12. Un vínculo antiguo e irrompible

150 17 3
                                    

Eulalie Scamander sabía que para poner en marcha su plan necesitaban ayuda; Grindelwald y ella no podían pedírsela a ninguno de sus amigos. Ni su amado Theseus, ni tampoco Newt, Tina ni siquiera Albus Dumbledore, podían enterarse; éste último menos que nadie, ya que era importante que el profesor se sorprendiera tanto o más que los demás. La chica sólo veía una solución; sólo había una persona que nadie esperara y que pudiera ayudarles. La única pega era que hacía unos cinco años que se había retirado y, algo mucho peor: posiblemente odiaba a Gellert Grindelwald.
Aún así, aprovechando que su esposo estaba muy atareado en el Ministerio de Magia, había pedido unos días libres en Ilvermorny por "motivos personales" y, sin decir nada a nadie, se había puesto en contacto con esa persona.
Cuando llegó al lugar donde la había citado, tuvo que consultar varías veces el arrugado trozo de pergamino que guardaba en el bolsillo de su abrigo para asegurarse de que estaba en el lugar correcto. Era una mansión familiar campestre, abandonada y ruinosa; sólo quedaba en pie parte de la verja de la entrada, en la que se podía entrever un escudo familiar.

- Menudo sitio para citarse - masculló la profesora, observando a su alrededor.

Una figura cubierta de pies a cabeza con una capa oscura salió de las sombras de la ruinosa habitación y se dirigió a ella con paso rápido y firme. El encapuchado era alto y ancho de hombros, pero aparentemente delgado.

- Eulalie Hicks - pronunció una voz masculina de tono suave, arrastrado y arrogante; tenía un deje aristocrático, típico de quien había sido educado en los mejores colegios. - Tan descuidada como siempre - añadió haciendo un gesto al pergamino arrugado que la chica sostenía en la mano.

- No soy descuidada, profesor, sólo un tanto desordenada - contestó Lally, con una sonrisa de bienvenida. - Y tampoco me apellido ya Hicks... técnicamente, al menos.

- Ni yo soy ya tu profesor de transformaciones, ni lo fui por mucho tiempo - contestó el encapuchado, soltando una fría risita. - Tiene gracia, aunque es un gran logro que hayas logrado casarte con el hombre del que estabas enamorada desde que eras una adolescente... tu héroe de guerra que ahora es el Director del Departamento de Seguridad Mágica de Gran Bretaña, ¿no es así? Siempre supe que Theseus llegaría lejos.

La profesora no pudo sino sonrojarse ante aquello, aunque había sido poco más que una pequeña pulla amable. Poco antes de terminar en Ilvermony, había escuchado las historias de la Primera Guerra Mundial, las de la parte de la contienda que implicó a los magos, y había tenido un enamoramiento platónico por el joven mago que había destacado por sus proezas en el campo de batalla. Había seguido su trayectoria de tal manera que había sido un verdadero milagro que llegara a ser profesora, como también había sido un verdadero milagro mantener la compostura el día que lo conoció en aquel tren, aunque ya habían pasado años desde su enamoramiento adolescente y luego se había enamorado del dulce, terco y estirado Theseus que era muy diferente de su héroe idealizado.

- Ejems creía que vivía aislado y, prácticamente como un ermitaño, profesor - replicó Lally, recuperando el habla. - Es increíble que tenga toda esa información.

- Albus y tú sois los único que sabéis que sigo vivo - replicó el encapuchado, con desidia. - Nos carteamos periódicamente, él es mi fuente de noticias, por lo que me ha sorprendido mucho que fueras tú quien se pusiera en contacto conmigo.

Lally inspiró profundamente; conseguir citarse con ese hombre sin que nadie se enterara había sido la parte fácil. Que accediera a lo que iba a proponerle iba a ser un poco más complicado.

- Tengo que hacerle una proposición, profesor - empezó Lally, dando un pequeño rodeo. - Pero tengo la ligera sensación de que no le va a gustar nada lo que le voy a decir.

4. Animales Fantásticos: la fuerza del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora