Los rayos de Sol entraban colandose por la silueta de la ventana abierta en el cuarto principal de la residencia Blight. Sábado, 4 de octubre, o así ella lo recuerda. La brisa invernal despeinaba los cabellos mentolados de la pálida de ojos dorados, despertando somnolienta, al sentir algo bajo su cintura pincharla, reincorporandose en la cama, tallandose el rostro, deslizando sus cabellos entre sus dedos, para sacar de entre sus sábanas de seda, el objeto causante de su despertar.
- Entonces no lo soñé. - Dijó mientras observaba el broche que le trajo a tener una nueva inquilina en su casa. Por un momento soltó una carcajada en silencio, mirando las tijeras en su mesa de noche.
Se preguntaba que hora marcaba el reloj.
(- ¿Estará despierta? -) Pensó, después de todo tuvo que llevarla de vuelta a su habitación cargada, pues le fue imposible despertarla. Tiene un sueño profundo, justificó, pero no le dió importancia, después de todo, hoy se iría.
Hoy se iría.
Y es que después de todo esa mañana se sentía diferente en todos los aspectos, había algo molestando a Amity, algo que nisiquiera ella era capaz de comprender. Estaba terriblemente frustrada, enojada sin una razón en particular. Dió un brinco de la cama para pararse frente al espejo, parecía como si escuchara decir a Boscha, que la arruga de amargada que tenía molestándole en la cara había desaparecido, al menos por un día.
Abrió la ducha, y se despojó de todas sus ropas de dormir, no parecía tener ganas siquiera de hacer su cama, ¿Acaso tenía fiebre? Amity era terriblemente excesiva con la limpieza y organización, pero hoy, era lo de menos. ¿Había algo más importante que eso? Claro, eso era. Habia una intrusa en su espacio personal, en su casa, tocando sus cosas. Eso era. Una intrusa.
Dejó caer el shampoo en sus cabellos, las hebras castañas parecían querer cubrir la mayor parte de el, debía retocar su tinte, pensó. Claro, eso haría justo luego de que Luz se fuera. Después de todo, ella estaría bien, con la ropa que le regalaría y un par de dólares para el autobús, tal vez regresaría con su familia, quien sabe, ya que podría tratarse de un acto de rebeldía. De todas formas no la conocía, y no quería hacerlo, no era su asunto, no debía preocuparle, no le importaba. No, no en absoluto.
Enguagó sus cabellos entre sus dedos dejando caer la espuma. La espalda de Amity era envidiable, su constitución física era un tabú, era perfecta en cada ángulo, músculosa, abdomen marcado, pechos pequeños aunque proporcionados, cintura y caderas delineadas, simplemente era todo lo que cualquier mujer desearía, era una fantasía viviente a la vista de cualquiera.
Secó su cuerpo con una toalla, colocándose una sencilla camiseta blanca y unos jeans grisáceos, además de unas pantuflas, graciosamente en forma de gatos, su apariencia dentro de casa era ridícula si considerabas el estilo que imponía cuando estaba trabajando en su empresa.
Se sentó en su cama, mientras parecía seguir secando su cabello, y tomó su celular, tan sólo eran las 7 de la mañana, tal vez su despertador automático cerebral también contribuyó.
- Luz, Noceda. - Pensó. Tal vez demasiado. ¿Tenía curiosidad?
Se llama acoso. No, era un trabajo investigativo, tenía que saber a quien tenía bajo su techo. Tecleó su nombre en Google y entonces vió un enlace.
- Philip Wittebane, también conocido como el productor de Vinos más reconocido de Seattle. Camila Noceda, su esposa, fallecida. Con la que comparte dos hijos biológicos y una hijastra. - Parecía sorprendida, mucho más que eso. Hasta continuar leyendo.
- Lucía Wittebane, Hunter Wittebane y, Luz Noceda. - Lo más raro de todo, o lo que más le desconcertó, es que, no habían registros algunos de Luz. Habia información sobre Lucía, quien parecía tener 19 años, estudiaba Leyes en la Universidad de Seattle y Hunter, con 18 años, uno de los pianistas jóvenes más importantes del momento. Pero no había nada sobre Luz, o su madre, era como si no existieran. Algo comenzaba a picar en la cabeza de la Blight. ¿Por qué Luz había llegado a Génesis en un primer momento? ¿Quién era Philip? ¿Qué pasó con su madre? ¿Cuántas cosas escondía Luz?
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𝘍𝘪𝘳𝘦𝘸𝘰𝘳𝘬 ❊ 𝘓𝘶𝘮𝘪𝘵𝘺
أدب الهواةLuz Noceda amaba todo, aunque tuviese que conformarse con mirar constantemente el mundo a través de sus ventanas de cristal. Con ganas intensas de tocar hasta la última gota de lluvia sumida en el césped, con las plantas de sus pies. La libertad par...