Crocodile estaba entregando unos contratos con exportadores de frutas de islas aledañas a Robín, completamente sumergido en su rol como dueño del casino, a veces olvidaba que ser empresario solo era parte de su plan para apoderarse de la isla y convertirse en rey y pirata, a la vez. Los negocios eran los suyo. Su lenguaje. Lo supo tarde pero encontró en lo que era bueno después de perder ante el hombre más fuerte del mundo, como muchos otros. Recordó que envió tres regalos el día de ayer.
Alzó la mirada a Robín, aunque no fue ella quién se encargó de enviar los regalos.
—Robín, ¿Y los regalos?
La morena erguida se volteó tomando los documentos —Mr. Trece y Miss Friday se encargaron, ¿No?— Estaba un poco molesta porque no se lo encargó a ella, la apartó de este asunto. En principio se sintió que la apartó por inútil, luego asumió que fue por interferir el día anterior. Suspiró, posteriormente pensó muchas más, entre ellas que no le tenía la suficiente confianza lo que dolió aun más.
Sir Crocodile mordió entre sus dientes su avaro, Robín seguía molesta porque no le encargo lo de los regalos a ella, su asistente. —Vamos, por favor. ¿Puedes olvidarlo?
—No sé de que estas hablando.
—Robín, estabas ocupada. Viajaste a la isla vecina, ¿Cómo pretendes que te encargará enviar los regalos también?— Llevaba horas tratando de razonar con ella pero los dos tenían sus argumentos.
—No lo sé, podría esperar a que volviera, tal vez. Sé viajar rápidamente. Me parece que llegué el mismo día en que partí.
—Podías encontrarte con mal clima, eso también pudo pasar y entonces no habrías llegado a tiempo ese día. Estamos en Grand Line, no lo olvides.
—Es una verdadera suerte que viva en el Grand Line desde hace décadas y sepa que hacer al respecto si llegará a hacer un mal clima.
Y así continuaron por horas.
Los dos discutieron afanadamente por una simple tarea de mensajería olvidándose de todo lo demás.
El trabajo no avanzó mucho esa tarde al menos la parte administrativa del resort y del casino, la empresa criminal se mantenía en pie como siempre funcionando por el trabajo en conjunto de cada uno de los agentes que no se conocían entre sí para no comprometer sus trabajos.
Robín se marchó para dar un respiró a ambos con la escusa de ir a buscar un bocadillo para la hora de la merienda, en ese momento Crocodile tomó el den den mushi para llamar y sacarse las dudas, por fin. No le gustaba mantenerse sin saber que sus acciones habían sido acertadas.
<Hola, ¿Te llegó?> Tan ponto como lo llamó le preguntó.
<Hola> Del otro lado le contestaron con simplicidad, casi sin revelar emoción. La persona en cuestión tomo la botella en sus manos y se sirvió un vaso para degustar.
Sinceramente él la había disfrutado mucho, una lastima que esta fuese su última copa. Vertió elegantemente el vino, debido a la práctica como todo un experto.
<Es un buen vino, ¿Tienes más?> Estaba muy interesado. Pagaría lo que fuera por un suministro constante de vinos de esta calidad.
De hecho tenía unos cuantos, sonrió triunfal. Guardó para sí una botella, la cual iba a disfrutar más tarde en privado antes de irse a la cama.
<Claro que los tengo> Mordió su avaro.
<Bien, ¿Cuánto quieres?> Se rindió antes de comenzar, ya había caído en el negocio de este sujeto. Le envió algo que no pudo rechazar y ahora quería más.

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Mi Emperatriz.
FanfictionBasada en la teoría de la Emperatriz Kuja que habría muerto de amor, y el pasado misterioso del implacable pirata, Sir Crocodile. Doflamingo se enamora por primera vez perdidamente de una mujer fría y meticulosa, que nunca le da chance, después de...