XIX

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La noción del tiempo la había perdido, no tenía ni la menor idea de cuánto tiempo había dormido, se levantó con un horrible dolor de cabeza, tomó su teléfono móvil y reviso la hora.

«Falta poco para que las clases empiecen...»

Estiró su cuerpo y se levantó de su futón y caminó hasta el espejo que había en su habitación y observó como su nariz estaba comenzando a tomar un color morado junto con su mejilla, intentó tocar las y le dolía demasiado, tomó algunos parches de color blanco y los colocó en su nariz y en su mejilla para tratar de ocultar los golpes.

Empezaría a arreglarse para poder ir a clases, no tenía muchas ganas de asistir, su corazón aún dolía y no quería ver al rubio y mucho menos a Midoriya, pero tenía que ir a clases no podía darse el lujo de faltar, después de todo ya había faltado por una enfermedad que antes había tenido.

Empezó a despojarse de su anterior uniforme, el cual seguía con una manchas de sangre, se lo cambio por uno que estuviera limpio, volvió a ir al espejo y con un cepillo para el cabello comenzó a peinar como habitualmente tiene su cabello puesto que; esté se encontraba muy desordenado.

Estando listo agarró su mochila y la puso sobre su hombro, salió de su habitación y comenzó a caminar hasta su aula.

Soltó un suspiro, estaba nervioso por primera vez en todo lo que llevaba de tiempo conviviendo con Bakugō no quería toparse con él, no sabría como reaccionar después de la confesión que le dió ayer Midoriya.

Llegando a su destino observó que había pocos alumnos y para su suerte no estaba Katsuki ni Midoriya. Suspiró aliviado y se fué hasta su pupitre, sin embargo una voz llamó su atención, aquella voz era de su amiga.

—Buenos días Todoroki. —saludó con una sonrisa la pelinegra.

—Buenos días Yaoyorozu.

—¿Que te ha pasado en la cara?

—Me caí ayer en el club, no fue nada grave, sólo unos rasguños —habló con un tono indiferente.

Momo entendió que Shōto no quería conversar con ella, así que decidió no molestarlo más, desde hace unos días lo había estado notando más frío con las demás personas, eso la preocupaba pero no quería molestarlo o hacerlo sentir incómodo, ya buscaría la manera de hablar con él y saber que le estaba pasando.

[...]

Midoriya se hallaba caminando al lado de Bakugō ambos iban tomados de la mano, sin embargo y rubio iba muy concentrado en sus pensamientos que no le prestaba atención a lo que su pareja le iba diciendo.

Midoriya noto esto y se molestó, no podía creer que su novio no le prestaba atención.

—Kat-chan... —llamó a Bakugō y este no respondió, con un tono más elevado de voz volvió a hacer lo mismo—, ¡Kat-chan!

Al oír la voz de Midoriya dejó de lado sus pensamientos y dirijo su mirada a él.

—¿Qué pasa?

—¿Has escuchado algo de lo que te he dicho? —habló con molestia.

—¿Estabas diciendo algo?

Esa fue la gota que derramó el vaso.

—¡¿En qué piensas que no le prestas atención a tu novio?!, ¡No es posible que haya estado hablando cómo un estúpido y no hayas escuchado nada! —Gritó con molestia y con un brusco movimiento se soltó de la mano de Katsuki.

—Sólo me he distraído un poco, no seas un exagerado.

—No soy exagerado, me molesta el echó que no me prestes atención por estar pensando a otras cosas, o mejor dicho en otros.

Cartas para el chico de ojos rubíes [TodoBakuTodo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora