—Se declara a ____ como ganadora. —manifestó mi amigo, quien estaba ejerciendo la función de árbitro en el combate.
Una sonrisa triunfante se instaló en mi cara mientras un relámpago de alegría recorría mi interior. Había ganado. La había ganado. Bajé una vez más del ring pero Lalisa tuvo que sujetarme de la cintura. Me estremecí por el contacto.
—¿Porqué has hecho eso? ¡Estás loca! —gruñó haciéndome sentar de mala gana en la banca— ¿Y si te hubiera hecho más daño?
—¿Te preocupas por mí Lalisa? —torcí ligeramente la boca hacia arriba.
—Como no te haces idea, cazurra —me regañó dándome una mala mirada. Suspiró derrotada para hablar de nuevo—. Mírame.
Lo hice. Sentía cómo me perdía en ese mundo de color avellana que tenía por ojos. Por todos los infiernos, eran preciosos. Se acercó hasta mí lo suficiente como para que pudiera apreciar su perfume. Aspiré nerviosa, mis labios casi rozaban su cuello. Pronto, sentí los suyos contra mi mejilla. Me quedé estática, no hice movimiento alguno. No sabía cómo reaccionar. Fueron a penas un par de segundos y finalmente se separó.
—Esto...
—Es un premio —dio por explicación—. En teoría me has ganado a mí, pero, tómate ese beso como un premio por haber ganando a ese cretino.
Asentí contenta. Ese beso había provocando un zoológico en mi estómago. Creo que nunca la había tenido tan cerca. Pero de todas formas no parecía molestarme.
—Habría que ponerte hielo en esa mano, ____ —intervino Kai señalando mi mano derecha, que era con la que me acostumbraba a golpear más brusco—, si no se te hinchará más, y lo mismo con el pómulo.
Razón no le faltaba. Avisté al mismo hombre contra el que había peleado. Parecía ofuscado, tal vez por haber perdido, o por haberlo hecho contra una chica. Muchos chicos se deprimen por eso, al parecer les hiere mucho el orgullo. Nunca llegaré a comprenderlos.
—¡Oye! —el aludido se giró de mala gana. A penas podía mantenerse en pié, pero había sido su problema, él se lo buscó—. Como ya te dije, no la entrenarás. No te acerques a ella. —hablé mordaz.
—¿Es una advertencia niña?
—No, es una amenaza —mascullé alto y claro para que pudiera entenderlo—. Si vas a follar, búscate a otra, ¿me he hecho entender, o necesitas otro round para que te quede claro?
—No acercarse a la chica bonita, mensaje recibido. —asintió acatando la orden que le había dado.
Le dejé irse y me centré en mí misma. Las costillas estaban intactas. Mi espalda también lo estaba, tal vez tendría algún rasguño en la parte abdominal, nada grave. En la cara yacía una herida en el pómulo, y mis nudillos ligeramente hinchados. No era para tanto.
—Vamos, te curaré eso.
Le fui indicando el camino a Lisa hasta un pequeño cuarto. Se aseguró de cerrar la puerta con cerrojo. Ella misa avistó el botiquín y lo cogió. Tomó un algodón y después de ponerle un poco de agua oxigenada, y lo llevó a mi pómulo. Hice una mueca pero no me aparté. Me lo curó con una delicadeza pasmosa.
—____, levántate la camiseta, porfavor.
Me atraganté con mi propia saliva cuando escuché aquello. Hice lo que me dijo aunque notaba la vergüenza recorrer cada centímetro de mi cuerpo.
Se agachó para curar el raspón que tenía en la parte abdominal. Mordí mi labio inferior desviando la mirada hacia cualquier otro punto de la habitación.
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𝐄𝐍𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐃𝐀. || Lisa y tú. ©
Fiksi PenggemarElla me encontró. Me salvó de mi infierno. Me ayudó a superar mis miedos. Pero lo que ninguna de las dos sabíamos es que, sin darnos cuenta, nos ayudábamos una a la otra a enamorarnos. El amor creció a la par que el miedo, pero eso no nos impidió...