Capítulo 5.

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Este capítulo se
lo dedico a MayaFlo22
por ser la persona que
siempre me comenta en
la novela. Mil gracias <3

La luz era demasiado molesta para mis ojos en estos momentos. Abrí los ojos despacio para acostumbrarme al lugar. No era la habitación de la casa de las chicas, sino la de Kai. El muchacho pareció muy aliviado de que hubiera despertado.

—¿Cómo te encuentras?

Un relámpago de dolor cruzó mi cabeza con rapidez. Tanto que me hizo marearme. La garganta comenzó a escocer y la tripa me daba pinchazos sin tener intención de deternse. Me puse en pie como pude y llegué hasta el baño para vomitar. Al rededor de cinco minutos después avisé a mi amigo de que ya podía entrar.

—¿Mejor?

Me tendió una pastilla que no dudé en tomar con un poco de agua.

—Algo... —susurré bajito. Pude ver cómo tenía la mitad de la cara roja— ¿Qué te ha pasado? —pregunté señalando su rostro con el ceño fruncido.

—Eso díselo a la cantante. —gruñó algo molesto colocando su palma en el lugar afectado.

—¿Lisa? ¿Lisa te ha hecho eso? —no podía creer lo que escuchaban mis oídos.

—En cierto modo me lo merezco —oh joder, su voz sonaba tan frágil ahora—. Ayer te dejé sola —se incorporó para dar vueltas por el baño de forma nerviosa. Se podía llegar a apreciar un ligero temblor en sus manos— ¡Yo debí haber estado ahí! ¡Contigo! ¡Y no ligando! Si no fuera por Lisa, ¡ese hijo de puta...! —estrelló fuertemente el puño contra la pared.

Y eso fue suficiente para recordar lo que ocurrió la noche anterior. Me costaba respirar, las lágrimas amenazaban con salir de nuevo, una vez más ese odioso pitido en los oídos que me impedía escuchar la voz de Kai, y para colmo la garganta me dolía horrores.

El muchacho sin saber muy bien qué hacer tomó mi móvil llamando a alguien. No escuchaba nada. Estaba demasiado sumida en mis pensamientos ¿Ese hombre me había tocado? Claro que lo había hecho. Recordaba cómo su aliento golpeaba mi cara, cómo paseó las manos sobre mí cuerpo. No tardé en sollozar ¿Había pasado de nuevo? Porque si era así, no estaba lista para superarlo.

Bajó dejándome sola en el baño, pero la soledad terminó tan pronto como vi unos cabellos castaños acercarse a mí.

—Shh... —susurró en mi oído. Sus labios rozaban mi piel—, ya está, no te ha pasado nada, ayer ese tipo no te hizo nada, ¿de acuerdo? Concéntrate en mí, estoy contigo, pequeña.

Poco a poco mi corazón fue calmándose, y mi respiración fue disminuyendo. Aspiré lentamente quedándome con su olor corporal. Olía a una mezcla de Lisa con sudor. Mezcla peligrosamente embriagadora.

—Lisa...

—Levanta la cabeza, porfavor —pidió con voz suave. Hice lo que me había mandado. Ella paseó de forma muy delicada sus dedos por mi cuello, trazando el gran cardenal que tenía expuesto— ¿Te duele?

—No mucho.

—No me mientas —su tono se volvió suplicante, como si de verdad le doliera que lo hiciera—, puedes mentirle a quien tú quieras, pero no a mí, porfavor.

Asentí pero no volví a hablar. Me dolía al hacerlo. Lisa le preguntó a Kai dónde estaba el botiquín. El chico se lo entregó con urgencia. Lo abrió para sacar un par de algodones cubiertos de agua oxigenada.

Alcé la cabeza para que se le hiciera más fácil alcanzar la herida.

—Porfavor, cuéntame lo que pasó anoche.

𝐄𝐍𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐃𝐀. || Lisa y tú. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora