□Capítulo 18□

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-Esto no puede ser real... tiene que ser una broma - dijo ___ con la voz entrecortada, como si tratara de convencerse a ella misma de que lo que estaba viendo solo eran imaginaciones suyas, como si fuera un sueño del que pronto despertaría.

Grandes lágrimas se acumulaban en sus ojos, amenzando con caer por sus mejillas en cualquier momento.

Ahí estaba Diego, rodeando la cintura de una chica con sus brazos, acercándose poco a poco a ella hasta que sus labios se rozaron entre sí. Él tenía una pequeña sonrisa en sus labios mientras le susurraba algo a la chica, haciendo que esta riera timidamente.

Volví a mirar a ___, esta lloraba en silencio, sin decir ninguna palabra, pero sus ojos me dejaban ver el dolor y la traición que estaba sintiendo ella en ese momento.

Decidí olvidar todo por un momento, y sin ninguna muestra de timidez, me acerqué a ella y le di un fuerte abrazo.

Sentí como ella no se movía, supuse que era por el shock del que aún intentaba salir. Segundos después, sus manos se posaron en mi espalda, y ejerció una pequeña fuerza, correspondiendome al abrazo mientras sentía como mi hombro se humedecía lentamente, gracias a sus lágrimas que no dejaban de salir.

-Todo estará bien, ___. No te merece, ¿ok? Eres demasiado para él.

Como suponía, ella no respondió, pero supe que lo habia escuchado, porque me abrazó con algo más de fuerza.

¿Cómo alguien podía hacerle esto a ella? Era perfecta, en todos los sentidos, era una gran persona. Algunos estábamos deseando tener una oportunidad con ella, mientrs que el estúpido de Diego lo único que hacía era lastimarla.

Desearía poder darle un golpe en ese mismo momento, pero preferí quedarme con ___, consolándola. Porque sí, ella era una persona demasiado fuerte, pero en ese momento, necesitaba apoyo, y yo estaba dispuesto a darle todo el que necesitase.

-¿P-podemos volver a casa..? - dijo tratando de dejar de llorar.

Yo asentí, para después separarme y rodear sus hombros con mi brazo.

Podía ver como se sentía a través de sus ojos, se sentía débil, como si cualquiera pudiera lastimarla en ese mismo instante, y yo estaba dispuesto a quedarme a su lado, y obviamente, no dejarla caer.

Cuando llegamos a la academia, ambos subimos por la escalera de emergencia. Y cuando al fin llegamos a la habitación de ___, esta se acostó en su cama, mirando la pared sin decir ni una palabra.

Como de costumbre, yo me acerqué al armario y lo abrí para después sacar un pequeño colchón que ___ había conseguido días antes, para poder dormir cómodo, sin salir de la habitación para que Reginald no me viera.

Puse el colchón junto a la cama de ___, y cuando terminé, la miré, ella me daba la espalda, su respiración era tranquila. Al parecer se había dormido.

Decidí acostarme y mirar el techo pensativo. Tras varios largos y aburridos minutos, me dormí.

[...]

Unos ligeros sollozos me despertaron. Me quedé varios segundos con los ojos cerrados, asimilando lo que estaba escuchando, hasta que, al fin, fui consciente de que estaba pasando.

Miré un pequeño reloj que había en la mesita de la habitación. Marcaba las 4 a.m.

Me levanté rápidamente y dirigí mi mirada a la cama de ___. Esta estaba sentada, abrazando sus piernas, con la mirada perdida, al igual que sus pensamientos. Sus ojos estaban rojos, al igual que su nariz, y de ellos caían pequeñas y finas lágrimas.

Cuando escuchó el ruido que yo había hecho al levantarme, me miró.

-¿T-te desperté..? Lo siento... - dijo limpiando sus lágrimas rápidamente.

-No te disculpes - dije aún levantándome de mi cama para después sentarme a su lado. - ¿Hay algo que te preocupe? Estoy aqui para lo que necesites.

Sus labios se apretaron ligeramente, tratando de contener las lágrimas.

-¿No soy suficiente? ¿Por eso Diego fue así conmigo?

-___... eres más que suficiente, pero en este mundo hay demasiados idiotas, que no saben valorar lo que tienen hasta que lo pierden. Ese es el caso de Diego, él tuvo a la persona más perfecta del mundo, pero el idiota está ciego, y no se dio cuenta. Pero pronto, se dará cuenta de que dejó ir a lo mejor que le pasó en la vida.

-¿En serio lo piensas? - dijo mirandome con los ojos húmedos.

Yo asentí levemente, y una vez más, sentí como sus brazos me rodeaban en un gran y sincero abrazo.

-Gracias Cinco, gracias por aparecer en mi vida.

Traté de no sonrojarme, al fin y al cabo, ese no era el momento adecuado para esas estupideces. Le correspondí al abrazo, estuvimos abrazados durante varios segundos, hasta que sentí su respiración demasiado calmada, se había dormido.

La acosté con cuidado en la cama y la miré. Se veía demasiado bien, incluso dormida.

Me quedé mirandola por varios minutos, hasta que finalmente, me armé de valor, me acerqué a ella para dejar un suave beso en su frente.

Rápidamente, volví a acostarme en mi cama, avergonzado, y tras varios minutos en los que me quedé recordando el roce entre su frente y mis labios, conseguí conciliar el sueño.

Un cuento que nunca pasó {Cinco y tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora