, pero al menos cumplía bien su tarea.
Su tarea. ¿Acaso alguien le preguntó alguna vez si estaba de acuerdo con lo que le habían hecho cargar?
El sonido de las máquinas de aquella habitación era apenas lo único que se podía audir en esas altas horas, y sus ojos recorrieron el monitor, hasta los bordes de la cama. El cyan se cristalizaba, apenas su mirada iba subiendo hasta aquel pequeño brazo, conectado a una intravenosa, quien sabe cuánto tiempo, ya había perdido la cuenta.
Sus cabellos azabaches bien peinados, tal vez más de lo que ella lo recuerda, su pálida piel, y quizá, más que antes. Se visualizaba como un pequeño ángel que descansaba profundo, bajo aquellas sábanas, con aquella ropa típica hospitalaria, sin apenas dar inicios de presentar un movimiento.
Lilith se deshizo de las lágrimas bajo sus lentes, ubicando su mirada en la mano que sobresalía de las sábanas, lo miró enternecida, acercándose con sumo cuidado, para tomarla, al tacto helada, tal vez más que la propia nieve que comenzaba a caer. Acarició sus dedos, con cuidado, como si temiera lastimarlo, y allí estuvo algunos segundos, sujetandolo.
La culpa la corrompía, su pecho se apretaba cada día que tenía que verlo en aquel estado.
- Se que el país de los sueños se siente bien, pero, tienes que volver aquí. Sabes que nunca será lo mismo si no estás. - Mencionó, con la voz rota, aún sujetando la mano del peli negro. Ella intentaba no llorar, se había vuelto una rutina.
- La casa está tan vacía sin tí mandoneando, y durmiendo en los sofás. - Dejó salir una risa melancólica, acariciando su mano, no recordaba cuanto había crecido desde la primera vez que lo tuvo entre sus brazos, Lilith no cree que hallan pasado 12 años desde aquel entonces.
- No se como fue que creciste tan rápido. Extraño verte pelear con los niños en el parque por el tobogán. El Rey de tobogán, siempre fuiste alguien muy competitivo, me recordabas mucho a alguien. - La nostalgia la invadió, mientras dejaba escapar un suspiro, aún sujetandolo.
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𝘍𝘪𝘳𝘦𝘸𝘰𝘳𝘬 ❊ 𝘓𝘶𝘮𝘪𝘵𝘺
FanfictionLuz Noceda amaba todo, aunque tuviese que conformarse con mirar constantemente el mundo a través de sus ventanas de cristal. Con ganas intensas de tocar hasta la última gota de lluvia sumida en el césped, con las plantas de sus pies. La libertad par...