19. Malas ideas

113 6 0
                                    

Liv:
Llevaba varias horas usando mis poderes sin parar cuando Mark y Blake aparecieron. Lo malo de usar unos poderes que aún no controlaba, era que no sabía controlar el flujo de poder y al final acababa gastando más de lo que mi cuerpo podía soportar. Apenas tenía fuerzas para caminar y mucho menos para ponerme a correr por la academia. Aun así mis pies se movían solos, al menos por el momento, pero no sabía cuánto podría aguantar.

— ¿Estás bien? — me preguntó Robin el cual corría justo a mi lado. Notaba que había adaptado su ritmo al mío, a pesar de que él podría correr el doble de rápido que nosotros. Blake, Mark, Gon y Daniel iban por delante nuestra.

— Si ¿por?

— Has usado mucha magia, no sería raro que... — y como si una burbuja estallara, mis piernas decidieron dejar de responder y me caí sobre ellas en medio del pasillo. Menos mal que mis brazos reaccionaron a tiempo para parar el golpe porque si no me habría comido un buen porrazo.

Los demás pararon en seco y se acercaron a mí para ayudarme, pero Robin fue más rápido y me cogió en brazos antes de que pudiesen siquiera llegar. Se llevó una mirada gélida por parte de Blake y de Mark.

— ¿Qué os pasa? — preguntó de forma inocente, pero la sonrisa pícara que tenía en los labios hacía pensar que sabía muy bien lo que estaba haciendo.

— No tenemos tiempo para esto — dijo Daniel metiéndonos prisa.

Mark y Blake parecieron estar de acuerdo y se resignaron en silencio. Alec le dio una mirada de reproche a Robin y este se encogió de hombros. No noté lo agotada que estaba hasta que me apoyé en Robin y dejé que me llevase.

No sé en qué momento cerré los ojos ni me di cuenta cuando salimos de la academia, pero ahora me encontraba acostada sobre una cama. Alguien me habia tapado con una manta. Me apoyé en los codos para intentar sentarme cuando un tremendo relámpago de dolor me atravesó la cabeza.

— Ugg

— Vaya, mira quien se ha despertado. — Alec se encontraba a mi lado sentado en el suelo. Tenía la espada apoyada en la cama y ya no llevaba su armadura feérica, en vez de eso llevaba ropa normal.

— ¿Qué ha pasado? — dije yo un poco aturdida acabando de sentarme.

En ese momento empecé a reconocer la habitación en la que me encontraba, ya había estado más veces allí, era la habitación de Gon. No había ninguna ventana, en cambio había leds pegados al techo que simulaban la luz del sol. La cama era una cama doble que se encontraba pegada a una de las paredes de la habitación. En una de las esquinas de la habitación había dos escritorios haciendo esquina con una silla de ruedas negra. Los escritorios estaban llenos de cachivaches y cables por todas partes. Justo enfrente había una cajonera que suponía que tendría más cachivaches. En otra de las paredes de la habitación había un enorme armario y más piezas sueltas de cosas que nadie sabía para que servían, salvo Gon.

— Te has desmayado durante nuestra huida de los arcanos. — dijo con una ligera sonrisa.

— Vaya.

— Nos vieron salir de la academia, pero ya era demasiado tarde. Creo que no supieron reaccionar a tiempo.

— Eso es raro viniendo de los arcanos

— Con todo el tema de la reina, probablemente pensarían que no valía la pena perder el tiempo con unos adolescentes. Pero bueno... ¿Cómo te encuentras?

— Un poco débil aun. — me volví a recostar sobre la cama.

— Has usado demasiada magia, por eso te ha sentado mal. — se quedó pensativo un momento y su cara se puso seria. — Gracias por no dejarnos allí.

Marcada por las HadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora