7. Una amistad improbable

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[N/A: lo que pasa en el baile de Navidad de Hogwarts podéis leerlo en el fanfic Animales Fantásticos: La sanadora y el obscurial, de CristinaSim94]

Albus abrió los ojos dos días más tarde, durmiendo en la cama de la habitación donde más de una semana atrás se había despertado, tras haber sido llevado allí a la fuerza por su amado. Como si de una sensación de deja vu se tratara, sintió que algo no iba bien; en la penumbra creyó distinguir la figura alta de Gellert, pero desapareció al momento.

- ¡Lumos! - Murmuró el mago. En la mesilla, la punta de su varita se iluminó e iluminó asimismo un pergamino sellado que había a su lado. - ¿Unh?

Se incorporó y cogió el pergamino sellado, que llevaba su nombre. Al punto reconoció la letra de Gellert; extrañado rompió el sello y empezó a leer.

"Albus... tu ausencia me ha hecho pensar en lo que teníamos planeado hacer" Empezaba la carta. "Y me he dado cuenta de que cometí una locura al sacarte de ese barco y traerte aquí; lo nuestro nunca iba a funcionar, el poder me sigue gustando demasiado y peor aún, aunque creas que no, jamás me perdonarás tener que renunciar a una gran parte de tu vida por estar conmigo. Me voy, Albus... cuando despiertes y leas esta carta, ya no estaré en Nurmengard. No me busques, querido; vuelve a casa, a tu Colegio y a tu vida. Sigue siendo ese profesor que tus alumnos adoran y olvídate de mí."

El profesor se quedó un momento sentado en la cama, con la carta en la mano, sin entender nada. Cuando se marchó, Gellert estaba ilusionado con su relación en ciernes. ¿Qué había pasado en el tiempo que había estado fuera?

- ¿Qué tienes en la cabeza, Gellert Grindelwald? - Preguntó en voz alta, meneando la cabeza. - ¿Qué ha pasado mientras estaba fuera?

Albus sabía que algo había ocurrido. Se podía leer entre líneas en la carta que Gellert le había dejado; algo había pasado que le había hecho cambiar de opinión. Algo le dijo que ya no era el día de Navidad, sino unos días más tarde; había perdido algunos días de su vida, no sabía cuantos y su amada pareja había desaparecido de su vida, dejándole una simple nota y sin ninguna explicación.

Se quedó todo el día allí, esperando que Grindelwald se hubiera visto asaltado por unas dudas transitorias y volviera a Nurmengard después de que estás desaparecieran. Pero la fortaleza en los Alpes se mantuvo solitaria durante todo el tiempo.

- Debo volver a casa - se dijo el profesor, suspirando. - Les dije que volvería para el Baile de Navidad, deben estar preocupados.

Sin embargo, aún se quedó a dormir en Nurmengard, no perdía la esperanza. Por la mañana, ésta demostró ser vana: Gellert no había vuelto.

***

Gellert había estado observando a su amor desde las sombras; no había podido irse. Sin embargo, sabía que no podían seguir juntos; Vinda había atacado a Albus una vez, podría volver a hacerlo.

- Nunca me perdonarás, Albus... - susurró Grindelwald con expresión triste, mientras lo veía salir de Nurmengard con cara seria y oscura. - Es lo mejor, moya lyubov...

El búlgaro había vuelto a romperle el corazón, como ya lo hizo en el verano que se conocieron, como ya lo había hecho más de un año atrás, en Bhutan, cuando intentó matar a su sobrino. Sin saber donde acudir, cuando llegó a Hogsmeade, dirigió sus pasos hacia el Cabeza de Puerco, la taberna de su hermano. No lo hizo conscientemente, estaba necesitado de los suyos, aunque no podría contarle a nadie que había pasado los últimos días con Gellert Grindelwald.

- ¿Albus? - Una voz dulce y con tono muy preocupado sonó tras él. - ¡En el nombre de Merlín, Albus! ¡Theseus estaba a punto de enviar a sus hombres a buscarte!

4. Animales Fantásticos: la fuerza del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora