Ese día de lluvia Montbretia anunció que podría tratarse de una tormenta, después de una semana de intensa lluvia todos creyeron que era una especie de bruja del clima. La mujer había acertado no una, sino dos veces ya.
Y con la lluvia ella desapareció encerrándose en la habitación de Rosinante. Por lo que todos vieron al joven amo rebajándose ante la desconocida, pidiéndole que saliera y que compartiera un poco con él a diario siempre volviendo con una negativa.
—¿Qué quieres ahora?— Le cuestionó cruzándose de brazos. Debido a la lluvia se había encerrado en esa habitación que era la que menos viento entraba en ese lugar.
Doflamingo puso su mejor sonrisa de buen negociador —Que bajes y nos ilumines con tu presencia en la cena.
—Sí, sí. Suena razonable, niño. Pero un demente me dejó varada sin ropa y ahora tengo que vestirme con ropa ajena. Parezco la zorra que trabaja en un callejón y hace FRÍO.
—Te luce muy bien. Todo luce maravilloso en tu cuerpo— dijo sin temor a la muerte, quien la había visto a la cara varias veces.
Qué pésima broma resultaba todo aquello. Montbretia salió al pasillo cerrando la puerta tras ella y lo jaló de la oreja para reducirlo a su rostro —no juegues con mi paciencia, no estoy de humor.
—Estoy siendo sincero, ¿Vas a bajar a cenar?— Insistió. —Debo compensarte por tenerte en estas condiciones.
Asintió limpiando de su rostro su expresión feroz y le soltó la oreja. Este se sobó adolorido. Llevaba días de mal humor, sin su tabaco y su café a media tarde, su trago de whisky diario antes de irse a dormir. Doflamingo aprovechó de inmediato para tomar sus manos, estaban muy heladas. Lo que sea por un poco de su piel.
Al bajar vio la cena servida en abundancia, con velas atenuando la luz y floreros con hermosas rosas adornando la mesa, todo muy elegante. Casi parecía una cena romántica. —Ugh. Se me pasó el hambre.
Sin embargo Doflamingo la sostuvo de la mano sin soltarla —Me ayudaron a prepararlo. No me dejes plantado— apeló a su benevolencia.
Puso los ojos en blanco y cubrió su expresión. —¿No es una cena familiar?— La mujer prefería que fuese una cena familiar, si se quedaba a solas con el joven le iba a saltar encima otra vez. Y si le decía que trajera a su familia o de lo contrario podría abusar de él, estaba segura que el muy audaz la atacaría ella.
—Si es lo que quieres— no lo hacía feliz pero su objetivo principalmente era compartir con ella.
Trató de parecer reservada cruzada de brazos mientras lentamente comenzaron aparecer los tripulantes de los Donquixote. De los que no había tenido casi ninguna conversación, ya que Doflamingo siempre estaba en medio. En la última cena lo descubrió fulminándolos con la mirada para evitar que le hicieran preguntas.
Giolla muy hábil no se perdió de la oportunidad —Oh, querida esa ropa ¡Pareces una callejera vestida así!
Montbretia alzó sus cejas. No estaba ofendida, en la vida escuchó cosas peores. —Es verdad— posó su mano en su mejilla —La ropa de Doflamingo es adecuada para que la use un proxeneta ¿No cree?
La mujer de mediana edad se espantó por las palabras sueltas de la tal Crocosmia.
La morena sin perder un ápice de encanto la tomó de la mano y la frotó —Oh, señorita. Cuando mejore el clima me gustaría que me acompañara a la ciudad para comprar algo adecuado— Montbretia le sonrió de forma tan elegante que la ruborizó.
Giolla quien vino a importunarla con un par de palabras venenosas, ahora tenía su corazón en las manos de esa hermosa morena.
Doflamingo se acercó una vez les pidió a todos que bajaran a cenar con "ellos", después de ordenarles que los dejaran solos para cenar con su amada. —¿De qué hablan?

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Mi Emperatriz.
Fiksi PenggemarBasada en la teoría de la Emperatriz Kuja que habría muerto de amor, y el pasado misterioso del implacable pirata, Sir Crocodile. Doflamingo se enamora por primera vez perdidamente de una mujer fría y meticulosa, que nunca le da chance, después de...