4. Animales Fantásticos: la fuerza del amor

17. Me tienes atrapado

Tras marcharse del Ministerio de Magia, los tres magos volvieron a aparecer a kilómetros de allí, en unas montañas a las afueras de un pequeño pueblo. Frente a ellos se alzaba una pequeña casita, a orillas de un hermoso arroyo. Gellert se quedó mirando a Albus emocionado, sin darle importancia a la presencia de Percival Graves.

- ¿Cuándo...? - Le preguntó con un nudo en la garganta. - ¿Cuándo has hecho esto?

Albus sonrió de forma traviesa y fue a sujetar la mano de su amante.

- Apalabré la compra de este terreno el día antes de Navidad, justo antes de que Vinda me cogiera e intentara envenenarme- explicó el profesor, apretándole la mano; aquellos días, cuando a Gellert se le había pasado por la cabeza que secuestrarle era una buena idea, parecían haber pasado hacía toda una vida. - Después de que te fueras a París para buscar la manera de parar a Vinda, volví aquí  y construí esta pequeña cabaña para los dos.

Percival se aclaró la garganta ruidosamente para recordarles su presencia allí.

- Me marcho antes de que empecéis a haceros arrumacos otra vez - dije con expresión de fastidio.
- Por eso no has encontrado el amor, Percival - bromeó Albus. - Porque siempre te dio vergüenza ver como una pareja enamorada demostraba su afecto en público...

El auror estadounidense puso los ojos en blanco.

- Me alegro que seas feliz, Albus, pero nunca he tenido tiempo para relaciones románticas, nunca lo tendré  - contestó Percival, con expresión seria. - Debo regresar a Londres, aunque Theseus haya conseguido calmar las cosas, habrá muchas preguntas que responder.
- Siento que hayas tenido que dejar tu retiro por nosotros - dijo Albus, haciéndole una pequeña inclinación de cabeza.
- Supongo que ya era hora de regresar, estaba empezando a volverse rutinario - contestó el auror, con una pequeña sonrisa; acto seguido le dedicó una afilada mirada a Gellert. - Albus Dumbledore es uno de mis más antiguos amigos y se ha arriesgado mucho por salvarte la vida, Grindelwald, más te vale no volver a traicionarle.
- No te preocupes, mi querido Percival... - contestó el búlgaro - después de todo lo que ha pasado, no tengo intenciones de separarme de Albus en lo que me queda de vida.
- Como dijo Theseus, mantened un perfil bajo y mejor que ni siquiera Albus se deje ver en Godric's Hollow - les recordó antes de marcharse. - Por cierto, Albus, no te preocupes, Theseus y yo intentaremos interceder para que liberen a tu hermano y tu cuñada.

Con esas últimas palabras, Graves se desapareció dejándoles solos. Gellert miró a su amante sorprendido, preocupado y alarmado por lo que había escuchado.

- ¿Tu hermano y Bunty estaban prisioneros en el Ministerio? - Preguntó, abriendo mucho sus ojos grises. - ¿Albus? ¿Qué sucedió? - El profesor suspiró.
- El Ministerio descubrió que Credence seguía vivo - explicó Albus, con expresión agotada. - Conseguimos que Daisy y él pudieran escapar y marcharse del país, pero para ello, acabaron por apresar a Aberforth y a Bunty... Fueron muy hábiles en no utilizar la Oficina de Seguridad Mágica para no alertar a Theseus de lo que iban a hacer...
- ¡Albus! - Exclamó el búlgaro, molesto. - ¿Por qué no me dijiste nada? ¡Deberíamos haberlo parado todo! ¿Te acuerdas de que Bunty está embarazada?
- Fue todo muy rápido, no hubo tiempo - se justificó el profesor, con un suspiro. - Se me parte el alma por no poder estar ahí para mi hermano y mi cuñada, pero confío en que Theseus los llevará a casa.

Albus se apoyó en el tronco de un árbol que había por allí, cerrando los ojos. Viendo que estaba superado por la situación, Gellert se acercó y lo rodeó con sus brazos; colocando su frente sobre la de él.

- Lo sé, moya lyubov - le dijo, besando lentamente sus labios. - Sé que te sientes mal porque te parece que me has elegido antes de elegir ayudar a tu familia. Yo también me siento mal porque Bunty y Aberforth estén en manos del Ministerio... pero piensa que al menos Scamander es el Director de Seguridad Mágica, no dejará que les pase nada.