3. Toma de contacto

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Liv:
Me aparté de golpe y me puse de rodillas a su lado mientras le extendía una mano para ayudarle a incorporarse.

    — Lo siento muchísimo – noté que el calor me empezaba a subir hasta las orejas.

    — ¿Qué demonios? ¿De dónde has salido? — iba a responder cuando escuché la voz de mi tía y al levantar la cabeza, la vi apoyada en la barandilla del balcón. A su lado había un hombre pelirrojo. Ayudé a levantar al chico rápidamente y lo arrastré hasta debajo del balcón agarrándolo de las solapas de la chaqueta. Quizás lo hice con demasiada fuerza porque escuché un "Ouch". Llevaba un traje negro con una pajarita deshecha y la camisa un poco abierta. Lo apoyé contra la pared y me puse a su lado.

    — ¿Que....

    — Shh — le puse la mano sobre la boca — calla un momento.

Seguía escuchando la voz de mi tía, ambos estaban apoyados en la barandilla del balcón y hablaban tranquilamente. ¿Quién era ese hombre? Su pelo llamaba mucho la atención. Parecía fuego.

    — He tenido que bajar por la enredadera — susurré para que no se sobresaltase mientras me movía para quedar enfrente de él. Seguía con mi mano sobre su boca.

    — Yo no llamaría a eso bajar — me agarró la mano y me la apartó de su boca. En ese momento me di cuenta de la distancia a la que estábamos. Solo pude fijarme en lo azules que eran sus ojos y en que seguía agarrando mi mano. Nuestros cuerpos estaban a unos pocos centímetros de distancia. Él tenía su otra mano sobre la parte de atrás de su cabeza. Ahí fue cuando me di cuenta del golpe que había llevado al cogerme.

    — ¿Te he hecho daño?

— Un poco, pero no te preocupes, no es nada — me soltó la mano. Estaba demasiado serio. Aunque tampoco podía esperar que estuviese contento, a fin de cuentas he aterrizado encima de él.

— Dime dónde te duele —me miró un poco confuso y apartó la mano de la parte de atrás de la cabeza. Llevé mis manos a donde él me indicaba pasándolas por detrás de su cuello y acercándome aún más a él. Esto era bastante vergonzoso. Mis manos comenzaron a brillar y el chico se quedó con la boca abierta mirándome fijamente a los ojos. Sabía que los ojos me brillaban cuando usaba la Curación pero nunca lo había comprobado — Listo — dije y me aparté rápidamente de él con las palmas de las manos en alto — Perdona por haber caído encima tuya. — El chico seguía con la boca abierta.

— Espera, ¿eres un hada? — yo me quedé callada, un poco avergonzada y me aparte de el para colocarme a su lado con la espalda pegada a la pared. — Creo que ahora es buen momento para decirme de quién huías. — se apoyó contra el muro con los brazos cruzados sobre el pecho.

    — ¡De nadie! — el chico alzo la mirada hacia el balcón y luego volvió a mirarme alzando una ceja. No pude evitar fijarme en sus brazos. Como se notaba que los arcanos estaban bien entrenados.

    — Ya, claro, ¿por eso te has tirado por el balcón? — Se sentó en el suelo con la espalda apoyada en el muro. 

    — No me he... bueno sí, pero no era mi intención — me senté a su lado. Mi tía seguía en el balcón, no podía salir de allí sin que me viera.

    — ¿Y cuál era tu intención?

    — Bajar por la enredadera — admití yo

    — ¿Y cómo te ha ido?

    — No sé, ¿aún te duele la cabeza? — dije yo con ironía soltando una pequeña risita.

    — No, la verdad es que no. Pensaba que eras una Arcana, por como vistes — apoyó los codos en sus rodillas y se quedó mirándome.

Marcada por las HadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora