Estos días de respiro, esas breves vacaciones por qué bien sabía que volvería a bailar esta danza incansable junto a Doflamingo, ya lo conocía, ya pasó por todo esto antes por eso sabía lo que le esperaba, al menos le sirvieron para contemplar sus acciones, ordenar sus sentimientos.
Le sirvieron además para advertir a Robin, contarle un poquito de lo que era capaz para que no fuese a verse envuelta en algo vergonzoso. Y que en cuanto lo viese se refugiará muy bien resguardada y esperará a que pasará la tormenta.
—Él suele entrar a las habitaciones usando las ventanas vulnerando cualquier seguridad— indicó a Robin, esta miró naturalmente a las grandes y alargadas ventanas, tan espaciosas por las que un hombre de tres metros podría entrar sin problemas.
Ella de pronto entendió porque la oficina carecía de ventanas, ese era un lugar seguro.
—Usa la habilidad de su fruta para sostenerse en el cielo usando hilos, parece como si volará pero esta pisando resistente hilos que son apenas perceptibles. No sería una mala idea conseguir algo de Kairoseki por las dudas.
Robín anotó todo lo que le pareció relevante.
—Tiene poco pudor y nada de vergüenza por lo que se quita la ropa fácilmente, prepara los ojos Robín para que veas ese pellejo liso desde el cuello hasta los pies— su mano derecha se largo a reír.
—Le gustan los hombres esbeltos, ¿No?— sus ojos estaban llenos de picardía. Supuso que como polos opuestos estos se atraían, las apariencias físicas de ambos se contraponían desde el más mínimo detalle.
Crocodile de frotó el rostro lleno de resignación, aun tenía vivido la primera vez que vio ese trasero, ese huesudo culo. —Créeme que me inclino por los músculos, hombres fornidos y fuertes—, de hecho precisamente como él —bueno, yo tengo todo lo que me gusta así que... En fin, lo que quiere el corazón es lo que quiere el corazón.
Robín asintió con una sonrisa en su rostro, anotó eso.
—¡Ey!, Tenias que anotarlo— se indigno. Hablaba en serio.
Pese a que Robin solía hacer bromas y aligeraba el ambiente de esa manera ella siempre le hacía recordar a su sequito de doncellas y sus guardias. La actitud profesional atenta y altamente meticulosa era las aptitudes favoritas que poseían las mujeres que le rodeaban e el pasado, su sola presencia llenaba esa oficina y le hacia sentir que estaba rodeado de cada una de ellas pero sabía bien que Robin estaba allí por conveniencia no por devoción lo que le mantenía siempre atento ante cualquier traición, podía encariñarse aunque no demasiado, esta beneficiosa relación podría terminar tarde o temprano.
A veces se veía tentado a decirle las coordenadas de la isla de las Kujas, pero no estaba seguro que podría hacer con esa información. Podría usarla para venderla en vez de usarla para refugiarse allí. Ya no era la Emperatriz pero tampoco era tan desapegado para enviarles un peligro innecesario. Se prometió decirlo solo si ella mencionaba que necesitaba un lugar para desaparecer de los ojos del gobierno.
La isla de las Kujas esta a la vista y a la vez no esta al acceso del gobierno y nunca se había inclinado ante el gobierno por lo que sería seguro para ella si entraba con alguna recomendación de adentro. Solo para agradecerle por su trabajo, luego se volvía mezquino y pensaba todo lo contrario, ni que le tuviera tanto cariño.
Los golpes de realidad le hacían replantearse, planificar y aferrarse al hecho de no revelar nunca su antigua identidad. Llevar a Robin a Amazon lily para asegurar su lealtad podía ser una buena inversión o una muy mala todo dependía ser azar y él no hacía cosas al azar, no ya no, después de perder ante el hombre más fuerte del mundo y perder a toda su tripulación no estaba dispuesto a hacer más locuras como esas. Seguir sus sueños y actuar románticamente no le habían traído nada bueno.

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Mi Emperatriz.
FanfictionBasada en la teoría de la Emperatriz Kuja que habría muerto de amor, y el pasado misterioso del implacable pirata, Sir Crocodile. Doflamingo se enamora por primera vez perdidamente de una mujer fría y meticulosa, que nunca le da chance, después de...