Capítulo 14.

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El concierto estaba siendo un éxito total. La multitud se asemejaba a un mar rosa gracias a los lightsticks. Los altavoces resonaban por todo el estadio y la gente saltaba, gritaba y coreaba los nombres de las integrantes. Todo estaba saliendo a pedir de boca. Las chicas estaban estupendas y lo estaban haciendo fenomenal.

Tomé un momento para descansar de cantar y cuando levanté la cabeza deseé no haberlo hecho. Me había dado cuenta, oh claro que lo había hecho. En el instante en el que mi vista hizo contacto con el escenario, me fijé en cómo Jennie se había torcido el tobillo.  A penas fueron un par de segundos, pero puedo jurar que le dolió mil demonios.

Tragué saliva fuerte y mordí mi labio preocupada. Sabiendo que no iba a disfrutar del concierto, decidí entrar detrás de los escenarios a alertarles de lo sucedido. Pedí urgentemente que se preparara hielo envuelto en un paño y que avisaran al médico o fisioterapeuta encargado de revisarlas.

Cuando reconocí las voces me dispuse a actuar. No hablé, ni las felicité, ya tendría tiempo para ello luego. Lllegué hasta donde estaban ellas y me giré, tomado a Jennie de ambos brazos estiré para que se colocara en mi espalda. Cuando encontré el punto de equilibrio, dejé sus brazos sobre mis hombros y la sujeté por la parte interior de las piernas. No me importó notar el sudor en su piel. Corrí hacia la primera silla que vi y la dejé allí con cuidado. Tomé otra para, con delicadeza, subir el pié herido y dejarlo encima, retirando con sumo cuidado el zapato y colocarle el hielo en la zona herida.

—Déjalo puesto hasta que venga un profesional, ¿vale?

Ella asintió una sonrisa en su rostro. Acercó la mano a mi mejilla y acarició ésta con el pulgar, despacio. Mordí mi labio inferior sonriendo y me alejé antes de que me acostumbrara al tacto. El médico por suerte no tardó en llegar. Me coloqué al lado de Jisoo y le sujeté la mano. Tenía un peso en el pecho, y rezaba internamente para que no fuese nada.

—Por suerte no ha sido más que una leve torcedura —todas parecimos respirar más tranquilas por ello—. Quédate hoy en reposo, ¿de acuerdo? Te daré una tobillera para que te la pongas, y mañana deberías poder mover el pie con normalidad —todas soltamos el aire que habíamos estado reteniendo—. Has tenido suerte, el hielo ha desinflamado una gran parte del tobillo, bien hecho.

Jennie me sonrió agradecida y yo se la devolví. Esperamos sentadas a que llegaran unas muletas. Yo estaba en medio de Rosé y Jisoo, mirando a la que está a herida.

—Bueno, habéis estado fantásticas, como siempre. —halagué con sutileza. El ambiente parecía más relajado ahora.

—Gracias. —Lisa fue la primera en hacer contacto visual conmigo. Asentí intentando que mi sonrojo no se hiciera evidente. Como el dicho dice, lo que pasa en las Vegas, se queda en las Vegas. Así que ninguna tocó el tema de la fiesta del día anterior.

Acababa de darme cuenta de que no había cargado a Jennie de foma normal, quiero decir, sería más fácil haberla cogido al típico "estilo princesa", pero cuando me vino la imagen de Lisa a la mente, me sentí como si...como si a ella pudiera llegar a molestarle. Dejé de pensar en cosas raras y decidimos salir por la puerta trasera del backstage, donde ya nos esperaba la furgoneta negra.

El camino fue silencioso hasta casa. Una vez todas dentro, nos dispersamos. Rosé fue a hacerse algo para comer, Jisoo a darse una ducha; quedábamos Jennie, Lisa y yo.

—Vosotras dos —la voz de Jennie se hizo presente, por lo que ambas nos giramos—, os conozco lo suficiente como para saber que habéis pensado en cancelar vuestra cita para cuidarme. —entrecerró los ojos de forma acusadora, alternando miradas entre la tailandesa y yo.

𝐄𝐍𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐃𝐀. || Lisa y tú. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora