Capítulo 18.

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Vale, de acuerdo, que no cunda el pánico. Intenté sonreír, viéndome al espejo, fijándome que tenía los pantalones del revés, y no me sentaban para nada bien.

Oh mierda, estoy muerta de miedo.

Ya me había duchado, lo que me facilitaba las cosas, ya que al menos ahorraría algo de tiempo. Miré el reloj Rolex que Lisa me había prestado amablemente. Y con "amablemente" quiero decir a que prácticamente me había obligado a ponérmelo cuando le dije que me iba a poner uno cualquiera que Suk me había prestado, o más bien yo le había ganado en una apuesta.

Faltaba media hora para salir de aquí y yo no tenía ni idea de qué ponerme. Quería estar presentable para sus padres, pero estaba en blanco. Nunca antes me había gustado alguien, y ni hablar de conocer a sus padres.

Jennie Kim apareció ante mi como un ángel, al que claramente le pediría ayuda.

—No tienes ni idea de qué ponerte, ¿verdad?

—Básicamente eso.

—No estés tan nerviosa, no te van a comer. —sonrió de medio lado, acariciando mi brazo despacio.

—Lo sé, lo sé, pero...son sus padres.

La castaña se fue hacia el armario y escogió una blusa blanca junto a unos vaqueros azules oscuros ceñidos y unos zapatos de Dior color bancos con el logo dorado en el medio.

—Listo, fresco, bonito, y algo elegante.

—Eh...no sé cómo has escogido un conjunto tan bonito en menos de diez segundos cuando yo llevo aquí como dos horas. —refunfuñé mirando el hermoso conjunto que había elegido.

—Te dejo para que te cambies —besó mi mejilla—. Ánimo, y tranquila.

Asentí y le agradecí de nuevo. Una vez con el conjunto puesto, sonreí abiertamente. Me quedaba de lujo. Me miré en el espejo y volví a sonreír. Terminé colocándome colonia y cepillando el pelo correctamente, dejándolo suelto ésta vez.

Bajé y automáticamente se me olvidó cómo se respiraba. Estaban genial. No estaban vestidas como si fuera de gala o algo parecido, estaban con sudaderas, blusas, gorras. Cómo chicas normales, que ciertamente lo eran, pero creo que entendéis el punto. Estaban espectaculares.

Mi vista acaba en Lisa, como casi siempre, y está que quita el hipo. Tenía el pelo algo revuelto, una sudadera ancha, dejando bastante parte de la clavícula izquierda al aire... Sentí el mismísimo infierno en mi zona baja cuando noté que a penas se le veían los pantalones a causa de la anchura de la sudadera y de lo cortos que eran. Exhalé el aire intentando calmarme. No dió resultado.

Tenía que ponerme caliente justo ahora, con algo tan...simple.

Dios me guarde hoy.

Salí junto a ellas de la suit. Nos estaba esperando fuera una camioneta, bastante más grande que la que usábamos en Corea, por lo que pensé que no tendría que sentarme en las piernas de la tailandesa. De alguna manera, solo por hoy agradecí aquello, porque la calentura no parecía bajar.

El camino fue tranquilo y por suerte la calentura fue bajando gracias a los malos chistes que soltaba Jisoo por el camino. Le agradecí infinitamente en la mente, ya que me ayudó a centrarme en otra cosa que no fueran las piernas de la tailandesa y lo bien que me vería debajo de...

Maldición, lo volví a hacer.

Rosé pareció notar mi inusual inquietud, por lo que tuve que mentirle diciendo que era por conocer a sus padres. Naturalmente, no se lo tragó, pero no insistió más en el tema.

𝐄𝐍𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐃𝐀. || Lisa y tú. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora