2. El día de los Acuerdos II

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Blake:

Me despertó el estruendo del despertador. Estiré la mano y golpeé el dichoso aparato demasiado fuerte. Quedó medio aplastado sobre la mesita de noche. Tendría que comprar otro más tarde. Eran las seis de la mañana y aún no había amanecido. Mi habitación estaba sumida en la penumbra. A través de las ventanas podía verse el campo de entrenamiento, vacío a estas horas.

Debido a que esta noche celebramos el centenario de los acuerdos feéricos, nos han pedido que nos levantemos más temprano para ayudar y cumplir con nuestras tareas. Esto de ser los anfitriones es un coñazo

— ¡Buenos días! — Daniel abrió la puerta de golpe y yo le tiré uno de los cuchillos que guardaba debajo de la almohada. Era una especie de rutina macabra. Siempre acertaba en el marco de la puerta. Que a estas alturas comenzaba a tener un boquete.

— Veo que nos hemos levantado de buen humor — dijo sin perder la sonrisa. Arrancó el cuchillo del marco y comenzó a darle vueltas entre los dedos.

— La pregunta es por qué estás tú de tan buen humor — dije mientras me sentaba con las piernas colgando fuera de la cama y me frotaba la cara. Esta noche, al igual que todas las demás desde que tengo memoria, no había conseguido dormir. No recordaba cuándo había sido la última vez que había dormido bien.

— ¡Porque hoy hay fiesta! ¿Acaso se te ha olvidado?

— Si, pero no va a ser una fiesta divertida— dije mientras me ponía una camiseta. Daniel y yo éramos polos opuestos, a él le encantaba la fiesta y ligar mientras que a mi eso se me daba fatal. Prefería mil veces quedarme dibujando o haciendo mis cosas. Pero en este caso no podía hacerlo. — Además bien sabes que las hadas no quieren tener nada que ver con nosotros, nos odian.

— En eso te equivocas mi querido amigo, la reina no quiere tener nada que ver con nosotros, pero las demás apenas nos conocen. Solo saben lo que su reina les ha contado — se tiró en mi cama mientras yo terminaba de vestirme. Íbamos vestidos prácticamente iguales, los dos llevábamos pantalón de chándal negro con una sudadera también negra.

— Eso no juega a nuestro favor precisamente

— Boh, no digas tonterías. — se puso de lado con la mano apoyada en la cara — Cambiando de tema ¿Estás nervioso por volver a ver a Paola?

— La verdad es que no. Lo dejamos hace más de un año y las pocas veces que nos hemos visto hemos estado como siempre. — Paola era mi exnovia, cortamos cuando decidió acabar su formación como Arcana en Italia. Una relación a distancia no entraba en mis planes y tampoco en los de ella. — Prefiero tenerla como amiga, todo es mucho más fácil.

— Me alegro que lo llevéis con tanta madurez. A ver que nos cuenta de su vida en Italia. — cruzó los brazos detrás de su cabeza. — Bueno que, ¿Estás listo para ir a entrenar? Tenemos que despertar a Toby de camino al comedor. — se levantó de un salto y fue hacia la puerta. Me entregó el cuchillo. Y me lo guardé en el arnés que llevaba en la pierna.

— Si, venga vamos — Salimos de mi habitación y atravesamos un enorme pasillo con moqueta roja donde se encontraban las demás habitaciones, la mayoría de ellas aún cerradas. A lo largo del pasillo había cuadros de vejestorios Arcanos que fueron famosos por masacrar criaturas mágicas. No sé porqué seguimos teniéndolos colgados en las paredes. Coincidiréis conmigo en que no es la mejor forma de darle la bienvenida a los Feéricos y en general a ninguna criatura mágica.

Llamamos en una de las puertas que aún seguía cerrada. Nadie respondió. Abrimos la puerta y nos encontramos la habitación completamente a oscuras. Entramos y cerramos la puerta a nuestra espalda. Daniel se lanzó hacia donde creía que estaba la cama y afortunadamente cayó sobre Toby.

Marcada por las HadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora