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Su primer encuentro, se dio desgraciadamente para su fortuna y ambiciosos planes venideros, en medio de una situación con dos opciones. Hacerse cargo de los problemas dentro de su isla, o poner orden dentro de su barco a su tripulación. 

El peor momento vino luego de "conocerlo". 

Montbretia, la gobernadora. Actual Emperatriz pirata de las Kujas, esa era su identidad en ese momento. Contuvo su hostilidad apretando los labios alrededor de su kiseru, inhalando el humo de su sofisticada pipa, sin arruinar el maquillaje seductor que la embestía. 

Una mujer de cabello blanco y tez bronceada se postró ante su imponente figura acercándose a ella, sus ojos dorados y severos la interrogaron. Alrededor de su figura y su magnífico trono ornamentado, alzó la mano para evitar las formalidades y que saltara a la brevedad con su noticia. —¿Qué quieres Camomille?

La Kuja vestida como una de sus leales guerreras no tardó en dar su informe. —Un barco pirata está atracado en la isla vecina, enviamos un grupo de reconocimiento a investigar pero no han vuelto— informó la desagradable noticia. 

Montbretia resopló el humo contenido en sus pulmones. Qué desagradable, no tuvo que decirlo puesto que todas las mujeres apostadas en la sala del trono sintieron sus pensamientos con su sola mirada. —No envíes ningún grupo de exploración más. Concentremos la vigilancia y la seguridad— su voz fue naturalmente autoritaria, no debía alzarla, ella trasmitió efectivamente su orden. —Los intrusos se van a mostrar.  

—¡Si!— Camomille, que había alzado el rostro para ver a su hermosa Emperatriz, volvió a bajar la cabeza. Esta vez necesitaba decir algo más. 

La Emperatriz que se había puesto en pie para ir camino a su barco alzó las cejas enmarcándolas. —Habla— su inflexivo rostro mostraba molestia. Ella debía partir cuanto antes, hoy debutaban nuevas miembros en su tripulación pirata. Las chicas eran en especial muy efusivas con ella, debía dar una muy buena impresión inicial y adentrarlas en las formas en las que ellas las amazonas, eran piratas. 

—¿Nuestras compañeras son... ?— No quería decir que las estaba sacrificando por el bien del bienestar de las demás Kujas.

Se escucho un suspiro. Montbretia se alzó divinamente por encima de la corta estatura de su General. Sus ojos fríos pero dorados estaban llenos de decepción. Con un movimiento de hombros, su fiel y adorable serpiente albina de manchas azuladas, le colocó su capa de piel sobre su espalda. —¿Te preocupa que abandone al grupo de reconocimiento?

Su grave voz resonó en la sala del trono, la presión se liberó y la sensación de que había pecado en contra de su Emperatriz la inundó, hasta que sintió una mano sobre sus hombros. 

—No me hagas reír— dijo buscando su cuota de buen humor. —Llamen a Nenuphar— levantó su delgado cuello, respiró hondo —no iré— tomó la decisión, decepcionada. Ella quería salir otra vez. Llevaba mucho tiempo cuidando y eligiendo a sus nuevas piratas para quedarse abajo por las necesidades de la isla.

Si no fuera por los desventurados que vinieron a buscarse la muerte a ese lugar. 

Una gran Amazona de cabello revuelto y encendido color fucsia se inclinó frente a ella, al lado de Camomille. —Nenuphar a sus ordenes mi alteza. 

—Quiero que dirijas a las Kujas en mi nombre— dijo sorprendiendo a Camomille. —Irás como capitana suplente ¿Me oíste bien? 

—¡Sí, alteza Gobernadora!— La enorme Kuja de altura descomunal tembló por la emoción de tal honor. 

—No quiero escuchar malas noticias, a tú regreso solo quiero escuchar cosas buenas— le entregó un prendedor que brillaba en su escotado vestido verde esmeralda. 

Mi Emperatriz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora