12 años antes.
- Y siempre empieza de la misma manera.
El entorno era oscuro, tan nítido que apenas se podía ver una chispa de color rojizo y entre naranja brillar en la penumbra. Soyozos, y aquellas delgadas piernas que temblaban, corriendo hacia el vacío, buscaba la claridad.
Las hebras de su cabello se blandían y las lágrimas bajaban por sus mejillas, su pulso inestable y la incertidumbre de aquel escenario tan pútrido. Podía oler su asqueroso aroma, podía revivir aquella sensación de dolor en su cuerpo, besos forzosos planteándose en su piel, en sus labios, manchando su pureza.
La sangre manchando aquellas sábanas blancas, su uniforme de pupíla, rasgado, hecho pedazos por el suelo. Nadie escuchaba los pedidos de auxilio de aquella pequeña e indefensa alma.
Por más que seguía corriendo el parecía alcanzarla más rápido. No quería mirar atrás, a aquel vórtice de dolor, aquella perdición. Se vio a si misma derrotada sobre aquella cama, maltratada, pisoteada, con aquel casi infinito dolor entre sus flácidas piernas.
Entonces el la atrapaba en su carrera, y todo se volvía, oscuro.
- Y es así, como despertaba. - Ella sonrió de forma tán melancólica que podía sentirse en el aire. El ambiente pesado, y aquellos ojos ambarinos apagados, perdidos en la noche que asomaba en aquella misma ventana, de aquel mismo convento, que solía mirar, donde solía vivir.
- Necesitas ayuda, hermana. - Rizos de un naranja más intenso acompañaron a la joven en un abrazo genuino, con el cual se aseguraban de mantener sumo cuidado. Pues entre sus brazos, había alguien dormido.
- ¿Es hermoso, no lo crees? - Su sonrisa se pintó por primera vez, y el pálido rostro se volvió colorido en tonos carmín, meciendo a su pequeño bebé en brazos. Su hijo. Su único tesoro. Su dulce pecado.
Su maldición. A la que amaba, más que nada.
Fue su salvación en su momento más oscuro.
- Tiene porte de Rey. Se parece mucho a papá, aunque no lo recuerdes. - Comentó una nostálgica Lilith, perdida en un vanal recuerdo de su infancia, aquellos grandes cuadros tapizados y enmarcados en las inmensas paredes de su antiguo hogar, el rostro del señor Dell y de la señora Wengdolyn. Sus padres, antes de la tragedia.
Aquella que las trajo a aquel lugar.
Que las llevó a esto.
- King. - Dijo sin más, la sonrisa de Eda se ensanchó, mientras miraba dormitar al pequeño de tan sólo 3 mese de edad. La pureza en el le hacía olvidar todo lo que rodeaba a su alrededor, lo acunaba en su pecho como si se tratáse de la cosa mas frágil, indefensa y diminuta. Así lo veía ella. Sin embargo la expresión de Lilith no dejaba de parecer desconcertada.
- ¿King? - Añadió, reafirmando las palabras de su hermana, quien asintió, mientras la portadora de las gafas, parpadeaba varias veces.
- Le llamaremos King, Lily. - Parecía por primera vez, feliz. Una sonrisa genuina se pintó en su hermana mayor, quien sólo negó varias veces con la cabeza.
- Eso es un nombre de perro, Edalyn. - No estaba segura de que su sobrino se quisiera llamar de aquella manera, sin embargo ver feliz a Eda era más que suficiente para que estuviera de acuerdo en cada cosa que quisiera.
- Pero creo que le gusta, ¿no es así, King? - Acarició con cuidado una de las regordetas mejillas del pequeño, y hundió con suavidad uno de sus dedos en su piel, haciendo pequeños hollitos, cosa a lo que el infante respondió con una pequeña risa casi inaudible para continuar perdido en su sueño.
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𝘍𝘪𝘳𝘦𝘸𝘰𝘳𝘬 ❊ 𝘓𝘶𝘮𝘪𝘵𝘺
FanfictionLuz Noceda amaba todo, aunque tuviese que conformarse con mirar constantemente el mundo a través de sus ventanas de cristal. Con ganas intensas de tocar hasta la última gota de lluvia sumida en el césped, con las plantas de sus pies. La libertad par...