9. Nos tenemos el uno al otro

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- Sigo enfadado - le advirtió Albus a su amante, horas después.

Los dos estaban abrazados en la cama que Gellert tenía en la cabaña del bosque donde había pasado aquellas dos semanas desde que terminaran las vacaciones de Navidad.

- Lo sé - sonrió el búlgaro, guiñándole un ojo.

- ¿Qué te pasó por la cabeza para implicar a mi cuñada? ¿Sabes los problemas que va a tener si Aberforth se entera?

- Hablando con propiedad, la dulce Bunty se implicó ella solita - puntualizó Gellert, levantando un dedo. - Y eso se lo dije yo a ella, pero no quiso escucharme...

Albus puso los ojos en blanco. Sólo le aliviaba que, como mínimo, al estar al corriente de la situación podría impedir que Bunty se implicara más y por tanto que su hermano enterara.

- Me temo que Bunty ha aprendido la impulsividad de los Dumbledore - dijo el profesor, con una sonrisa en los labios. Se giró hacia Grindelwald y cambió su expresión a seriedad. - Dime, Gellert... ¿y Vinda?

- ¿Qué quieres decir con "y Vinda"? - Preguntó Gellert, fingiendo inocencia.

- Te conozco bien, Gellert, protegerme no es el único motivo de que te alejaras de mí, ¿qué hiciste con Vinda?
- Nunca voy a ser capaz se ocultarte nada, ¿verdad?

Albus enarcó las cejas, como si le hubiera preguntado una tontería.

- Como ya he dicho, te conozco bien - repitió Albus, con una sonrisa. - No querías que estuviera presente cuando te enfrentaras a Vinda, por eso me dejaste.
- Vinda merece mil torturas por haber puesto tu vida en peligro, aún así sabía que no te gustaría - admitió Gellert, encogiéndose de hombros. - No le hice nada, todavía quiero vengarme, no me malentiendas, pero de repente era más importante estar cerca de ti.
- Te has tomado tu tiempo para acercarte mucho más a mí - apuntó Albus, mientras hacía círculos con su dedo en el pecho.
- Al principio, me bastaba con estar lo suficientemente cerca de ti para vigilarte desde la distancia.

Albus sonrió de forma pícara, mientras seguía haciendo dibujos en el pecho de Gellert.

-A eso se le suele llamar ser un acosador - bromeó el profesor. Se volvió hasta quedar justo frente a su amado. - Acosador y secuestrador... vaya, vaya...

Con la misma sonrisa traviesa, Gellert se puso encima de él, haciendo que Albus acabara tendido de espaldas en la cama.

- Cuidadito, profesor - le advirtió, justo antes de atrapar sus labios con los suyos. El beso se prolongó durante unos dulces minutos, hasta que fue Albus quien lo cortó, poniéndole una mano a Gellert en el pecho y empujándole para que se separara un poco.

El búlgaro lo miró con la misma expresión de un niño al que le hubieran quitado una piruleta.

- Moya lyubov - susurró, haciendo un mohín.
- Quiero esto tanto como tú, querido - le aseguró Albus, con seriedad. - Sin embargo, quiero antes que dejemos claro que va a pasar con Vinda Rosier. Está claro que debemos ir a por ella para evitar que siga atacandonos.
- Eres... un aguafiestas - le acusó Gellert, suspirando. - Sin embargo, tienes razón.

Albus se apoyó en un codo mientras miraba a Grindelwald con aquellos increíbles y penetrantes ojos azules.

- Creo que deberíamos mantener nuestra relación en secreto - Gellert levantó una ceja al oírlo, como si le pareciera una absoluta obviedad. - Me refiero incluso para nosotros. Espero que hayas protegido esta casa...
- Por supuesto - dijo Gellert. - Tiene un encantamiento fidelio y también varios más repelentes de magos y muggles... Es cierto que eso no impidió que Bunty me siguiera y la descubriera, pero en teoría es una casa segura.
- Bien, no podemos vernos en otro lugar y sería lo mejor que yo me apareciera directamente aquí - comentó Albus, asintiendo. - Hablaré con mi cuñada para que no vuelva más; ya me ocuparé yo de traer la comida que necesites...
- Será como estar preso, pero está bien... - dijo Gellert, encogiéndose de hombros. - Hogsmeade es más seguro que Nurmengard, o cualquier otro lugar, aunque el idiota de Helmut tuviera la genial idea de atacar a la pobre Bunty...

4. Animales Fantásticos: la fuerza del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora