Capítulo 2.

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No sabría cómo explicar lo que siento en éstos momentos. Parecía que había presenciado un espectáculo que millones de personas habrían pagado una buena fortuna por ver. Sus movimientos, cómo se coordinaban entre ellas y con la música. No tuvo precio. Estaba totalmente ensimismada.

—____, ya hemos recogido todo, ahora iremos a casa, ¿te parece bien? —habló Rosé agachándose para quedar a mi altura.

—Sí, claro. —le sonreí. Parecía una chica muy buena y amable.

Cuando noté mi bolsillo vibrar pegué un minúsculo salto en el sitio. No me esperaba tener mi teléfono de prepago, que es lo único que me compró mi padre, en los pantalones de Lisa. Tal vez ella lo había dejado ahí.

—¿Estás bien?

Como si fuera magia, mi alrededor se vuelve borroso y toda mi atención se enfoca en Lisa. Solo y exclusivamente en ella. Asentí varias veces mientras me incorporaba en busca del teléfono. Al abrirlo pude verificar que tenía un mensaje de Kai, mi único "amigo". Sí, era un amigo, pero la mayoría de veces no lo aparentábamos, o más bien él no lo aparentaba conmigo. Se notaba a kilómetros de distancia que le gustaba, pero el sentimiento no era mútuo.

Yo jamás me he enamorado, ni siquiera sé cómo se siente.

—Vamos. —tomó mi muñeca dispuesta a guiarme hasta una furgoneta negra.

Yo era alguien que solía ver muchas películas, y las furgonetas negras nunca eran de los buenos. De todas formas decidí entrar junto a ellas. A su petición, tomé asiento al lado de Lisa, quien se encontraba hablando con Jisoo.

—Tendremos que ir a tu casa a por tus cosas si te vas a quedar con nosotras, ¿verdad? —Jennie se dirigió a mí con un tono amable.

Mis oídos comenzaron a pitar. Sentía el corazón bombear en la cabeza, por lo que llevé ahí las manos. Notaba cómo el oxígeno no llegaba correctamente a los pulmones. Concluyentemente no estaba bien.

—Ey, ey respira —la voz de Lisa sonaba más bajita que de costumbre. Acunó sus manos en mi rostro y me obligó a mirarla—, te prestaré mi ropa, iremos de compras pronto y te compraré un móvil en condiciones y accesorios que te guste. Te lo he prometido pequeña, no vas a volver.

Poco a poco sentí el oxígeno llegar correctamente, y el pitido ir descendiendo de forma lenta hasta dejar de escucharlo. Rosé y Jisoo me miraban preocupadas mientras que Jennie se sentía culpable. Podía leerlo en su rostro.

—Estoy bien —aclaré rápidamente, no me gustaba que me miraran con lástima—, solo no quiero volver.

—Y no lo harás. —aseguró de nuevo la castaña.

Me sentía tan agusto a su lado que daba miedo. Quiero decir, a penas la conocía, y sentía que no me quería despegar de su lado. Para cualquier persona sería raro, y tenía que decir para mí también lo era, pero de alguna manera, no era molesto.

La camioneta frenó, por lo que bajamos todas. Me quedé boquiabierta cuando vi la inmensidad que tenían por casa.

—Bueno, pues bienvenida a nuestra humilde morada. —Rosé pasó un brazo por mis hombros.

Me entraron ganas de pegarle un manotazo en el brazo por el comentario, pero no lo hice. En su lugar, tragué saliva y miré con asombro la casa.

Me adentré con ellas. Era preciosa. No tenía más palabras para describirla. Me guiaron hacia una habitación que supuse que sería la mía.

—Espero que no te importe, es más pequeña que las nuestras...y no está muy bien decorada... —Jisoo se disculpó apresuradamente.

Negué con la cabeza mientras sentía un nudo en la garganta.

𝐄𝐍𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐃𝐀. || Lisa y tú. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora