Capítulo 7.

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[Advertencia: Contenido
violento "explícito".]

Capítulo dedicado
a ParkSoof

Apreté la mandíbula tan fuerte que juré que iba a partirme un diente. Mis nudillos estaban blancos a causa de la fuerza que estaba ejerciendo. Las uñas estaban tan enterradas en mi palma que un fino hilo de sangre descendía hasta caer al suelo.

Jennie se colocó detrás de mí me tomó de ambas manos, entrelazándolas con las suyas, supongo que para que dejara de hacerme daño.

—Enserio, solo me he caído. —repitió Lalisa.

Tenía el pómulo y parte de la bolsa del ojo morados. Hablaba con dificultad y noté cómo las manos le temblaban. Sabía que le habían tocado porque mi reacción era la misma.

La rapera se retiró excusándose hacia su habitación. Finalmente Jennie me soltó y gruñí alto. Mis ojos estaban cargados por la rabia.

La habían tocado.

Habían tocado a Lalisa.

Jadeé furiosamente y llevé mi puño contra la pared. Necesitaba deshaogarme con algo. Rápidamente noté cómo me Rosé me estrechaba contra su cuerpo, abrazándome con algo de rudeza.

—Tranquilízate, rompiéndote la mano no conseguirás nada, ____.

Lo sabía. Claro que lo sabía. Y después de sonsacarle a Lalisa quién le había hecho eso, iría directamente al gimnasio.

Fui hasta su puerta y entré sin preguntar. Me acerqué a ella para agacharme a su altura y tomarle con suavidad del mentón para hacer que me mirase.

—¿Qué te ha pasado, Lalisa? —sus ojos estaban aguados, juré que quien fuera quien le hubiera hecho esto, lo iba a pagar con sangre y gritos de súplica— Haré lo que sea, pero dímelo...

—Hazme lo que me hiciste el otro día, cálmame. Tu tacto me calma. —pidió en un susurro.

Lo hice. Me coloqué entre sus piernas y acerqué mis labios sobre su cuello. No succioné aunque mi cuerpo me lo pedía. Paseé los labios, rozando los dientes, y tanteando el terreno.

Sentí cómo la parte inferior de mi cuerpo se calentaba cuando la escuché suspirar por ésto ¿De verdad podía gustarle? Preferí guardarme esa pregunta para mí, además, ahora no era el momento.

—Jon... Jonghae...

Me detuve en seco. Había nombrado a su "ex novio" Ese hijo de la gran puta ya podía rezar por salir vivo de esta. La rabia me consumió de nuevo, apagando el calor de mi cuerpo. Me separé de ella quien me suplicaba que no hiciese una locura.

Era tarde para eso.

Salí de la habitación y me restringí a dar un buen portazo. Respiraba fuerte por la nariz a la par que daba pisotones al suelo mientras caminaba. Llamé rápidamente a Kai diciéndole que debía verle ahora mismo en el gimnasio. Ni siquiera me molesté en mirar a las chicas, porque todo lo que me importaba en ese momento, era pensar en cómo iba a hacer sufrir a ese malnacido.

Llegué en menos de quince minutos ai destino, y Kai ya me estaba esperando allí. Su semblante también era serio, porque cuando yo le llamaba, no era para tonterías.

—Parece que vayas a matar a alguien ____.

No le respondí, mi mirada lo hizo por mí. Se dio cuenta de que no había sido el comentario más acertando en esta situación, pero no dijo nada al respecto, y esperó a que yo me explicara.

𝐄𝐍𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐃𝐀. || Lisa y tú. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora