XXIX

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Releía una y otra vez las cartas, tantas emociones se formaban es su interior, las letras escritas ahí hacían sentir a su corazón querido, ocasionaban que sus mejillas se tiñeran de carmesí y sobre todo le daba tranquilidad.

Suspiro, no importaba cuando las leyera, su estupidez e ingenuidad hicieron que cayera en una relación tóxica; se sentía tan miserable, no importaba que hiciera, cada día era un infierno, lo único que quería era que Midoriya lo dejara en paz, anhelaba que desapareciera de su vida, que su obsesión hacia el cesará, deseaba ser poder tener paz. Se levantó de su silla, abrió su puerta y salió de la habitación, estar dentro de ella lo estaba asfixiando.

Llegó al balcón de los dormitorios, era pasado de la una de la madrugada así que todos los alumnos estaban descansando así que podía estar ahí tranquilo, después de todo su «novio» seguramente también estaría durmiendo tranquilo.

Miraba las estrellas, era tan bellas, brillaban con tanta intensidad, pero claro su brilló nunca sería tan hermoso como el de la luna, puesto que aquella brillantes era capaz de iluminar tal oscuridad y hacer que todo se viera claro; le encantaría encontrar a alguien que lo iluminará en este lobreguez, así como la luna iluminaba la noche.

Estaba tan sumergido en sus pensamientos que no se percató cuándo alguien tomó sus hombros, al instante de sentir el toque reaccionó e intento empujar con fuerza a la persona, sin embargo está tomo sus muñecas; lo miró con las determinación y se dió cuenta que era Todoroki.

—¿Bakugō? —Cuestionó, al ver los parches sobre la cara de el rubio de inmediato se alarmó—, ¡¿Qué te ha pasado?! —Posó su mano sobre una de las mejillas golpeadas de Katsuki y acarició está.

Bakugō no dijo nada, desvió la mirada avergonzado, se sentía estúpido e inútil por el hecho de no poder defenderse ante Deku, se sentía tan débil que le dió vergüenza decir que había sido golpeado por su pareja.

Todoroki de alguna manera entendió las acciones del rubio, sabía que hablar de los golpes le resultaba difícil y estaba más que seguro que el responsable de ello había sido Midoriya; respeto el silencio del ojo rubí, sabía que todo esto era difícil para él.

—Esta bien, no tienes que decirme nada —desvió su mano de las mejillas del rubio y la llevó a su mentor para levantar este y que Katsuki lo viera—. Te prometo que pronto acabará esté infierno.—Le dedico una sonrisa a Bakugō.

Katsuki no aguanto más y dejo salir de nuevo sus lágrimas, ese chico era tan amable, se sentía tan vulnerable que a veces le aterraba. Ambos estuvieron un rato abrazados, pues el llanto de Bakugō había hecho que el mitad albino lo rodeará con sus brazos de inmediato; después de permanecer un rato así decidieron separarse y mirar las estrellas juntos.

La tenue luz de la luna iluminado el rostro de Katsuki, aquella imagen era tan inefable para Shōto; Bakugō era alguien etéreo para el bicolor que sentía la necesidad de protejer lo para siempre, añoraba el día en que nadie más pudiera lastimar al lindo chico de ojos rubis.

—Bakugō... —rompió aquel silencio que los rodeaba, el rubios volteó y lo miro curioso—. La Luna está hermosa hoy.—Dijo mientras miraba el cielo nocturno.

—Estoy en paz. —Sonrió e igualmente dirigió su mirada a el cielo.

El corazón de ambos latía con rapidez, aquella noche sería la más feliz y memorable de sus vidas.

[...]

Era hoy, era el momento y día en que haría que la mentira de el peliverde cayera, él y Krisima lo habían planeado y si todo era seguido de acuerdo a su plan la probabilidad de que esto fuera un éxito era de más del noventa y ocho por ciento.

Cartas para el chico de ojos rubíes [TodoBakuTodo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora