**narra Gonzalo**
Esta mina se está demorando. No va a venir y me va a dejar pagando. Al pedo me emocione tanto con esta cita.
Cuando estaba decidiéndome irme aparece ella. Con un vestido Rojo que encandila mi vista. ¡Por Dios es tan hermosa! me quede boquiabierta cuando la vi. Realmente esta hermosa.
Se sienta en frente de mí y no puedo sacar mis ojos de los suyos. Siento algo que nunca había sentido. ¿Qué me pasa?
- ¿Vinimos a tomar algo o vas a estar mirándome más tiempo?
- Perdón. ¿Qué queres tomar?
- Un campari.
- ¿campari? Mira la doctora.
- ¿Qué tengo prohibido tomar? Cuando estoy fuera del hospital puedo hacer lo que quiera. No le tengo que rendir cuentas a nadie.
- Así me gusta. Que la doctora se haya quedado en el hospital y que haya venido la hermosa Juana.
- No creo que te convenga que haya venido Juana.
- ¿Por qué decís eso?
- Es más agradable la doctora Benavidez que Juana.
- A la doctora Benavidez la conozco un poco y es una profesional de la puta madre. Déjame conocer a Juana ahora.
- Espero que no salgas corriendo.
- Estoy seguro que no.
**narra Juana**
Me sorprende este Gonzalo. Caballero y dulce. No sé si quiero que me conozca. Puedo espantarlo. Quizás conociéndome se aleja y no me busca más. ¿Es realmente lo que quiero? ¿Quiero que se aleje?
Comenzamos a charlar un poco. Le conté sobre mí. Sobre mi carrera como doctora. Mis noviazgos. Se sorprendió al escuchar que solo tuve un único novio y fue Francisco. No le conté porque terminamos.
Me hablo sobre su carrera, sobre sus padres y su familia. Realmente se podía ver cuán orgulloso estaba de ellos. Cosa que nunca había visto.
Le conté que mis padres murieron cuando yo tenía 10 años. Me crie en una casa hogar. A los 18 Salí de ahí y me planteé que era lo que quería de mi vida he ingrese a la universidad. Me recibí como doctora y fue el único momento de felicidad que recuerdo haber tenido.
En fin, pasaron horas, horas y horas de charla. Hasta que se hizo la una de la madrugada. Él debía ir a su casa porque debía tomar su medicación. Yo no tenía que madrugar al otro día. Así que no me preocupaba.
- Te llevo a tu casa.
- No. traje auto no te preocupes.
- Bueno.
Cuando fui a ver mi auto, tenía la rueda pinchada.
- No te lo puedo creer.
- Saca el auxilio, yo te lo cambio.
Abro el baúl y no tenía el auxilio. Cierto que lo saque para echarle aire y me olvide de meterlo de nuevo. ¡Que pelotuda!
- Sin auxilio estamos en problema.
- Que hago la puta madre.
- ¡Opa doctora que boquita más sucia!
- No me jodas Gonzalo.
- Mira, podes llamar a la grúa que te lo venga a buscar y yo te llevo a tu casa.
- Bueno dale. Supongo que otra no me queda.
- Mmm... no.
Esperamos a la grúa. Y se estaba poniendo frio. Gonzalo se sacó su saco y me lo puso sobre mis hombros. Tenía un perfume tan dulce, exquisito que me embriagaba. No pude evitar sonreír al ver su gesto.
- ¿Qué?
- Nada. No puedo creer que seas tan... caballero.
- Tenes frio. Yo tengo calor. Te doy mi saco. Aparte como no serlo con una mujer tan hermosa.
Suspiro y se lo digo.
- Que rico perfume tiene.
- ¿te gusta? ¿queres sentirlo más cerca?- se arrima lentamente para que pueda sentir su olor.
- No te desubiques.-intento ponerle un freno a este juego que me encanta.
- Nunca doctora disculpe.-me dice con su hermosa sonrisa.
A los pocos minutos llega la grúa y se lleva mi auto. Subimos a su auto y emprendemos viaje.
- ¿te puedo decir algo?-me pregunta serio.
- Mmm... sí.
Frena el auto de repente y pone sus ojos en mí.
- Luego de escuchar esa horrible historia de vida que tenes, me di cuenta que... necesitas de alguien que te cuide, que te proteja. Salvaste mi vida, y no puedo creer que no conozcas la felicidad. Eso fue lo que más me sorprendió.
- Es así Gonzalo. No soy la única que no conoce la felicidad. Me han defraudado mucho en mi vida. Y he conocido más el dolor que la felicidad. Creo que eso es lo que hoy me hace ser quien soy.
Agacho mi mirada y cierro mis ojos. Recordando todo el dolor que he vivido en toda mi vida. Realmente nunca he sido feliz.
Siento sus manos sobre mis mejillas levantando mi mirada. Nos miramos por un breve instante y nos comenzamos a acercar. Mas. Mas. Hasta que nuestros labios se encuentran. Nunca había sentido algo igual. Nunca me habían besado así. Transmitiendo seguridad, paz. Y al mismo tiempo, deseo y pasión. Todo en un mismo beso.
Siento que lo deseo. Lo deseo como nunca había deseado a nadie.
Lentamente nos despegamos y me susurra aun con sus labios sobre mi boca:
- Me despiertas tantas ganas de cuidarte. Y hacerte feliz.
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Yo te esperaba.
RomanceJuana, una doctora de alta trayectoria, se encuentra con un caso muy extraño en su hospital. Debe ayudar a un hombre para que pueda sobrevivir. Lo que esta no sabe es que, este hombre le salvara la vida a ella. En esta historia, se descubrirá com...