El amor es un misterio, una obsesión, un tema inevitable desde todos sus aspectos posibles, como la memoria y el exilio.
No existen amores prohibidos, pero si existen amores que uno no acepta cuando están al alcance de la mano.
Volviendo a Génesis, donde las cosas no estaban demasiado diferentes desde la huída de Luz.
El personal del Convento no mencionó nada más acerca de la fuga, sólo se advirtió a todas las internas que ninguna podría llevar los desastrosos actos de la menor Noceda, pues tarde o temprano las encontrarían.
Y quien sabe, el meticuloso castigo que les tocaría sobrellevar.
El invierno en la institución para pupilas siempre fue una época agradable, sin lugar a dudas. Donde las siervas del señor se dedicaban a brindar tributo al nacimiento del hijo de Dios, preparándose para las festividades Navideñas, con antelación, pues Diciembre estaba a la vuelta de la esquina.
Anualmente la Iglesia ofrecía cursos de diferentes actividades a las futuras Novicias, ya fuera jardinería, música clásica, o medicina.
La Iglesia tenía convenios con muchos colectivos industriales, dicho sea de paso, también con el Hospital General de Seattle.
La vacante de profesora de Medicina temporal, estuvo rondando mucho por las oficinas, pero a Emira Blight le gusta hacer bien su trabajo como Jefa, y decidió tomar el curso por sus manos.
Aveces se arrepiente de haber tomado esta decisión.
Aveces piensa que ha sido la mejor decisión que llegó a tomar en su vida.
A fin de cuentas, si no, no la hubiera conocido.
- Viney, la hermana Sandra ha dicho que ya llegó la señorita Blight. - Se escuchó desde fuera del consultorio. Y los dorados orbes de la de cabellos verdes se posaron en la silueta que brillaba por la entrada.
No muchas pupilas de Génesis estaban interesadas en la medicina, ¿Acaso era posible que fuera semanalmente a darle clases a una sola alumna como excusa para poder estar con ella?
La vió y casi se replanteó la existencia en ese mísero instante, sobre todas las cosas que habían pasado por su vida.
Recordó la primera vez, el día que la conoció, el día que supo que quería seguirla viendo todos los días.
"Maldigo la hora en la que nacimos en tiempos tan distintos", pensó Emira.
Pues cada vez que veía a Viney sentía que su alma volvía a llevar colores.
- ¡Vicky! ¿C-cómo estás? - Preguntó exasperada, su voz tembló, y la castaña parecía apenada, en el fondo sentía lo diferente en Emira, y eso lograba descolocarla. Ser llamada por aquel curioso sobrenombre le había empezado a agradar, llevar casi un año viéndola todos los lunes, justo a la misma hora, se había vuelto su pasatiempo favorito.
Los lunes eran los mejores días de Viney.
Pero eran los únicos días buenos que tenía Emira.
- He estado bien, Señorita Blight. Gracias por preguntar. ¿Y usted? - Tal vez Emira asoció su pregunta casual a algo más ilógico, y su expresión cambió a asustadiza, rápidamente respondió, espantando sus nervios lejos a una velocidad indescriptible.
- ¡He estado mejor que nunca, Vicky! - Su sonrisa se ensanchó, cosa que fue contagiosa para la de ojos esmeraldas, Emira pensaba que era un desperdicio no poder mirar aquel mar verdoso todos los días, sin embargo, debía contenerse.
Ella era su alumna, y ella su profesora.
Era una adulta, Viney una niña.
Y las cosas habían quedado bastante claras entre ellas, aquella noche.
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𝘍𝘪𝘳𝘦𝘸𝘰𝘳𝘬 ❊ 𝘓𝘶𝘮𝘪𝘵𝘺
FanfictionLuz Noceda amaba todo, aunque tuviese que conformarse con mirar constantemente el mundo a través de sus ventanas de cristal. Con ganas intensas de tocar hasta la última gota de lluvia sumida en el césped, con las plantas de sus pies. La libertad par...