Capítulo 21

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—Mmh, parece estar todo correcto con ella también. Eres una chica saludable, pero tienes un poco de anemia, solo debes cuidar un poco más tu alimentación. Ahora te receto algunas pastillas para el dolor de la menstruación, ¿estás bien con ello?

—Por favor, y gracias.

Nos encontrábamos todas en el médico para hacernos una revisión anual. El peso, altura, analíticas...

A mí me acababa de venir la regla, y estaba bastante muerta. Al parecer tengo la matriz invertida, por lo que los óvulos deben realizar más fuerza para salir durante todo el recorrido.

Dolía mil infiernos.

Si ésto es solo una pequeña parte del parto, deseo no tener hijos. Ah, no, que no puedo, me gusta Lisa. Oh, bueno, se puede tener por inseminación y...

—¿Ha terminado ya, Doctor?

A pesar de las insistencias de las chicas por qué tuviera un poco de intimidad, Lalisa se había quedado dentro de la habitación con nosotros. No sé si no se fiaba del médico, celos, o ambas.

Así que sí, me había visto desnuda y yo me estaba muriendo de vergüenza durante el proceso, pero poco a poco esa vergüenza desapareció.

—Así es —afirmó—. Pueden retirarse. Oh, toma ésto.

Me tendió amablemente el papel con la receta, por lo que deberíamos pasar por una farmacia.

Ya reunidas con las chicas, les dije que iría yo a por la medicina, que podían marcharse a casa. Últimamente estábamos siendo algo descuidadas con la prensa, y ahora definitivamente no les quitarían el ojo de encima, puesto que habían sacado How You Like That, y finalmente, THE ALBUM. La colaboración con Selena Gómez estuvo fantástica, pero por desgracia no conseguí que me dejaran pasar al set.

Conseguí de forma rápida lo que me había recetado el médico. Solo quería llegar a casa y dormir, me dolían demasiado los cólicos.

Andando hacia casa, o más bien hacia la casa de las chicas, ya que a pesar de llevar un tiempo viviendo allí no lo llegaba a sentir mi hogar, noté una presencia que me tenía inquieta. Paré para divisar un folleto y él también paró. Doblé la esquina a pasos presurosos y él aceleró el ritmo, girando la esquina también. No tardé en comprender que me estaban siguiendo y que probablemente era cosa de mi padre.

Solté un suspiro antes de colarme un estrecho callejón. No quería formar un escándalo públicamente.

—¿Por qué me estás siguiendo? —fui directa al grano. Tenía cero ganas de lidiar con estas cosas.

Al ver que no me contestaba me tomé la libertad de propinarle una buena bofetada.

—Si mi padre quiere algo, que se ensucie las manos... ese maldito viejo —escupí con rabia, desordenando mi cabello. Me agaché a su altura, ya que ahora se encontraba sentado en el suelo—. Vamos a ver. Eres un enclenque, para empezar —dibujé una sonrisa socarrona en mis labios—. No haces deporte, te gano en volumen muscular sin pensarlo dos veces, y eso que no has visto a mis amigos. Estoy segura de que te ha enviado mi padre para espiarme o alguna cosa. Veamos... no parece que le debas nada a ese señor —eché una mirada de arriba a abajo—, en cambio, sí que parece que te falte dinero, lo necesitas con desesperación, ¿verdad? ¿Por qué? ¿Debes pagarle algo a alguien? ¿Devolver algún favor? Mh, ¿estás metido en algo ilegal? —el muchacho tenía los ojos llorosos. Solté un suspiro, sentándome en el suelo completamente— Debes pagar el tratamiento de alguien... Habla, ¿cúanto te paga mi padre?

—M-mil wones, señorita...

—Con que me llames ____ me sobra —muerdo mi labio inferior, sopesando qué hacer—. Te pagaré el doble que ese inútil.

𝐄𝐍𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐃𝐀. || Lisa y tú. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora