15

240 27 7
                                    


—¿Podemos hablar?— Esa misma noche, después que ella volviese de sus compras, Doflamingo la abordó para una seria conversación. 

Toda su familia le ayudó con los preparativos: ropa, regalos de todo tipo, incluyendo el cómo debía abordar la conversación. Primero debía apartarla del resto, proponer dialogar, el resto era agasajarla y hacerle ver el buen partido que sería en el futuro. Probablemente para ella ahora no era la gran cosa pero conseguiría grandes cosas con el tiempo. 

—Mi respuesta es no. 

—¿No podemos hablar?— Se sintió abandonado. No le estaba dando siquiera la más mínima chance. 

—No— ella le sopló el humo a la cara —me refiero a lo que me vas a proponer. Nosotros podemos hablar de lo que quieras pero desde ya, te digo que NO a lo que sea que preparaste ahora.— La mujer lo presentía, lo sentía en los huesos. Una propuesta nefasta y horrenda siempre venía a continuación con esa clase de situaciones. 

Este expuso afligido sus mejillas sonrojadas y el ramo de flores en una mano. Bien vestido y perfumado. A los ojos de Montbretia era muy evidente que era una propuesta romántica. —¡No sabes que es lo que quiero proponerte!

Ella se cruzó de brazos moviendo su cadera demasiado cerca de él y alzando su rostro hacia arriba para verlo fijamente —¿Qué sea tu novia? Espera, tal vez quieras ir más lejos ¿Esposa? ¿Señora? Elige la que más te guste, todas son iguales. 

El pirata apretó los dientes molesto. 

—Te dije desde el comienzo, cuando iniciamos este juego, que no tendrías mi corazón. Es fácil darte cariño y mi cuerpo porque no tiene valor si no tienes mi amor— sentenció con dura crueldad antes de irse a encerrar a la habitación de Rosinante.  

Justo en ese momento vio a su hermano menor ir también a su habitación, luego del almuerzo se había desaparecido, a veces lo hacía, salía sin decir a dónde y se quedaba afuera hasta el anochecer. —Oye, Corazón. 

Este vio a su hermano. 

—¡Has algo con Crocosmia! 

<¿Qué paso ahora?> Vio a su hermano en sus mejores galas. <¿No quiere dormir contigo?>

 Doflamingo desesperado negó —Ese no es el problema. El punto es que no me pertenece. 

Rosinante que en un principio se mostró preocupado ahora estaba molesto, se golpeó el rostro con notoria frustración. Por qué su hermano tenía que manifestar su amor de forma tan desagradable, por qué no veía que Crocosmia lo amaba perdidamente, para qué pedía más, ella apenas podía controlarse en cada vez. En verdad nadie en su sano juicio querría enamorarse de un hombre así. 

<Deberías darle su espacio> Le recomendó a favor de los dos. <Si la fastidias demasiado ella se va a alejar de ti, pero si la dejas tranquila Crocosmia te buscará> Escribió recomendándole antes de ir a ver si su amiga estaba en mal estado. 

Su hermano lo agarró y se abrazó de él, no podía controlarse. 

Doffy, eres un caso perdido. 

Antes de irse le dejó un nuevo consejo <Pídele pequeñas cosas que sean razonables>

Doflamingo se quedó pegado en la muralla con la cabeza en la pared, desilusionado. La mujer era demasiado difícil. Se dio un respiro antes de ir de nuevo al ataque. 

Abrió la puerta de la habitación de su hermano sin importarle si iba a importunar. Buscó de inmediatamente a la mujer de sus desvaríos, ella estaba durmiendo encogida en el sillón de su hermano.  

Mi Emperatriz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora