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—Así es, tú solo deja que yo te deslice...
                             
Con las piernas rígidas y temblorosas, Win se dejó conducir hacia el centro de la pista, aferrado con ambas manos a las de Bright, que avanzaba de espaldas, de frente a él.
                             
—Me falta una buena música, eso es todo. Con un buen tema podría patinar sin problemas.
                         
Sonriendo Win se obligó a festejar su propia broma, pero aunque intentaba descomprimir la situación lo cierto era que todo su cuerpo temblaba como una hoja, aterrado como estaba de no poder dar los primeros pasos en el camino que ya había recorrido millas.
                             
Bright le sonrió, colocándose tras él sin soltarlo ni por un momento, un brazo rodeándole la cintura, el otro sujetando fuertemente su mano. Pegó su pecho a la espalda, e inclinándose dulcemente sobre el suave cabello negro, entonó con una voz tan seductora como la que utilizaba al hablar.

                             
—Love of my life, you've hurt me... —Al escuchar las tiernas palabras musitadas en su oído Win sonrió, esta vez risueño, más relajado—... you've broken my heart and now you leave me... ¿Así está mejor?

                             
—Sí... mucho mejor.

                             
Con un cariñoso beso en la mejilla Bright lo alentó a seguirlo sin temor. Sin dejar de cantar suavemente y manteniéndolo junto a él todo el tiempo, comenzó a deslizarse tranquilamente hacia delante, pasos básicos que Win imitó con la inseguridad que da el miedo, el rostro tenso y concentrado en cada movimiento que hacía.

                             
—Love of my life can't you see... bring it back, bring it back, don't take it away from me because you don't know what it means to me...

                             
Nada era tan difícil si permanecían juntos. Con un poco de resistencia Win aceptó cambiar el rumbo y con un suave suspiro comenzó a deslizarse hacia atrás, mirando inquieto por sobre su hombro, permitiéndose descansar en la seguridad que le ofrecía el firme cuerpo tras él cuando su inestabilidad o sus miedos amenazaban vencerlo.

                             
—No te detengas, sigue cantándome, por favor.

                             
—Love of my life don't leave me. You've taken my love, you now desert me. Love of my life can't you see... Bring it back, bring it back, don't take it away from me because you don't know what it means to me...

                             
Alentado por el éxito del primer intento, Bright decidió arriesgarse un poco más. Conduciendo el cuerpo que sostenía con firmeza aumentó considerablemente la velocidad de sus pasos. El viento ahora hacía flamear sus cabellos, entremezclándolos en el aire en una fusión exquisita, mientras las formas que los rodeaba se volvían más difusas y descoloridas.

                             
—You won't remember when this is blown over, and everything's all by the way...

                             
Cruzándole el brazo izquierdo sobre el pecho, atrajo a Win aún más contra su cuerpo, pegándolo completamente a él, y con mucho cuidado deslizó luego el otro brazo, el que hasta el momento aferraba su cintura, hacia abajo, hasta sujetar su pierna derecha.

                             
—¿Qué pretendes hacer? —preguntó el indefenso Win, mirando temeroso esa mano que sospechosamente se posaba por encima de su rodilla, pero para entonces ya era demasiado tarde. Bright no solo le levantó la pierna hasta la altura de las caderas, sino que también elevó la suya propia, dejándolos a ambos deslizándose hacia atrás apoyados sobre una sola pierna.

                             
—¡Bájame Bright, bájame! —chillaba desperado, cerrando fuertemente los ojos, pero de nada sirvieron sus quejas. Tan juntos y coordinados como si fueran la sombra del otro, se deslizaban por la pista en una elegante y delicada figura, uno riendo, el otro aterrado.

                                         
             
                   
—When a get older I will be there at your side to remind you how I still love you. I still love you.

—Te odio —murmuró Win cuando al fin pudo sostenerse en sus dos pies, girando para quedar de frente, aferrado al cuello de su improvisado instructor.

—Mentira, me amas —refutó Bright, besándolo profundamente en la boca, avanzando con él en un apretado abrazo.

Resultó ser la prueba de fuego. Cuando el beso acabó Win pareció tomar la confianza suficiente para patinar a su lado, tomado de la mano, adquiriendo velocidad y un poco de audacia en cada paso que daba. Lejos, muy lejos estaba de ser el campeón nacional que había sido hasta el año anterior, pero al menos había vencido el pánico a pisar el hielo. Podía flaquear, pero qué importaba... siempre tendría a Bright a su lado para sostenerlo, guiarlo y contenerlo.

When a get older I will be there at your side to remind you how I still love you.

Sí... estarían juntos hasta el final...

Pero como un frágil molinillo de viento, el destino torció el rumbo de aquella noche en un ínfimo instante. De pronto Bright se detuvo, con la mirada atenta hacia la entrada de la pista. Win también frenó, sujetándose de él, observándolo un momento sin comprender antes de volver la cabeza en la misma dirección.

Había un hombre allí. Un hombre bajo, con un abrigo grueso y gorra, cuyo rostro no lograba distinguir con nitidez por más que entornara los ojos. Pero Bright sí podía ver con claridad, y lo que vio no pareció gustarle.

—¿Qué haces aquí? —exclamó, mientras un extraño rubor de enojo cubría sus mejillas—. ¿Acaso no fui claro? ¿No dije que no quería volver a verte en mi vida?

Furioso, dio dos largos pasos en su dirección, al parecer dispuesto a refrescar la memoria de aquel con sus puños, pero Win lo refrenó tirando de él, sujetándose con fuerza a su brazo para impedirle que avanzara. Ahora sabía que esa forma borrosa era Bennet, y más que nunca sintió que su presencia no podía significar nada bueno.

—Te amo Bright—dijo la voz en ruso, para que solo el rizado captara su mensaje—. Nunca lo has querido creer, pero eres la luz de mi vida, eres más importante para mí que el alimento o el agua. Sin ti simplemente me muero.

Metáforas al margen, aquellas palabras parecían tener sentido. Con una impresión apenas disimulada Bright pudo ver lo terriblemente desmejorado que estaba Bennet desde la última vez que lo viera. Había bajado mucho de peso, como si realmente no hubiera ingerido alimento desde aquel día; estaba sin afeitar y desalineado, sin cuidado en el vestir, algo que jamás se había permitido antes; y la inflamación producida por los golpes en su rostro aún perduraba, tornando su piel en las diferentes gamas de verde, morado y violeta. Su ánimo, en cambio, parecía haberse recompuesto, al menos lo suficiente para permanecer erguido y hablar con voz clara, lejos ya de aquel patético estado en que se arrastraba por los suelos llorando su miseria y suplicando sin orgullo.

—No sabes lo que te he extrañado —prosiguió con tranquilidad, mirándolo con dulzura—, sobre todo por las noches cuando me acostaba solo... Deseaba tanto tenerte allí que casi podía sentir tu pelo rozándome el rostro, y el calor de tu cuerpo bajo el mío... ese hermoso trasero tuyo en el cual hundirme...

—Sí, ya veo lo que extrañas de mí, hijo de puta —respondió Bright con los dientes apretados y las mejillas encendidas. Y aunque Win no entendía nada de lo que se decían, su instinto le indicaba que sujetara a su amor para impedirle avanzar. A Bennet no pareció importarle que lo insultaran.

—Siempre fuiste mi niño, mi amor —continuó, tan calmado como antes—, lo supe desde el primer instante en que te vi, supe que serías mío por siempre... Nadie, ni siquiera Dew llegó a mi corazón como lo has hecho tú, Bright. No sólo lograste tocarlo, sino que me lo robaste por completo, lo hiciste tuyo y lo manejaste desde entonces a tu merced...

—Vete... Vete de aquí o te mataré, mal nacido. ¡Suéltame Win! Déjame ir.

—Y tú me amabas —continuaba Bennet con una sonrisa delirante y los ojos humedecidos por la emoción—. ¡Me amabas y éramos tan felices! Sí, tan felices, mi pequeño... Pero ahora todo eso terminó —concluyó entristeciendo su mirada—, y si no estamos juntos... nada me importa.

Bright dejó de forcejear para quedar estático, a la expectativa de aquella pausa que intuyó peligrosa. Win, a su lado, continuaba aferrado a él, mirando al viejo entrenador con aversión aunque no hubiera entendido una sola palabra de todo lo dicho. Y así unidos los atrapó la sorpresa, reflejada por un segundo en sus jóvenes rostros, cuando Bennet sacó la mano que ocultaba en el bolsillo de su abrigo, los apuntó con un arma, y sin más aviso, disparó.

Win cayó pesadamente sobre el hielo. Bright, de igual modo, se desplomó desarticulado sobre él.










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Sangre Sobre Hielo Adapt.BrightWinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora