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<¿Por qué no viniste con mi hermano?> Rosinante movió rápidamente las manos carcomido por la ansiedad. En aquel sitio estaba fuera de lugar para él y no debería estar con Montbretia. De hecho, justo ahora le entraba un pánico terrible mientras más le daba vueltas al asunto. 

Robaba el lugar de su hermano, aunque fuera simbolicamente.

<¿Bromeas? Tú hermano no me cooperaría en esto> Le contestó ella frunciendo el ceño. 

Justo en ese momento llamaron al nombre de la mujer. La recepcionista del lugar le indicó mientras abría la puerta para ella. —Señorita Crocosmia, es su turno. 

Crocosmia le guiñó un ojo a la mujer antes de entrar haciéndola sonrojar por el sutil coqueteo.

La pequeña clínica estaba limpia y daba buen aspecto sin embargo no se parecía en nada a las que habían en su isla. La Emperatriz siempre fue atendida por doctoras, incluso fuera de Amazon lily, procuraba tener cuidado de quién podía o no examinarla. Fue más grande su disgusto al saber que solo habían doctores "hombres" en esa isla.

Sin embargo no se levantó tan temprano en la mañana para solicitar una consulta con el médico para terminar acobardándose porque le resultó incomodo. Montbretia se puso de pie y tomó de la mano a Rosinante para que ingresara junto a ella. De ninguna manera habría asistido sola considerando que el sujeto era un desconocido, carecía de su absoluta confianza. Y la simple idea de que un extraño cualquiera la tocara le parecía asqueroso.

—Buenos días, señorita. ¿Es su esposo?— El médico no pudo evitar preguntar. La mayoría de las ocasiones las mujeres traían a sus esposos, era normal, aunque era extraño ver a un hombre tan grande y no ayudaba que la mujer también fuera inusualmente alta. Se sintió intimidado con sus presencias.

—Buen día. Si, este es mi esposo— ningún músculo de su cara se movió al decirlo y eso a Rosinante lo avergonzó hasta la médula. 

 —¿Cuál es su consulta?— Fue al grano. 

Montbretia con muy poca delicadeza dijo de inmediato —Necesito anticonceptivos. No tenemos planes de niños a futuro y estaban en un edad propicia, también la frecuencia es muy buena— aclaró sin inmutarse. 

Rosinante se cayó de su asiento. Por supuesto que Doflamingo no le iba a cooperar, si buscaba el método que fuera para atarla a su futuro, por supuesto que usaría un niño para retenerla. Además sería muy irresponsable dejar que un pirata con tanto mal que desatar tenga un hijo con otra pirata. Montbretia se volteó y lo ayudó a volver a su sitio, ella considero que tal vez debió de avisarle del porque estaba aquí antes de entrar. 

El médico asintió cuando esta volvió a mirarlo. —Tendré que hacerle algunas revisiones antes de recetarle algo— dijo mostrandole una camilla.

<Ojo con el idiota. No confió en los hombres> Le dijo ella a Rosinante en lo que se giro. 

También soy un hombre, pensó el rubio.

Rosinante asintió y se puso de pie para estar allí de punto fijo, encima del doctor. La mirada intensa dejó en sobre aviso al hombre, para que hiciera su trabajo meticulosamente sin pasarse de listo. El doctor receto dos medicamentos diferentes y les dio las indicaciones atemorizado. La pareja salió de allí casi sin mayores problemas, con las bolsas con medicamentos, que Montbretia no tardó en consumir. 

—Estoy muy agradecida, tu hermano no habría querido venir— le confeso finalmente. —Habría hecho un terrible berrinche de haberlo conseguido.  

<Apuesto lo mismo> Le contestó de regreso. 

—Por cierto me iré pronto. Encontré una forma segura para alejarme de tu hermano y no enfermar. Iré con un hombre que concede milagros— le explicó abiertamente. A pesar que Trébol sería quien buscase la localización de los revolucionarios, ella no fió ni un solo detalle de su plan al hombre moco. —Tienes que venir conmigo. 

Mi Emperatriz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora