Capítulo 3.

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Nos encontrábamos de nuevo en la agencia. Las chicas debían ensayar, y al parecer dentro poco habría concierto. Me acerqué a ellas con la intención de inventarme una excusa para ir ha hablar con el director de la empresa.

—Lisa... —la llamé con algo de confianza, haciendo señas para que se acercara.

Ella lo hizo. Todavía no puedo descifrar lo que siento cuando ella se acerca. Una fina capa de sudor recubría las partes desnudas de su piel, que no eran pocas. Para entrenar solía usar algo holgado y cómodo.

—¿Qué ocurre pequeña? —si su sonrisa me atontaba por decirlo de alguna manera, sus apodos definitivamente acababan conmigo.

—Necesito ir al baño, ¿podrías indicarme dónde está?

Me sabía fatal mentirle. Realmente me sentía una persona horrible, pero no podía ir y decirle “quiero hablar con tu jefe para darle el dinero que ese capullo está dispuesto a pagar y así que no se te vuelva a acercar más.”

—Claro, está al final de éste pasillo. Al fondo. —especificó torciendo una sonrisa tranquila.

Agradecí antes de irme. Recorrí algo perdida los pasillos y bajé escaleras hasta llegar a lo que a mí parecer era recepción. Había una chica joven, tal vez un poco más mayor que la castaña.

—Hola, ¿podría decirme dónde se encuentra el director de la empresa? Necesito hablar con él urgentemente, vengo con el grupo de Blackpink.

La mujer tardó un par de segundos en responderme, asumo que no me creía.

—El director Yang está ocupado en éstos momentos. —por su tono de voz deducí rápidamente que estaba mintiendo.

—Dígale que necesito hablar de él a cerca de darle un millón de wones. —hablé ésta vez más firme.

Al ver que no iba a irme sin hablar con él hizo una llamada telefónica y me dirigió hacia su despacho. Memoricé todos los rincones por los que pasábamos por si acaso. La chica tocó dos veces la puerta, y hasta que no se escuchó un 'pase', no hizo ningún ademán de hacerlo.

—Aquí se la dejo. —murmuró con respeto para después hacer una leve reverencia y marcharse de allí.

—Puede tomar asiento, señorita...

—____. —le ayudé, haciendo lo que me había pedido.

—Bien, pues, ____, ¿a qué viene su obra de caridad por nuestra empresa? —quiso saber. Colocó las dos manos encima de la mesa, entrelazando los dedos.

—No lo es, señor Yang —el aludido solo sonrió, como si ya se lo esperase—. Me he enterado de que usted firmó un contrato en el que involucra a la señorita Manoban en una relación, falsa por cierto, con un tal Jonghae, ya que su agencia le prometió un millón de wones.

—Es tal y como usted ha dicho, sí no me equivoco... —el director se levantó de su cómoda silla de cuero para abrir un par de cajones hasta dar con lo que quería. Sacó una carpeta de un blanco impoluto y la colocó despacio sobre la mesa, en frente de mí—. Aquí está, firmado por ambos.

Lo abrí, pero no quería leerlo, ni siquiera saber de qué iba. Solo con pensar que éste trozo de papel podía permitir que ese cretino hiciera lo que quisiera con Lisa, me ardía la sangre.

—Rómpalo, y deshaga el contrato, en éste mismo instante —parecía sorprendido por la veracidad de mis palabras. Yo no jugaba con ésto—. Lisa no es un objeto que pueda vender al primero que vea, así que hagamos una cosa —sonreí sacando mi móvil. Me metí en la cuenta correspondiente—. Aquí tiene usted un millón de wones, que es lo que le debe la otra empresa. Los tendrá ahora mismo, solo debe romper ese estúpido contrato, y dejar a Lalisa Manoban fuera del alcance de ese estúpido.

𝐄𝐍𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐃𝐀. || Lisa y tú. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora