Negociación {Beny Jr}

Y aunque cuesta de soltarlo, me quema dentro el pasado.

• Beny •

- Hola, preciosos - saludó a sus gatos hablando como un bebé.

- Yo antes decía que Nelly era fea, pero cada día está más bonita - la acaricié.

- Y que lo digas - bostezó - amor, yo ceno y me voy a la cama, estoy cansada.

- Vete a tu habitación, yo te hago algo de comer.

- Hazme un sandwich mixto triple, tres lonchas de jamón y tres de queso, también un Nesquik.

- Vale - me besó.

Me quedé en la cocina para hacerle la cena, se le notaba en la cara que estaba muy cansada, llevaba más de veinticuatro horas sin dormir. Fui a su cuarto y me la encontré dormida.

- Amor, la cena - la desperté.

- ¿Mmm? Gracias, mi vida.

Me senté a su lado, no podía para de pensar en lo que Zayra dijo antes.

- Una cosa.

- Dime

- Nunca me has hablado de tu pasado, y Zayra me dejó rayado con lo que dijo antes.

- Son boberías.

- Da igual, me da curiosidad.

- Vale, pero no le vayas a decir nada a nadie.

- No, no, te escucho.

- De pequeña, a lo mejor podía tener unos trece años, me empecé a juntar con los matados de mi barrio, y nos metíamos coca, fumábamos de todo, incluso nos llegábamos a pinchar, una locura fuerte.

- Joder...

- Pero porque en mi casa mi madre solo me pegaba, entonces tenía como que escaparme de la realidad, cuanto más consumía mi madre más me pegaba - paró de hablar y pude notar su nudo en la garganta - y pues... se hartó de mí y me mandó dos años a La Montañeta, que es un centro de menores, ahí estuve más tranquilita, pero luego salí, y las cosas en mi casa eran peores, volví a quedar con mis anteriores amigos y con las malas influencias del centro, más me metía, esta vez exagerado, todos los días, a todas horas. Entonces mi madre, obviamente, me echó de mi casa, y me tuve que quedar a dormir en casa de mi prima una semana, en lo que conseguía dinero para irme a Marsella con mis primos, estuve desde los quince hasta los dieciocho en Francia.

- ¿Y por qué viniste a Barcelona?

- Porque me dijo mi hermano Brayan que estaban todos viviendo aquí con mi padre ya que mi madre se volvió loca, pero en Francia yo estaba muy bien, mis primos me cuidaban muchísimo, estuve limpia esos tres años.

- Madre mía.

- Luego volví a Marsella, estuve casi un año.

- ¿Por qué?

- Porque metieron a Teylor y Jordan en la cárcel, y yo con mi hermano Jordan soy uña y carne, bueno... era, ya no nos hablamos tanto porque está en Estados Unidos viviendo.

- Y eso te dejó mal.

- Claro, entonces mi padre notaba que yo no hacía nada, solo estaba en mi cama todo el día, y en vez de ayudarme se enfadaba conmigo, hablé con Lissette sobre lo que sentía, ya que Brayan es una ruina con patas, y mi hermana me echó montón de cosas en cara, cosas que yo no sabía, entonces me harté y fui otra vez a Marsella, en el único lugar donde soy feliz de verdad es ahí, con mis primos.

- ¿Qué cosas en cara te echó? Si quieres contármelo.

- Nada - agachó su cabeza y yo la agarré del mentón para que me mirara a los ojos - mentiras y paranoias de ella.

- Joder, Lei, es que no sé que decirte - alcé las cejas - no me lo esperaba para nada - la abracé.

Me había dejado con mal cuerpo, siempre supuse que era la típica niña con dinero que nunca le había faltado de nada.

- Por eso mismo no me llevo bien con mi familia, luego tuve que volver a Barcelona porque surgió un problema, no me acuerdo qué pasó exactamente, y ahí conocí a Zayra, ella fue la que me ayudó en todo.

- Ay... mi vida. - hice puchero.

- Por eso mismo no te he contado nada, porque mi pasado es una mierda, y aún sigue dentro de mí.

- Es normal, a mí me cuesta soltarlo pero me quema dentro el pasado.

- Tú no encuentras la paz ni a palos - le restó importancia al tema.

Sabe de sobra que estoy todo el día comiéndome la cabeza.

- Discuto como un loco, muy frecuente, te lo juro, y converso solo, pero no me convenzo.

- No lo jures - dijo sarcásticamente.

Me acarició el pelo de la nuca mientras comía.

- Pero desde que estoy contigo no pienso tanto. No tengo tanto tiempo libre como para comerme mucho la cabeza.

- Sé que soy la mejor, no hace falta que me lo recalques.

- Tonta - sonreí mientras negaba con la cabeza.

- Te quiero mucho, ¿si? - me besó, mis ojos brillaban siempre que la miraba - esa mirada me puede.

- Me tienes mal - suspiré y dejé un beso en su mejilla.