Capítulo 21

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NARRACIÓN NORMAL

Era el turno de la rubia para encontrar a alguien que la sustituyera en la próxima ronda o le volvería a tocar. Draken cogió de mala gana la venda que tenía Smiley para ponérsela a ella, le colocó bien los mechones que tenía sueltos en la trenza para poder ponerle el pañuelo sin despeinarla. Lo hizo con cuidado y sin apretar demasiado, y cuando terminó de anudarlo ella le dio las gracias.

-Aunque podrías haber esperado a llegar a la entrada- visualizó Nahoya.

Llamaron a los demás avisando que empezaban de nuevo y llevándola con suavidad de la mano, el alto guió a Umiko hasta la entrada. Una vez ahí, se agachó para susurrarle que ya podía empezar mientras acariciaba su pelo y soltaba el agarre, apartando la mano cuando llegó a su espalda baja.

La Matsuno se sintió nerviosa al notar la delicadeza con la que la estaba tratando, y esperaba ser él a quien encontrase.

Después de contar y llegar a duras penas a su habitación, intentó escuchar el más mínimo ruido que le indicara por donde buscar. Caminó a paso lento para tener cuidado de no chocarse con nada, y al llegar a la cama se agachó. Para su suerte sí había alguien, tocó algo que parecía un brazo, un brazo fuerte. Pero así era muy difícil reconocerlo.

-Sal de ahí, así es imposible.

Hizo caso y se puso de pie, pero había dos cuerpos. Al fondo se escuchaban las risas de Mikey y Smiley. Tocó con cuidado el abdomen de ambos, subiendo hasta el pecho y sobándolos. Unos segundos más tarde les agarraba los brazos, estrujándolos y evaluando la consistencia.

Dando un paso a la izquierda optó por centrarse en ese chico, esta vez con dos manos. Volvió a manosearlo entero bajo la mirada del otro y de seguramente, los demás. Estaba fuerte. Muy fuerte.

-Estás duro eh.

Siguió tocando.

-Me gusta- dijo apretando el bíceps para comprobar el músculo.

No sabía por qué, pero Umiko esperaba que a Draken no le estuviera gustando. Sabía que estaba manoseando a Muto y que él era el otro. Lo supo desde el principio, el aroma del tatuado era único.

Unos segundos agarrando y estrujando los pechos del alto y dijo -creo que tenemos la misma copa, ¿no? muy grande tienes todo- ella no lo sabía, pero a Draken se le marcaba en la frente la misma vena que antes. Estaba incómodo, no le gustaba.

Al terminar con Muto hizo como si no supiera nada para "aprovechar" el momento. Se tomó su tiempo palpando los abdominales del vicepresidente, poniendo todos sus sentidos en ellos, queriendo volver a verlos mientras se los imaginaba.

-La camiseta sobra, ¿no crees Umiko?- preguntó Baji. Asintió y el rubio tuvo que apartarse para quitársela sin darle.

Ahora sí, estaban nerviosos, se tocaban piel con piel provocando un revuelo de emociones. Draken volvía a tener las manos con las que había soñado tocándolo, degustando su cuerpo y delineando su abdomen cuadrado por cuadrado. Cuatro... cinco... seis... contaba con lentitud la chica. Deslizó las manos hasta llegar a los dos tonificados pectorales del torso, los acarició con suavidad, y a ambos se les empezó a erizar la piel por el roce.

Son más grandes que mis manos - Umiko.

Estate tranquilo, estate tranquilo, estate tranquilo - Draken.

Siguió las caricias hasta la clavícula, pasó delicadamente las yemas de los dedos por las curvaturas hasta llegar al cuello, marcando un camino invisible intentando memorizar su delantera. Llegó hasta la mandíbula y se paró en las mejillas, sonrió para sí misma y acabó en sus grandes hombros, deslizando las palmas por los brazos, notando las venas y los músculos tensados.

AROMA DE COLOR CIAN - DRAKENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora