Por segunda vez en su vida, Win estiró su mano en busca del cálido cuerpo de Bright, para descubrir que de él sólo quedaba la silueta en las sábanas. Igual que aquella mañana luego de su primera vez, su cuerpo gimió de ausencia y dolor por el abandono, y algo más frío que el hielo lo invadió por dentro. No estaba preparado aún. Sabía desde la noche anterior que al despertar se encontraría solo, pero a la luz del sol, que ahora invadía la habitación con su claridad, la realidad no dolía menos. Sin lágrimas, pues las había agotado todas, tomó la almohada y la colocó a su lado, abrazándola bajo él con los ojos fuertemente cerrados. Había hecho eso cientos de veces con la esperanza de poder algún día estrechar al dueño de sus fantasías, pero nunca para reemplazarlo luego de haberlo conseguido. Ahora aquel gesto infantil era un consuelo demasiado estúpido y doloroso, sobre todo cuando el perfume de ese suave cabello continuaba allí, como tinta indeleble, aunque tal vez no fuera la tela sino su cerebro el que no dejaría escapar nunca aquel aroma.
Con un profundo suspiro giró su cabeza, restregando su rostro contra el recuerdo invisible de aquella silueta, y con otro sollozo sofocado abrió los ojos, parpadeando levemente a la suave luz del día. Pero luego de fijar la vista, ni el rayo más potente de sol podría haberlo hecho volver a pestañear... Su imaginación enfermiza le jugaba la más dolorosa de las bromas. Allí hundido en una butaca, la figura amada lo contemplaba serena y silenciosa, como un retrato tridimensional, una impresión tangible de su mente. Win dejó escapar un jadeo. O se había vuelto totalmente loco o Bright no había huido. Y por cómo se habían dado las cosas en las últimas horas, lo primero era mucho más factible.
—Bright... —susurró, aunque no estuvo seguro de que su voz en verdad se hubiera escuchado. Levantándose de la cama sin quitar los ojos de aquella imagen inmóvil, avanzó con paso lento, vacilante, con una mano estirada al frente como si esperara que la visión se hiciese humo al rozarla... pero no fue así—. ¡Bright! —exclamó, ahora perfectamente audible, derrumbándose a sus pies, hundiendo el rostro en su regazo—. No te fuiste... no te fuiste...
—No pude hacerlo —confesó la voz, que de tanto pensar que fuera irreal casi lo parecía—. No pude atravesar la maldita puerta... no podía terminar de despedirme...
Win sonrió, besándole las manos, abrazándolo por la cintura, besando una y otra vez sus piernas, su bajo vientre, para luego elevar el rostro y comprobar que su sueño seguía allí, más hermoso que nunca... Pero Bright se veía extraño. Tenía el cabello mojado, prueba de un baño reciente, y por ello lucía más oscuro y aplacado, pero no era ese detalle el que lo hacía ver diferente. Estaba cansado, demacrado, con los ojos más pequeños y rasgados, como si le tomara demasiado esfuerzo el sólo mantenerlos abiertos. Alzándose para poder abrazarlo mejor, Win le echó los brazos al cuello y lo besó en los labios. Pero se retiró casi de inmediato, su expresión alarmada.
—Bright... estás ardiendo. Amor, estás volando de fiebre.
—Acabo de darme un baño helado. Eso la bajará.
—No, no —repuso Win, arrodillándose nuevamente frente a él para poder examinar la herida, pero Bright no se lo permitió, deteniéndolo con una mano—. Tienes que ver a un médico, tienes fiebre, probablemente una infección, ¡esto no está bien!
—Nada está bien —aseguró Bright con la misma lentitud de antes, que ahora sonaba mortecina. Pero antes de que Win pudiera responder, el timbre de la puerta sonó tan claro y fuerte que fue lacerante. Sus miradas se encontraron al instante. La de Win aterrada, la de Bright,resignada.
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Sangre Sobre Hielo Adapt.BrightWin
Mystery / ThrillerLa sangre tiñe el mundo del patinaje sobre hielo y se derrama sobre los que reinan en él. Mientras que win era un mar profundo plagado de secretos, Bright una caja fuerte llena de misterios. Todos los derechos reservados pertenecen a su respectiva...