Win acomodó lentamente sus anteojos. No era su pobre visión la que lo engañaba: Bright estaba acariciando el hombro y el cuello de Dew. Sin poder controlarlo, sintió que su respiración se aceleraba.
—Espero que pronto podamos irnos de aquí —murmuró con menos calidez de la que hubiera sido justa para su pobre anfitriona.
—¿No están cómodos? —preguntó la jóven con el gesto entristecido—. Es por los niños, ¿verdad? Creí que los tenía a resguardos de sus gritos y juegos.
—No es que no estemos cómodos, simplemente no quiero seguir abusando de tu hospitalidad.
En el fondo era verdad. Al margen de la irritante incomunicación que estaba teniendo con Bright, su estadía allí era cómoda, y lo que tuviera de placentera era indiscutiblemente mérito de ella.
—¡No hay ningún problema en que se queden! Tú me agradas mucho y Bright es como de la familia. Disfruto que esté aquí, lo echamos tanto de menos los últimos meses...
—Se ve que lo quieres mucho.
—Bright es como mi hermano —aseguró la mujer con firmeza y amor—. Fue testigo de mi boda, es el padrino de mis hijos... —la lista parecía en verdad ser bastante larga. En la otra habitación, Dew acababa de besar las mejillas de Bright. Win sintió deseos de estrangularlo—. No te pongas celoso, ¡pero me dio mi primer beso!
La pequeña noticia lo hizo apartar la mirada de la pareja en la sala para volverla a ella, curioso.
—¿En serio?
—Sí... éramos adolescentes tontos, y todas moríamos por un beso de Bright. Imagínate, siempre fue bien parecido, y se veía tan elegante con sus trajes de competición... Creo que el miedo a que me quedara con él fue lo que hizo que Dew me pidiera ser su novia!
Sí, buen plan para alejarte, mientras a escondidas se enredaba con la hermana de Bright cuando venía de visita, pensó Win con malicia, vigilando los movimientos en aquel alejado sillón.
—¿Hace mucho que conoces a Dew?
—Desde los seis años. Y creo que desde ese momento supe que me casaría con él.
—¿Dónde lo conociste?
—En la pista, claro. Tú sabes, yo daba mis primeros pasos en el hielo y él ya comenzaba a ganar campeonatos, pero de todos modos era un chico muy bueno y ayudaba siempre a todos. En fin, como ahora, no ha cambiado mucho. Tengo el mejor esposo del mundo —comentó, mirando a su marido con amor.
Sí, muy tierno...
—Entonces conoces a Bright desde hace años también...
—Desde que Bennet lo trajo —recordó con nostalgia— El pobre Bennet... Llegó un día con éste ángel y todos nos quedamos anonadados por cómo patinaba. ¡Daba envidia pensar que sólo tuviera un año menos que yo!
—¿Y nadie hizo nada para rescatarlo de Bennet cuando se lo llevó a su casa? —preguntó Win, dejándose llevar por la indignación. Tu lo miró sin comprender.
—¿Bromeas? Lo rescató de la calle, el pobrecito estaba casi muerto. ¡Bennet fue lo mejor que pudo pasarle! Todos nos alegramos por Bright, muy pronto demostró que se merecía todo lo que él le daba y mucho más. ¿Acaso no conoces la historia entre ambos?
—Sí, la conozco muy bien...
A Win le costaba cada vez más mantener los ojos fuera de las dos figuras perdidas en la sala. Demasiados abrazos para su gusto, cada vez más juntos, cada vez más cerca... Por un momento, hasta le pareció que se besaban...
—Estás celoso —dijo ella de pronto con una sonrisa traviesa, y Win pensó que su vigilancia había sido demasiado evidente—. Celoso del lazo que tenía con Bennet, ¿verdad? —agregó, y el americano comprendió que la pobre no entendía nada—. Dew también se puso así los primeros tiempos. Es que él era el preferido de Bennet hasta que llegó Bright. Aún era muy joven, creo que fue lógico que tuviera un poco de envidia, en cierta forma había sido reemplazado. Pero bueno, Dew tenía a sus padres cerca, Bright no tenía a nadie, y era tan pequeño...
Win se puso de pie casi de un salto. Eso sí había sido un beso, un beso en la boca, él no era estúpido, lo había visto perfectamente. Breve, fugaz, pero beso al fin, ¡maldita sea!
En un gesto nervioso, casi sin saber qué hacer, depositó al niño dormido suavemente en brazos de su madre, y sin decir una palabra más ni volver la vista hacia la sala, salió como un huracán hacia el dormitorio.
—No Bright, no eres un asesino, no vuelvas a decirlo. ¿Cómo crees que podría odiarte por esto?
El beso sobre sus labios había sido rápido pero intenso. Bright parpadeó, incrédulo, para ver a un Dew casi tembloroso, aún sosteniéndole el rostro con ambas manos. ¿Qué había sido eso? ¿Cómo habían pasado de las palabras temblorosas y las confesiones homicidas a los abrazos consoladores y besos en la boca? No lo sabía. Lo único que comprendió a la perfección cuando vio pasar a Win rápido como un rayo, era que tendría problemas.
—¡Lo siento! —susurró Dew, aterrado y asombrado por lo que acababa de hacer—. Lo siento, yo...
—Está bien, no te preocupes.
—Bright, no quise, yo no... sólo quería...
—No hay problema, cálmate.
—Quería que supieras que te quiero, que eres mi mejor amigo, que no me importa nada...
—Lo sé, pero guarda silencio...
La cara de terror del castaño se duplicó al ver llegar a su esposa con el niño dormido en brazos. ¿Ella también lo habría visto?
—Bright, creo que metí la pata —confesó Tu, mirándolo preocupada—. Estaba hablando con Win y le conté nuestra estúpida anécdota del beso. Luego seguimos hablando de Bennet... no sé qué fue, pero algo que dije lo molestó.
Bright se puso de pie. Dew lo imitó, blanco como un papel.
—No te preocupes —le aseguró el ruso a la mujer, acariciándole el rostro con una mano mientras se inclinaba a besar al niño en la frente—. No fue tu culpa, está enojado conmigo. En verdad, no te aflijas, se le pasará... pero ahora debo ir con él —agregó, y con una última mirada a su amigo, se despidió de la pareja.
🐺🐰
Al entrar en la habitación, Bright halló a Win en la cama, haciéndose el dormido. Un panorama mucho mejor del que pensó que encontraría. Ya se había imaginado un revolotear de ropa, maletas y gritos encendidos acerca de traición y ruptura.
Intentando mantener esa calma milagrosa, cerró la puerta con llave y se dirigió a la cama, desnudándose antes de introducirse en ella.
—¿Debo despertar a éste bello durmiente con un beso? —preguntó en un susurro vehemente, mientras envolvía con sus brazos ese cuerpo amado, que se mantenía tenso y distante, impasible ante sus caricias. Cuando intentó besarlo en los labios, Win apartó la cara con un movimiento brusco.
—Hueles a vodka —le reprochó con frialdad.
—Tú hueles a muchas cosas ricas —concedió Bright, sumiso, olisqueándole el cuello como un sabueso—. Apuesto a que estás delicioso —aseguró en tono meloso, mordiéndolo suavemente, pero fue rechazado.
—Quiero dormir.
—Dormir... Muy bien, de todos modos no te necesito despierto para esto, ¿o sí? —susurró, ardiente, mientras con un movimiento diestro bajaba la ropa interior de Win , excitado ante la idea de una pequeña batalla antes dominarlo y poder poseerlo con furia. Pero su contrincante se subió la ropa de inmediato, girándose hacia él con el rostro rojo de ira.
—¿Qué te crees que soy? ¿Tu muñeca inflable?
—Buena idea, tal vez si soplo por aquí...
—¡No me toques! Estás muy mal acostumbrado, Bright. Te crees que todo el mundo es como tú, al que pueden tomar sin pedir permiso y cuando se les viene en gana...
La pasión de Bright se enfrió tan rápido como si le hubieran arrojado un cubo de agua helada sobre la cabeza. Se echó atrás, dolido, incapaz de retrucar ni decir nada inteligente a su favor.
—Yo sólo... quería estar contigo —balbuceó casi en un susurro—. Llevamos aquí más de una semana, pensé que querrías... hacerlo.
—Oh, vaya, menos mal que lo recordaste, qué considerado de tu parte. Pero resulta que no tengo ganas de acostarme contigo, mira qué simple es el asunto.
—¿Y eso te da derecho a maltratarme?
—¿Maltratarte? Vaya que estás sensible hoy. Por qué mejor no vuelves a la sala, seguramente Dew sabrá consolarte como a ti te gusta.
Bright permaneció un momento inmóvil. Finalmente dio media vuelta, apoyó la cabeza en la almohada y se tapó con las mantas sin agregar una palabra más. A Win aquel silencioso acto pareció enfurecerlo más que cualquier excusa barata.
—Voltéate a enfrentarme y dame una respuesta menos cobarde que esa.
—¿Para qué? Viste lo que querías ver, no escucharás nada más que lo que quieras oír.
—¡No permitiré que te pongas en el papel de víctima!
—De víctima no, al parecer llevo el papel de estúpido. Yo pongo lo mejor de mí para que estemos bien y tú no haces más que quejarte.
—¿Lo mejor de ti? ¡Prácticamente te has olvidado de mí desde que bajamos del avión! Estoy en un país extraño, donde no conozco ni el idioma ni las costumbres, y en vez de darme un poco de tu apoyo ¡tú te dedicas a ser social, a salir con tu queridísimo amigo, a ir a patinar, a programar tus futuras presentaciones! Si no fuera por Tu me habría muerto de la desesperación.
—Pensé que te agradaba...
—¡Me agrada! Esa chica es un ángel, ¡Pero está haciendo tú trabajo! ¡Tú deberías estar conmigo! ¡Tú tendrías que quedarte a mi lado, ayudarme a habituarme a éste lugar, enseñarme la ciudad! Por Dios, Bright, si recién te das cuenta de que no hicimos el amor en diez días...
Hubo un silencio desagradable durante el cual Bright no dio ninguna señal de reacción. Pero luego, lentamente, giró hasta quedar tendido de espaldas, su rostro vuelto hacia Win.
—Lo siento, tienes razón —admitió con un dolor extraño turbando el oscuro de sus ojos, aunque su voz era firme y desprovista de un arrepentimiento efusivo—. Debí permanecer más tiempo contigo, no pensé que la estuvieras pasando tan mal.
Win abrió la boca como para decir algo, pero de inmediato la cerró, desconcertado. Realmente no esperaba que Bright le diera la razón. Internamente deseaba que no lo hiciera, tenía tantas ganas de pelear con él...
—Pero trata de entenderme tú también —continuó el ruso—. Por primera vez siento que soy verdaderamente feliz: estoy en mi país, contigo, tengo a mis mejores amigos, a mis afectos, siento que al fin estoy en casa. ¿Sientes raras las cosas aquí? Pues para mí fue lo mismo vivir en occidente. ¿Acaso te detuviste a pensar eso? Estuve meses sin quejarme ni una sola vez de todo lo que me parecía extraño e incomprensible, tú llevas una semana y ya quieres crucificarme. Me haces sentir como basura sólo porque al fin pude relajarme unos días. ¡Si hasta es la primera vez en meses que puedo hablar con alguien en mi idioma! Tú jamás tuviste que tomarte esa molestia, ni siquiera pensaste en el esfuerzo que significaba para mí comunicar hasta las cosas más cotidianas... No, nunca pensaste en éstas cosas, porque yo prefería callar mis incomodidades antes que crearte más preocupaciones. Pero claro, una semana de "grandes sacrificios" no se compara...
Volvieron a quedar en silencio. Bright volteó el rostro hacia el otro lado. Win había dejado pintada la cara con expresión ausente. No era que no hubiese escuchado, por el contrario, todas las palabras habían calado hondo en su mente y corazón. ¿Por qué ahora todas las rabias y tristezas de la semana no parecían nada a comparación de lo que acababa de oír? Eso era típico de su amante: hablar de algo con tanta pasión que era imposible no acabar convencido de su punto de vista.Lentamente, fue acercándose hasta apoyar su mejilla contra el pecho tibio. Las vibraciones del corazón que había dentro lo hicieron entrar en razón. ¿Qué estaba haciendo? Era su amor el que estaba allí, rechazado y triste.
—Lo siento —suspiró, rozando el calor de aquel cuerpo con sus labios—. Lo siento.
Una mano delicada le acarició la cabeza y él respondió con un movimiento de felino agradecido. Era tan fácil comunicarse cuando eran sus cuerpos los que hablaban...
—Todo estará bien —aseguró Bright por centésima vez, con su caricia consoladora mientras la dulce boca sobre su pecho lamía suavemente sus pezones, despertando las profundas pasiones del deseo contenido por tantos días. Pero cuando descendió, apasionado, por el camino de su vientre, hundiéndose en su ombligo, trepando luego por los montes de su intimidad, sintió la necesidad de detenerlo—. No necesitas hacer eso —aclaró invadido por un pudor extraño en él.
—Pero quiero hacerlo —afirmó Win, lamiéndolo, con la respiración y los ojos encendidos.
No había rechazo ni obligación en esos hermosos ojos verdes, muy por el contrario, sólo deseo genuino y entrega, pero Bright no pudo evitar sentirse sucio, barato, fácil... "como tú, al que pueden tomar sin pedir permiso y cuando se les viene en gana".
Había dolido mucho, como sólo sabe doler la verdad. A través de Win, Bennet seguía mostrándole que sólo era un objeto de diversión, un instrumento para saciar el placer de otros. Desafiando el tiempo, las palabras de ese fantasma volvían en suaves ondas que golpeaban con la fuerza de azotes. "No sabes lo que te he extrañado... ese hermoso trasero tuyo en el cual hundirme..."
Un nudo en la garganta le quitó el aire. Algo en su boca comenzaba a saber amargo, y no era por el vodka.
—Ven aquí —dijo al fin, alzando el cuerpo joven de Win hasta dejarlo a su lado—. Sólo quiero que me abraces.
—Pero...
—Por favor, sólo abrázame fuerte... muy fuerte...
No habría pasión esa noche. Sólo el desconcierto de Win y el cargo de conciencia por su falta de sentido común. Sólo las lágrimas de Bright, retenidas a duras penas en el umbral de sus pestañas, y esa intensa sensación de vergüenza y asco por sí mismo.
"Tú sí que sabes cómo hacer que te obedezca, ¿verdad? ¿Quién puede negarle algo a tu boca, mi pequeño perverso?"
No podrás separarnos. Te odio, Bennet, repitió como una plegaria hasta caer dormido sobre el pecho del menor. Te odio.
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Sangre Sobre Hielo Adapt.BrightWin
Mystery / ThrillerLa sangre tiñe el mundo del patinaje sobre hielo y se derrama sobre los que reinan en él. Mientras que win era un mar profundo plagado de secretos, Bright una caja fuerte llena de misterios. Todos los derechos reservados pertenecen a su respectiva...