Apenas había terminado de formular su decisión cuando llamaron a la puerta.
—Debe ser el desayuno, ¿puedes recibirlo tú? —preguntó la lejana voz de Bennet.
—Sí —respondió Bright con desgano, y miró a su alrededor en busca de algo con que cubrir su desnudez.
"¿Que tal si atiendo así a la mucama? Tal vez me dé una tostada extra." pensó risueño intentando de poner un poco de humor a su día. Pero cuando nuevos golpes sonaron, tomó lo que tenía más al alcance de su mano (la funda de la almohada) y la anudó alrededor de su cadera.
"¿Eres tan insistente para todo, querida?" pensó en decir cuando abriera la puerta, pero al momento de hacerlo su sonrisa se desdibujó como si le hubieran arrojado un balde de agua helada.
—¿Qué diablos hace usted aquí? —exigió con voz trémula.
—¿Sorprendido de verme, Vachirawit?
—¿Sucedió algo con Win?
Abraham Opas-iamkajorn lo miró de arriba a abajo con una sonrisa de desprecio, y torció el gesto, como si lo que veía le diera asco.
—Veo que pasaste una noche agitada. ¿Algún otro jovencito ingenuo?
—Diga qué demonios quiere y lárguese de aquí o llamaré a la seguridad.
—No llamarás a nadie si quieres que siga permitiéndote el pase hasta la cama de mi hijo —dijo Abraham con la mirada de hierro, aunque nuevamente una sonrisa despectiva volvió a surcarle los labios—. Aunque el pase hasta tu cama lo obtuvo con suma facilidad, ¿verdad?
—¿Qué es lo que quiere? ¿Acaso ha venido a atacarme a mí también porque sé lo que hizo? ¿Trajo sus propios patines o piensa matarme con los míos?
—Sería una idea más que interesante, créeme... pero no mancharía mis manos con tu sangre. Quién sabe qué pueden haberte contagiado esos maricones con los que te acuestas.
—¿Como su hijo, por ejemplo?
—No lograrás avergonzarme a mí con las inmundicias que puedan haber hecho entre ustedes. Los dos me dan asco.
—Usted me da asco a mí. Usted es la inmundicia, que trató siempre a su hijo peor que a un animal de carga.
—¿Trajeron todo, ángel?
La figura de Bennet, envuelta solamente en una bata roja, se detuvo al instante de ver al inesperado invitado.
—¡Oh, pero qué sorpresa! —exclamó Opas-iamkajorn mirando al recién llegado con un profundo y antiguo desprecio— Miren cómo me vengo a enterar de dónde provenía tanta perversión... Confieso que ya me desagradabas lo suficiente Bennet, antes de saber que gustas de acostarte con adolescentes.
—Bright, llama a la seguridad.
—Bright sabe que no debe llamar a nadie si pretende seguir visitando a su putita.
—Das asco Opas-iamkajorn. Parece mentira que exista gente que pueda hablar así de sus hijos, pero tú demuestras que esa clase de basura existe —dijo Bennet, mirándolo como si fuera un desperdicio—. De todos modos guárdate tus extorsiones, de nada te sirven ya: nos volvemos a Rusia.
—¿En serio? —una carcajada fría y Bright que a duras penas se contenía—. Creo que no será posible. Lamento arruinar sus planes pero a eso se debe el honor de mi visita —dijo extrayendo un sobre de su bolsillo—. Me temo que tu querido prodigio no podrá volver a casa. La justicia alemana le prohibe salir del país.
—¿Qué? —Bright quiso adelantarse, pero Bennet lo retuvo, su mirada fría clavada en el americano, que acrecentaba paso a paso su sonrisa cruel.
—Habla claro antes de que se me acabe la paciencia —advirtió el ruso, sosteniendo a Bright.
—Te lo explicarán mis abogados, pero creo que se entiende bastante claro, ¿no?
—No.
—Tu muchacho de oro está acusado de violar, secuestrar y agredir a mi hijo.
—¡Eso es ridículo! —exclamó Bright, pero las fuertes manos de su guardián lo retenían en su sitio.
—Yo le encuentro bastante sentido —admitió Abraham—. Tú te pudrirás en la cárcel y yo disfrutaré de tu dinero.
—Opas-iamkajorn, para escuchar estupideces habríamos visto una de esas patéticas entrevistas en las que intentas robar protagonismo a tu hijo y hubiera sido más que suficiente. Si esa es tu mejor carta no te valió ni el tiempo de venir hasta aquí.
—No fue molestia —negó con un gesto de aparente cortesía—. Más tiempo gastarás tú yendo a visitar a tu muñequito a la cárcel.
—Eres asqueroso Abraham. ¿A quién crees que asustas? ¿Violación? ¿Secuestro? ¿Agresión? No tienes pruebas para armar ni uno solo de los casos.
—¿Estás seguro? Piénsalo mejor —los ojos de Abraham brillaron, triunfantes— ¿Acaso no sabes que tu querido Bright se aburrió de tu carne vieja y flácida y decidió que sería más divertido revolcarse con mi hijo...? Oh, no lo sabías, ¿eh? Pues entérate, y les recuerdo que para la ley Win aún es menor de edad.
—¿Y qué con eso? —cuestionó Bennet sin alterarse—. ¿Acaso tu hijo declarará en su contra? Me parece que primero debería empezar a respirar por sí mismo, y luego intentar hablar. Claro, eso si le quedó algún trozo de cerebro que funcione, cosa que dudo mucho.
Bright volvió su mirada horrorizada al hombre por el que momentos antes había sentido un profundo orgullo. Comprendía que era una estrategia más para vencer a Abraham, pero le pareció nefasta.
—Hay otras cosas que pueden hablar por él —dijo el americano sin un solo signo de dolor por lo escuchado—. Como por ejemplo las pruebas que le realizaron apenas ingresó al hospital... Encontraron restos de semen en su cuerpo... ¿tienes una idea de quién no fue tan cuidadoso en los detalles? —preguntó volviéndose a Bright, que quedó paralizado.
El silencio que se hizo fue prueba suficiente para Abraham, que sonrió satisfecho.
—Eso no prueba nada —dijo entonces Bennet, presionando con fuerza el brazo de Bright para que no interviniera—. Los muchachos de ahora no son inocentes, no esperarás que crean que un joven de casi 20 años se dejó violar como un niño... Ni siquiera los niños son tan inocentes como crees —agregó, y las pálidas mejillas de Bright se sonrojaron como nunca.
—Eso lo dices tú que eres un depravado. Para los "normales" es una abominación el solo hecho de que tengas sexo con un hombre como si fuera una mujer, tenga la edad que tenga. Y no me des más detalles, o me harás vomitar, malditos anormales. Pero no te creas que es mi única arma —aclaró, y su sonrisa volvió a tomar fuerza—. Todos sabían que Win quería patinar ese día, fue el primero en confirmar su asistencia. Y su posterior intento indica que si no se presentó a tiempo fue porque algo o alguien se lo impedía. ¿Y adivina el personal de qué hotel dice haberlo visto escapar a la carrera, desesperado por llegar al estadio? ¿Cuánta gente, cuántos automovilistas y comerciantes lo vieron recorrer ese trayecto? Además... lamento informarte que todos saben que el último que vio a mi hijo antes de que apareciera en este estado... fue Brighr. Y las razones por las que pudo haberlo hecho son demasiado claras y bien públicas...
De pronto, el metálico ruido del andar de un carrito fue acercándose desde el corredor hasta que una muchacha con el uniforme del personal entró por la puerta que había quedado abierta.
—Por favor, disculpen el... retraso...
Los grandes ojos azules de la chica pasaron del escultural cuerpo de Bright, prácticamente desnudo, a la bata roja del hombre mayor que lo sujetaba, para luego volverse al extraño hombre junto a la puerta que hablaba con ellos sin que al parecer nada le llamara la atención.
—Pasa tranquila, linda —la invitó Opas-iamkajorn—. Tal vez te hagan pedazos con el cuchillo de la mantequilla, pero no te violarán preciosa. Te falta "una gran razón" para ser de su gusto —explicó, haciendo un gesto bastante grosero para referirse a la homosexualidad de los otros.
—Querida —dijo Bennet con suavidad—, sé tan amable de llamar a los guardias, que retiren a este hombre de aquí.
—Sí señor.
—No es necesario, me retiro solo. Voy a planear lo que haré con todo el dinero que te saque cuando gane el juicio. Aunque mi mejor gozo será verte tras las rejas el resto de tu vida por asesinato.
—Win aún no está muerto —gruñó Bright, harto de hacer aquella aclaración, tembloroso y con los dientes apretados por la ira.
—¿Estás seguro? —preguntó Abraham con una sonrisa torcida, tomando una tostada de la bandeja—. Creo que tienes noticias atrasadas, Vachirawit...
🐺🐰
—¡Espera!
—¡Déjame ir, debo verlo!
—Bright, espera un momento! —Con fuerza Bennet forcejeaba por mantener a Bright en su sitio—. Escucha lo que voy a decirte.¡Escucha!
Ya a solas, los dos rusos se veían acalorados y nerviosos. Bright tomó asiento por fin, tembloroso y colorado de la ira, impaciente por confirmar las malignas insinuaciones del americano.
—Usa la cabeza, Bright, dirá cualquier cosa para que caigas en su trampa. Si hubiera sucedido algo con Win ya habría salido en las noticias, hay periodistas y fans bordeando el hospital, esas cosas siempre se saben al instante.
Bright continuaba con su rostro serio, evitando su mirada, moviendo una pierna nervioso y agitado. Bennet tomó asiento frente a él y lo observó, su rostro más serio que nunca pero mucho más calmado.
—¿Y bien? —preguntó al fin, luego de unos minutos de silencio.
—¿Y bien, qué? —repreguntó Bright con brusquedad.
—¿Dice la verdad?
—Oh, por favor —exclamó con un suspiro de hartazgo.
—Sólo quiero escucharlo de ti, que me digas que está mintiendo.
—¡No violé a nadie! No más de lo que tú me lo has hecho. Puedes acusarme menos de lo que puedo acusarte yo a ti...
Sus palabras salieron sin control, sin pensarlas, pero al instante comprendió que había dicho algo inconveniente... muy inconveniente...
La expresión de Bennet mudó de la sorpresa absoluta a una mirada dura, agria.
—Yo no dije que hubieras violado a nadie... Y si tienes algo que decirme déjate de rodeos y dilo claramente.
Bright bajó su mirada, sintiendo que su rostro ardía. No había querido decir eso, no al menos en esos momentos. Bennet había saltado como una fiera a defenderlo, y él ahora lo único que hacía era ofenderlo. Negó lentamente con la cabeza, sin atreverse a mirarlo a los ojos.
—No, no tengo nada que decirte...
—Bien. Entonces respóndeme de una vez... ¿esas pruebas de semen los traerán a ti?—. Bright agachó la cabeza —¿Sí o no?
—Es posible...
—¡Oh, por Dios, Bright! —Bennet se tomó la cabeza en un gesto típico de exasperación— De todas las personas del mundo, ¿tenías que meterte con Win Opas-iamkajorn?
—No lo tenía planeado, no pensé...
—¡Eso quedó claro! Bright, cómo se te ocurre enredarte con tu mayor rival, ¿no pensaste en lo que esto podía traer? Olvídate de lo que pasó, ¿no pensaste que podía estar engañándote a propósito, que podría tener una cámara oculta o un grabador? ¡Si hablaba con la prensa era tu fin!
—Win no tenía esas intenciones.
—Vamos, Bright, desde cuándo eres tan inocente.
—¡No llevaba nada de lo que dices!
—¿Cómo lo sabes? ¿Lo averiguaste al desnudarlo?
—Sí...
—¿No crees que ya hubiera sido un poco tarde?
Bright se tomó la cabeza, sentía que le estallaba.
—¿Qué importa todo eso ahora?
—¿Estás sordo o estúpido, hijo? —exclamó con una rudeza que jamás había empleado con él—. ¿No escuchaste lo que dijo? ¡Tienen tu ADN! Abraham no tiene razón, pero sí sentido en todo lo que dice. A sus abogados no les costará armar un juicio, aunque luego no puedan sostenerlo, te envolverán en el escándalo hasta destruir tu imagen... Por Dios, sólo ruega que ese chico no se muera o estaremos en graves problemas.
—Lo ruego a diario desde hace dos semanas —respondió Bright con la mirada perdida, terriblemente cansado.
Bennet lo miró como si no supiera qué hacer con él. Tras su imagen de hombre precisó, su mirada no podía ocultar la preocupación y el amor que sentía por Bright. Permanecieron en silencio unos minutos, y luego se acercó a su niño, acariciándole el rostro.
—¿Te enamoraste de él?
— No. Yo- no lo sé...
—¿Cómo es posible? No lo entiendo, hablamos de ese chico cientos de veces, hemos visto sus videos hasta hartarnos buscando sus puntos débiles, estudiando su técnica... nunca me dijiste nada.
—No sentía nada —aseguró Bright, elevando sus ojos, dolorido—. No sé lo que pasó, Bennet... pero de repente me encontré atrapado en su mirada... y...
Más silencio. Hasta el movimiento de la ciudad parecía haberse detenido.
—Vete —dijo entonces Bennet, masajeándose las sienes—. Hablaré con nuestros abogados, pondré todo en sus manos, ellos sabrán que hacer. Ve Bright... ve y asegúrate de lo que dijo ese maldito. Ve a confirmar que Win ha muerto.
🐺🐰
—Necesito pasar. ¡Win!
—¡Señor, no puede entrar así en este lugar, menos fuera del horario de visitas!
La enfermera se acercó con paso enérgico para sacarlo de la sala, pero Bright la sostuvo por las muñecas, forcejeando levemente, hasta que pudo ver por sobre el hombro de ésta hacia el interior de la sala...
Entonces sintió que perdía todas sus fuerzas...
La cama de Win estaba vacía.
—¿Dónde está? —susurró desesperado.
—No puedo darle informaciones si no es familiar —protestó la mujer, deshaciéndose furiosa de las manos del ruso.
—¡Usted me conoce! ¡Sabe que he venido a diario!
—Lo siento, pero nos han prohibido darle alguna información.
—Por favor —suplicó al borde de las lágrimas—. Por favor, se lo pido... dígame si ha muerto.
—No puedo hacer eso —respondió la enfermera más tranquila, ahora mirándolo con cierta compasión.
—¡Sólo dígame sí o no, por piedad!
Indecisa, la mujer le echó una larga mirada. Luego miró a un lado y a otro en busca de oídos indiscretos, y volvió a mirarlo.
—No ha muerto. Aún —susurró acercándose a la rizada cabellera de Bright, que de inmediato se inclinó sobre ella para oírla mejor—. Pero lo estará en una hora. Lo siento.
—¿Qué?
—Los médicos ya han declarado que no se recuperará, y la familia solicitó que se le retire toda asistencia, incluido el respirador.
—No... no... —repetía Bright, incapaz de articular otra palabra.
La mujer lo miró apenada.
—Lo siento mucho... pero en una hora lo desconectaremos.
Bright se cubrió el rostro con las manos, e incapaz de sostenerse a sí mismo, apoyó las espaldas contra la pared. Se sentía mareado, las piernas no lo sostenían. Todo había sido inútil, tan inútil. Y esto era sin duda obra de Abraham Opas-iamkajorn . Él sabía, sabía que con Win muerto su situación empeoraría muchísimo, y había decidido acelerar los trámites...
Sin fuerzas resbaló por la pared hasta quedar sentado en el piso. De pronto comenzó a faltarle el aire, se sentía enfermo. Enterró el rostro entre sus piernas, sintiendo una debilidad horrorosa, y respiró profundo con la sensación de que iba a desmayarse de un momento a otro.
Pero entonces sintió una mano acariciando su cabeza.
Tardó un momento en elevar sus ojos, pero cuando lo hizo se encontró con el rostro de dos enfermeras: una, la que le había comunicado la espantosa decisión, la otra, una muchacha a la que veía casi a diario en sus visitas. Parecían preocupadas y conmovidas.
—Te conozco —dijo la joven, acariciándole el rostro—. Tú siempre estás con él, lo cuidas, lo amas. Su padre no lo visita nunca —sus ojos grises parecían tristes, su inglés era muy elemental—. Pero tú le hablas y cuidas de él. Yo te dejaré verlo.
Bright la miró emocionado, parecía incrédulo. La otra enfermera asintió con un gesto de la cabeza y continuó acariciándole el cabello.
—Ven —dijeron, poniéndolo de pie entre las dos—. Te llevaremos con él.
🐺🐰
La sala a donde lo condujeron era mucho más pequeña y oscura que la que había visitado todo aquel tiempo. No tenía ventanas, sino un pequeño tragaluz casi rozando el techo por donde entraba una luz grisácea, que cuando el sol no brillaba con intensidad dejaba todo en penumbras. En el medio había una cama, sin prácticamente nada que la rodeara, y sobre ella, Win.
Bright parpadeó, confundido.
—¿Dónde están todos los aparatos? —preguntó, haciendo ademanes sobre sus brazos y su cabeza, sin conocer las palabras para tantos equipos médicos.
—Sólo le dejaron el respirador. Y el monitor para saber cuando su corazón se detenga.
—Es inútil e innecesario administrar medicamentos o suero a alguien que morirá en unos minutos.
Las mujeres lo miraron entristecidas, y palmearon su hombro para darle fuerzas. Luego abandonaron la habitación.
Bright se acercó. Irónicamente, sin tantas cosas conectadas a él, Win parecía más saludable. Al menos podía ver su rostro más despejado, su delicada nariz, las sombras oscuras bajo sus ojos cerrados. Asomaba algo de cabello bajo las vendas de su cabeza, y alguien lo había vestido con una bata blanca. Parecía estar durmiendo en paz, ajeno como siempre a todo el horror que lo rodeaba.
—Hola Win—lo saludó, como todos los días, y besó su frente y sus mejillas.
Parecía mucho más joven con aquella ropa de aspecto angelical, y al tomar su mano tuvo la sensación de estar ante un niño. Un niño inocente.
—Hoy no voy a contarte una de mis anécdotas aburridas —comenzó a decir, acariciando compulsivamente la mano que sostenía—, porque hoy tengo que darte una mala noticia... Tu padre ha decidido enterrarnos a ambos. A ti bajo tierra, a mí en una cárcel. Me acusará de tu muerte Win, y a ti te matarán esta misma tarde.
¿Era duro decírselo así? Que diablos importaba, si no podía oírlo. Los ojos de Bright se llenaron de lágrimas y ya no pudo contenerse. Se echó sobre el cuerpo inmóvil de su amante, y lo abrazó con todas sus fuerzas. Apoyó su rostro contra el pecho, y escuchó los latidos de aquel corazón que pronto se silenciaría para siempre. Y lloró, lloró trepado a la cama, abrazado a aquel cuerpo consumido como un niño buscando protección.
—Perdóname Win, no pude salvarte. Lo intenté, pero no pude hacer que despertaras, ni siquiera logré que variaras el ritmo de tu corazón, nada... Lo intenté, sabes que lo hice. No falté ni un día a mi promesa de acompañarte, pero tú me fallaste a mí, tú no pusiste nada de ti para salir de este maldito hospital y reírte de todos aquellos que decían que morirías.
Llorando desesperadamente, tomó los brazos inertes y los sujetó en torno a su cuello, esperando que lo abrazara. Pero en cuanto los soltó cayeron inmóviles como los miembros de un títere abandonado. Bright entrelazó una mano con la suya y hundió el rostro contra aquel cuello tibio, mientras las lágrimas le caían incontrolables.
Cerró los ojos y permaneció así, acurrucado, sintiendo por última vez el calor de ese cuerpo que había sido suyo solamente una vez, respirando el aroma de esa piel dulce que no había perdido su suavidad aún después de pasar por aquel infierno.
—Nunca me enamoré de nadie —admitió con una voz relativamente calmada, aunque de sus ojos cerrados seguían cayendo lágrimas interminables—, pero creo... creo que me enamoré de ti, Win... Lo que significa que estoy terriblemente perdido. Acabado... Me acusaste de haberte matado, pero tú me has matado a mí... Me dejaste solo con todo esto, ¿cómo puedo seguir adelante...?
No hubo respuesta. Como siempre.
—Bозбуждать! (bozbuzhdat! / ¡Despierta!) —susurró Bright con desesperación, aferrado al cuerpo que se negaba a dejar ir, apretando con tanta fuerza los dientes y los ojos que temblaba.
Entonces, una suave brisa acarició su piel. O eso le pareció, porque poco le importaba ya abrir los ojos al mundo. Pero luego de unos momentos volvió a sentirla, en su mano, como el roce de una pluma.
Entreabrió los ojos perezosamente. Un pulgar le acariciaba la mano. Un pulgar que no era suyo.
Abrió más los ojos y observó mejor. Win ... Win lo acariciaba con tanta lentitud que era agonía, pero su caricia era clara y pronto se unían los otros dedos para acrecentar ese delicioso mimo.
Bright dejó escapar un jadeo y levantó el rostro, muy despacio...
Dos ojos verdes lo observaban sin fuerzas, pestañeando con mucha suavidad.
Y la caricia no se detuvo...Mas tarde les traigo un capitulo mas ...
ESTÁS LEYENDO
Sangre Sobre Hielo Adapt.BrightWin
Misteri / ThrillerLa sangre tiñe el mundo del patinaje sobre hielo y se derrama sobre los que reinan en él. Mientras que win era un mar profundo plagado de secretos, Bright una caja fuerte llena de misterios. Todos los derechos reservados pertenecen a su respectiva...