Capítulo 36. Un triste adiós

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­­—¿Quieres saber el sexo del bebé Shu? —preguntó Keitaro mientras movía el mango del ecógrafo por su abdomen con ayuda de un gel frío.

—¿Ya se puede saber?

—Claro. Ya a los dos meses y medio es posible determinar el sexo del bebé en el caso de los varones de tu familia.

Shuichi suspiró. Estando recostado, podía ver claramente las imágenes que proyectaba el ecógrafo, aunque no entendiera ni la mitad de ellas.

—No... Aún no... Quiero que sea sorpresa —contestó con una sonrisa.

—Bien... bueno, aquí vemos la cabeza, tiene buen tamaño... brazos... piernas... esa cadena de perlas es su columna vertebral...

Shuichi sentía lágrimas acumularse en sus ojos de la emoción. Al ver la silueta de su bebé en esa vieja pantalla, sintió el mayor gozo que pensó podría sentir alguna vez en su vida. Sin poder evitarlo, las lágrimas surcaron su rostro.

En su asiento, Claude observaba embelesado la escena. El ver un nuevo ser creciendo en el vientre del esclavo era algo totalmente asombroso. Habiendo nacido kaizoku, nunca había visto algo como eso. Shuichi parecía brillar de la emoción. Estaba impaciente por ver crecer ese pequeño ser.

Tohma ya estaba harto. Había terminado de leer todos los documentos que le habían traído los doctores y ninguna cuadraba a la perfección con los resultados de los análisis obtenidos.

«No... no puede ser eso... no ahora, después de todas las precauciones que he tomado...».

Sólo le quedaban dos opciones que podían explicar esa subida de hormonas: embarazo y algún tipo de estrés. Tenía que comprobarlo, pero había un problema. Todos los fluidos de Shindo habían sido completamente utilizados haciendo las comprobaciones de los resultados y no había quedado lo suficiente para una prueba de embarazo. Debería pedirle a Eiri una repetición.

—Me reúso Tohma... Ya le hiciste las pruebas, accedí a hacerlo porque tú me lo pediste, no entiendo para qué quieres repetirla, nunca las repiten —Eiri hablaba con voz hastiada a través de un comunicador. No había accionado la comunicación visual pues no tenía ganas de ver a Tohma, ni que éste viera su humor—. No Tohma. Voy a salir de la ciudad por negocios y me lo voy a llevar. Salgo mañana... Yo ya cumplí Tohma —dijo el kaizoku antes de colgar la comunicación y que la voz del otro terminara de escucharse.

¿Para qué querría repetir las pruebas? Las copias que le habían entregado con los resultados del esclavo decían que Shuichi gozaba de estupenda salud. Sólo un pequeño incremento de hormonas que podrían ser por estrés.

Algo debía querer Tohma. Lo bueno es que se alejaría de la ciudad y de Tohma por dos semanas y se llevaría a Shuichi con él.

—Bienvenido joven Tatsuha. Es un honor verle de nuevo por aquí. ¿En qué puedo servirle?

Tatsuha entró en una conocida tienda de implementos para esclavos, conocida por él y por los kaizokus caídos claro está.

—Hola Yargo. Vengo a ver que tienes de nuevo.

—Pase por aquí señor —dijo el kaizoku de baja categoría que atendía aquel local mientras salía de detrás del mostrador y le abría una puerta para que pasara a la parte trasera de la tienda donde estaba la mercancía—. Espero que le hayan gustado el par de argollas que le diseñé.

—Estuvieron perfectas —contestó Tatsuha al recordar las joyas que ahora reposaban en las tetillas del esclavo.

—Me acaba de llegar un nuevo cargamento de estimuladores que...

Siglo XXX (Gravitation)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora