Capítulo 8.

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Todavía recordaba a la perfección su piel sobre la mía, el mar helado envolviéndonos en una especie de abrazo, las risas, solo ella y yo, sin problemas por medio, sin pensar en nada.

Se escucharon ruidos desde fuera del baño. Alguien tocó la puerta un par de veces.

—¿____? —me sonrojé instantáneamente cuando reconocí a la dueña de la voz— Llevas duchándote como una hora.

Tardé unos segundos en recomponerme y responderle.

—Sí, disculpa, salgo ya.

Terminé de vestirme con unos jeans holgados azules claros y una sudadera gris de Chanel de Jennie. A mí me daba miedo llevar ésto, quiero decir, solo esta sudadera debía costar el sueldo entero de un mes a muchas personas, y llevarla yo, ¿qué pasa si la mancho? Un escalofrío terrible recorrió mi espalda a pesar de que gracias a la humedad que se había generado en el baño, se estaba calentito.

Ya con el cabello desrredado y seco, me dispuse a salir del baño después de arreglarlo y dejar cada cosa en su sitio.

—¿Todo bien? —asentí. Su moratón se veía mucho mejor. La verdad es que le había estado comprando analgésicos entre otras cosas toda la semana, pero por vergüenza, le supliqué a Jisoo que se los diera ella por mí— De acuerdo, pues ahora entro yo —me aparté de la puerta para que ella pudiera pasar, pero en vez de eso, acercó su rostro al mío, y aspiró lentamente—. Me encanta cómo hueles. —y dicho esto, despareció cerrando la puerta.

Dejé de sentir mis piernas y caí al suelo de culo. Ni siquiera me había parado a mitigar el dolor porque estaba demasiado ocupada intentando que el corazón no se me saliera del pecho, y que la respiración se volviera regular.

Esa mujer iba a matarme. No sabía cómo, ni cuando, ni dónde.

Pero lo haría.

Suspiré negando con la cabeza y me levanté para ir a mi habitación. Tomé prestado el portátil de Rosé y sus cascos para avanzar en mis lecciones de Tailandés.

Sí, llevaba ya una semana aprendiendo todos los días en mi tiempo libre, es decir, cuando no salía con las chicas o tenía entrenamiento junto a Kai.

Enchufé el ordenador y busqué las clases online que te proporcionaba internet, que bendito sea por cierto. Cada palabra que decía aquella mujer era más difícil de pronunciar. Debajo, en los subtítulos, te salía la traducción en inglés, por lo que di gracias por ser medio gringa, porque o si no, crudo lo iba a tener.

¿Pom Kor...Joob...Khun Dai...Mai? —fruncí el ceño al no entender nada de lo que decía, por lo que desvié la mirada hacia los subtítulos, e inmediatamente me sonrojé.

«¿Puedo besarte?»

Oh, vamos, ¡tenía que ser una broma! Me sonrojé todavía más al imaginarme a Lisa diciendo aquello. Maldición, debía verse tan condenadamente sexy diciendo eso con su acento... Tragué saliva y cerré el ordenador suspirando. Dejé los cascos a un lado y me percaté de que Rosé estaba apoyada en el umbral de la puerta.

—No te preocupes —se apresuró a decir con una sonrisa—, no le diré nada a Lisa sobre ésto —me guiñó un ojo de forma juguetona mientras se acercaba a mí—. Verás, tenemos un evento bastante importante ahora mismo, de hecho deberíamos ir yéndonos ya... —murmuró algo preocupada por la hora—, pero no tenemos pareja, mejor dicho, no tienen.

—Creo que puedo solucionar eso. —contesté saliendo de mi habitación con la cantante detrás.

—¡Jennie, Jisoo! —grité yendo por el pasillo— ¿Os importaría que Kai y Min os acompañaran al evento? Ambos son chicos de clase alta si en cuanto economía nos referimos, solo debéis recordarles cómo deben comportarse de vez en cuando. —reí un poco ante mi último comentario.

𝐄𝐍𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐃𝐀. || Lisa y tú. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora