4↠✰ 𝘛𝘳𝘢𝘵𝘰 𝘙𝘰𝘵𝘰. ✰

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Tocaba el ocaso, el atardecer.

Cuando el Sol comenzaba a ponerse tras los árboles que rodeaban Génesis, justo como ella lo recordaba, cada año, en cada estación, su mirada recaía bajo aquel Sol, tan exhausto como ella del día a día, rogando tener un momento para descansar de irradiar luz y esconderse bajo las olas del mar, hasta el día siguiente. Era su forma de sentir la libertad a todo lo que aún la ataba, la sujetaba con fuerza, y la llevaba a perder su poca fé de que al día siguiente todo estaría bien.

Porque nunca fue así, no desde ese día.

Nadie le preguntó si realmente ella quería esto. Pero estaba llegando a su límite. Tal vez debió abandonarlo todo y escuchar a Luz esa tarde, tal vez y solo así ahora sería libre.

Tal vez sólo así iba a lograr protegerla.

Pero este atardecer no sería presenciado por sus ojos como los anteriores.

Se encontraba ferviente de miedo, uno que le quemaba la piel, justo en el centro de aquella Iglesia, mirando la imagen de María como si estuviera pidiendo piedad de lo que se encontraba a su alrededor. Pero nadie parecía apiadarse de ella.

El estaba ahí, delante de ella, y sabía que pasaría, estaba preparada para enfrentar las consecuencias de sus actos.

- No te lo voy a preguntar dos veces. ¿Dónde está? - El ambiente era tenso. Los ojos fríos azulados se clavaban en el ámbar titilante de la mujer de cabello platinado.

- Ya te he dicho que no lo sé. - Edalyn tembló. Philip la miraba penetrante, como si quisiera quebrarla, y lo lograba. Ella estaba temblando, disimuladamente.

- Te vieron con ella el día que se escapó, ¿Crees que soy tan estúpido como para pensar que no sabías que era la hija de Camila y la ayudaste a huir de mi? - Eda no parecía asustada, no podía mostrar debilidad ante Philip, lo conocía mejor que ninguna otra persona y siempre fue consciente de le gustaba destruir mentalmente a las personas. Por suerte o desgracia, con Eda lo había hecho tantas veces que ya no le afectaba.

- Oh, Luz es una buena niña, y no voy a dejar que la corrompas como lo hiciste conmigo. - Mencionó intentando cortar, pero el hombre solo sacó una risa, dando vueltas por su alrededor, haciéndola sentir más inquieta, e insignificante.

- ¿Resentida Edalyn? Yo diría que te dí un muy lindo regalo. - El hombre acercó su aliento retorcido a la albina, tomando entre sus manos el medallón que cargaba, intentando quitárselo. Eda reaccionó rápidamente a apartarlo del objeto.

- Sabes de nuestro intercambio, teníamos un acuerdo, yo no he roto mi parte, así que tu no puedes hacer nada, y yo no se donde está Luz, y si lo supiera no te lo diría. Camila no pudo, porque era demasiado débil, pero yo si, me aseguraré de que Luz este lejos de ti. - Aquello colmó la paciencia del hombre, había tocado un punto demasiado severo.

Camila.

En menos de dos segundos se encontraba estrangulando a la mujer entre sus brazos. Eda forzajeaba, pero comenzaba a perder el oxígeno, el la atacaba con toda su fuerza contenida. No terminó con ella, la dejó en el suelo tosiendo mientras se tallaba las marcas de asfixia en su piel, y lo miraba con miedo. No era la primera vez que veía pasar la vida por delante de sus ojos.

- Nunca más, te atrevas, a mencionar su nombre en mi presencia, ¿Me has escuchado? - Advirtió, dejando a Eda hiperventilar en el suelo.

- Mi paciencia se agota. Knock Knock, Edalyn, o es que acaso quieres que le haga una pequeña visita a.. - Ella no lo dejó terminar, no podía dejar que eso sucediera.

- ¡Te diré quien se la llevó! - Las lágrimas cansadas de ella llegaron a manchar el suelo de madera. No tenía opción.

- La hija menor de los Blights. - Entró en la habitación, la Madre Superiora, con una expresión cansada y molesta por el alboroto recreado en su iglesia. Conocía bien a Philip, y que no se iría sin tener una pista que lo llevara directo a lo que buscaba. Luz. Ella le dio la pista que buscaba, Eda no pudo hacer nada.

𝘍𝘪𝘳𝘦𝘸𝘰𝘳𝘬 ❊ 𝘓𝘶𝘮𝘪𝘵𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora