Capítulo 19. Días en la playa I

68 10 4
                                    

—Yo también... amo...

Hiroshi se aferraba al pecho de Claude llorando amargamente. Muchas noches había derramado lágrimas por haberse alejado de su amo, pensando que había jugado con él y ahora que todo estaba claro, no quería volver a separarse de él, jamás.

Claude rodeó su cuerpo con sus brazos, juntándolo más a su pecho, sosteniéndolo. Claude sentía que su corazón saltaba de gozo. Poder estrechar de nuevo el exquisito cuerpo de Hiroshi contra el suyo y sentir su cálida presencia no tenía precio.

La luna ya se había elevado muy alta en el cielo, anunciando que ya la noche estaba muy avanzada. No supo en qué momento Hiroshi se quedó dormido, pero lo cargó con cuidado, sintiendo como Hiro se aferraba a su pecho, suspirando en descanso. Llegó a la habitación de Hiroshi y lo acostó sobre la cama. Se metió a la cama, y abrazando a Hiroshi, se quedó dormido.

***

—Ah... Ryu...

Tatsuha estaba recostado en su cama mientras que Ryuichi se movía vigorosamente sobre él. Tatsuha sostenía sus caderas con poderío, dejando marcas que después seguramente se convertirían en oscuros cardenales.

Era ya la tercera ronda de la avanzada noche y el cuerpo de Tatsuha parecía no tener límite ni poder llegar a la saciedad. Ryuichi se deshacía en gemidos. Estaba en una fase en la que el dolor había desaparecido y sólo quedaba el placer.

Con una fuerte y profunda arremetida, Tatsuha llegó al clímax dentro de su cuerpo, al mismo tiempo que arqueaba su espalda en un ángulo casi imposible, liberando su simiente.

Lentamente Ryuichi se levantó, liberando el miembro flácido de Tatsuha, y se acostó a su lado guardando una distancia, respirando copiosamente y, esperando que al menos por esa noche su amo tuviera suficiente. Y parecía que así fue, pues a los pocos minutos Tatsuha se quedó dormido.

Por unos minutos se quedó viendo el impasible rostro del kaizoku, respirando acompasadamente, muestra de su sueño profundo. Debía admitir que era un individuo extremadamente guapo. Liberó un suspiro silencioso de resignación.

No sabía exactamente en qué momento se enamoró, pero suponía que todo comenzó la primera vez en que Tatsuha lo tomó en más de una ocasión, aquella vez en que Tatsuha literalmente echó a Takako de la habitación y lo tomó. Esa noche Tatsuha había caído dormido muy temprano y Ryuichi estaba física y mentalmente tan agotado que no se pudo levantar para regresar a su habitación.

A la mañana siguiente, cuando Ryuichi despertó, se vio apresado por unos fuertes brazos y al levantar la vista se encontró con el rostro relajado y dormido de su amo. Se veía tan pacífico y tranquilo, en contraste con el usual rostro de lujuria y maldad que siempre traía consigo al estar cerca de él y que era indicio de su deseo.

Era la primera vez que alguien —a excepción de Shuichi—, lo abrazaba con tanto candor, con tanta calidez. No quería que esa sensación terminara. Con cuidado, acostó su cabeza sobre el pecho desnudo y volvió a dormirse, después de todo, aún era muy temprano.

Sobra decir que horas después, cuando Tatsuha despertó, casi lo tiró de la cama, aunque después de eso, volvió a tomarlo. A partir de ahí, a Tatsuha parecía no importarle el que Ryuichi durmiera en su cama, hasta parecía aprovechar ese hecho para poder tener sexo con él a primera hora de la mañana.

Dicen que cuando el corazón elige, no hay nada que hacer. Ryuichi se había dado cuenta de eso perfectamente. Su corazón se había cansado de luchar, cediendo a la constante presencia de su amo en su vida y en su cuerpo. Para qué negarlo, hacía tiempo que había encontrado el gran placer del sexo a pesar del dolor inicial y de las ocasiones en que sólo había dolor.

Siglo XXX (Gravitation)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora