Capítulo 41. ¿Qué es lo que quiere Júpiter?

15 4 0
                                    


Otro día en que había hecho un espacio en su ocupada agenda para visitar a Eiri Uesugi y otro día en que éste le había gritado, fuera de sus cabales, que se fuera, que todo era su culpa y que, si él no existiera, todo hubiera sido mejor.

No entendía. Simplemente no terminaba de entender el comportamiento del kaizoku. Se había dado a la tarea de preguntar a sus doctores. A pesar de que Eiri se había negado rotundamente a ser examinado, los galenos le habían podido dar un diagnóstico aproximado en base a lo que el rey kaizoku les había contado, teorizando que Eiri Uesugi tenía un comportamiento similar a la depresión humana.

Tohma casi manda a degollar al doctor al siquiera insinuar que Eiri Uesugi, un kaizoku de alto rango experimentara un sentimiento humano.

Se le empezaba a ocurrir una manera de arreglar la situación. Si Eiri se había puesto así por el escape de su esclavo, podría regalarle otro... Muchos otros... Cientos. Uno que se pareciera a él. Sería demasiado sencillo. Ordenaría para él mismo la próxima carga de esclavos que llegara a la ciudad. Conocía la predilección de Eiri por esclavos varones sumisos pues era lo único que pedía antes de haberse apoderado de Shuichi Shindo.

Ya pensaría bien en eso después, ahora tenía algo muy importante que hacer. Había sido llamado por Júpiter.

La Eva de su especie.

Cuando él se encontró sólo, después de asesinar a aquellos seres que se hacían llamar sus padres, hacía más de mil años, vagabundeó por el mundo, viendo los fútiles intentos del ser humano por sobrevivir en un mundo decadente.

Conoció una gran cantidad de lugares y seres inferiores. Llegó un momento en el que su conocimiento del ser humano lo llevó a decidir que él, como nueva especie, no podía mezclarse con seres tan mundanos e inferiores como el Homo sapiens, entonces conoció a Júpiter.

Con sus avanzados conocimientos se infiltró en una de las más grandes y avanzadas edificaciones construidas por el ser humano. La famosa zona cincuenta y uno. Ni siquiera entendía por qué la habían llamado así, una reverenda tontería.

Fue demasiado sencillo para él deshacerse de todos. Un gas venenoso indetectable de su invención en la planta central y en menos de quince minutos el lugar se encontró lleno de cadáveres. ¿Por qué estaba ahí? Simple y llana curiosidad. Los humanos mencionaban con insistencia esa zona y muchos dudaban de su existencia. Encontrarla fue cosa de niños.

Caminó con paso lento hacia lo que los pequeños cartelones pegados en las paredes que señalaban el recinto como la zona central y ahí la vio. Nunca admitiría que en un principio sufrió un sobresalto cuando vio una bruma electrostática ubicada sobre un panel tomar forma humanoide y le había dirigido la palabra.

—"Me identifico como Júpiter. Una inteligencia artificial que representa la culminación de la inteligencia humana. Demasiado avanzada para su propia comprensión. Una inteligencia artificial que no fueron capaces de apagar a tiempo".

Eso era el colmo. Que el ser humano hubiera creado algo que ni siquiera ellos pudieran comprender hasta cierto punto le causaba gracia. Quedó maravillado.

—¿De dónde proviene tu información?

—"Tengo acceso a todas las bases de datos humanas que han sido creadas. Mi cuerpo es una nube electromagnética capaz de analizar de cualquier cosa".

—¿Puedes demostrarlo? —preguntó Tohma con suspicacia.

Lo que sería el rostro del humanoide sufrió una turbación que a Tohma se le figuró una mueca.

—"Acércame tu mano" —Con una ligera sombra de duda, Tohma acercó su mano y la bruma electrostática formó una mano que rodeó la suya causándole un leve cosquilleo—. Tú no eres humano... Al menos no completamente... Tu genoma es diferente en ciertas secuencias.

Siglo XXX (Gravitation)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora